Usted está aquí: lunes 6 de febrero de 2006 Política Relaciones México-EU: reliquia de la guerra fría

Javier Oliva Posada

Relaciones México-EU: reliquia de la guerra fría

Es una técnica tradicional del gobierno, sin importar qué partido gobierne, y de otros sectores de Estados Unidos, realizar una serie de presiones sobre nuestro país, ya sea en la víspera de algún encuentro bilateral de relevancia, o también como factor de distracción sobre otros temas domésticos (en este caso, el discurso de la situación de la nación, pronunciado por el presidente Bush tan sólo dos días antes del más reciente incidente fronterizo). Estos episodios de tensión son el escenario idóneo para que afloren las posturas anti México más intransigentes, anacrónicas y radicales del espectro político e ideológico en Estados Unidos. Antes era el senador Helms, ahora es el senador Tancredo o el representante Michael McCaul. El pretexto es lo de menos.

Con las fantasías a que son tan propicios algunos medios de comunicación, tanto en México como en el país vecino, en vez de profundizar en un asunto tan serio como es una incursión armada por delincuentes, las banderas del fanatismo son izadas a toda asta para enfrentar a otras posiciones no menos radicales. Fanatismo contra fanatismo, intransigencia contra intransigencia. Nada provechoso para las parte puede salir de allí, y sí, en cambio, emergen las posiciones que apoyan la construcción del muro en la frontera de las Californias o la militarización de la frontera del lado estadunidense.

De parte del gobierno de México, la forma de abordar el asunto difícilmente pudo ser peor. Con declaraciones y comunicados agresivos, con descalificaciones, antes que con llamados a la cordura y la sensatez, las relaciones de México con Estados Unidos pasan, con mucho, por su peor momento de la historia reciente. Y eso es algo que debiera considerarse en cada uno de los infructuosos intentos del presidente Vicente Fox de colocar integrantes de su equipo al frente de organismos multilaterales, sea Derbez en la OEA o Frenk en la OMS.

La diferencia en la situación que prevalece en las relaciones entre ambos países es que ahora se han involucrado las relaciones propias de la diplomacia militar. Es decir, en su desconocimiento y precipitación, la cancillería mexicana no se ha tomado la molestia de analizar y evaluar las consecuencias de sus intervenciones en un ámbito que desconoce del todo, además de que de su parte responde a una lógica subyugada a los medios de comunicación. La solución a este tipo de diferendos refiere a otros procedimientos. El afán de notoriedad del titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) estuvo cerca de afectar una arista clave en la realidad política de México.

Lo anterior dio paso a un hecho infrecuente como es la aparición del secretario de la Defensa Nacional, general Gerardo Vega García, para sostener en conferencia de prensa la terminante negativa respecto de la suposición de que elementos del Ejército Mexicano estuvieran involucrados en la hipotética incursión a territorio estadunidense. En esa misma aparición, realizada el pasado viernes 3, se daba a conocer la detención de uno de los 10 narcotraficantes más buscados a ambos lados de la frontera. Así entonces, la SRE, al menos en este episodio, había agotado su calidad de interlocutor en la materia de su estricta competencia. Es de esperar que con esa aclaración de la Defensa Nacional, por el momento las tensiones disminuyan, sobre todo, en la víspera de la realización del encuentro interparlamentario México-EU.

Los aspectos de seguridad fronteriza y nacional, tan sensibles a la mentalidad del pueblo y gobernantes de Estados Unidos, no pueden (no debieron) ser dejados a una contraparte mexicana con funcionarios improvisados. Las relaciones entre ambos países requieren un importante ajuste bilateral, de lo contrario seguiremos tratado un tema del siglo XXI como si estuviéramos en el XX.

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