Usted está aquí: miércoles 8 de febrero de 2006 Espectáculos Anthony Pellicano, terror de Hollywood

Anthony Pellicano, terror de Hollywood

El detective construyó una red de chantaje a celebridades; ahora enfrenta 110 cargos

ANDREW GUMBEL THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Anthony Pellicano corrompió a decenas de funcionarios Foto: Ap

Los Angeles, 7 de febrero. Anthony Pellicano, otrora el más famoso y temido detective privado de Hollywood, ha sido golpeado con una consignación penal que consta de 110 cargos, en la cual él y otros seis son acusados de manejar la industria del entretenimiento como un imperio del crimen, intimidando y chantajeando a adversarios, conspirando para espiar conversaciones de docenas de celebridades y sobornando a funcionarios complacientes.

Durante más de 20 años Pellicano se construyó una fama de operador despiadado, representando a clientes que iban de John DeLorean, el magnate automovilístico, a Michael Jackson. El esquema delictivo se reveló hace tres años, cuando agentes federales catearon sus oficinas de Sunset Boulevard y encontraron granadas de mano y explosivo militar plástico en una caja fuerte, lo cual condujo a una acusación de posesión de armas prohibidas y una sentencia a 30 meses en prisión.

Más significativo fue que, al decomisar las computadoras y otro equipo de oficina, los federales comenzaron a descubrir exactamente de qué forma Pellicano se ganaba la vida. La conclusión de su pesquisa de tres años, como se explica en el pliego acusatorio, es que espiaba conversaciones telefónicas y utilizaba sus contactos en la policía para obtener expedientes confidenciales de casos criminales. Entre los objetivos de este espionaje estaban representantes artísticos, administradores de empresas, reporteros de espectáculos, ejecutivos de estudios y actores como Sylvester Stallone y el comediante Garry Shandling.

El lunes 6, en conferencia de prensa, el procurador federal George Cardona reveló la consignación del caso. "Estos cargos -expresó- revelan una pauta perturbadora de conducta criminal, en la que el dinero fluía libremente a funcionarios para que, violando su juramento de hacer cumplir la ley, proporcionaran a Pellicano y cómplices medios para violar los derechos de otros."

Pellicano, quien el viernes pasado completó su sentencia por posesión de armas y fue colocado bajo custodia federal, se declaró inocente de los cargos de chantaje, espionaje y conspiración, contenidos en una demanda de 60 fojas. Se le negó la libertad bajo fianza. Entre tanto, los fiscales dijeron que continuarán las investigaciones y prometieron llevarlas hasta sus últimas consecuencias.

El caso Pellicano se ha desarrollado como un thriller negro de Los Angeles y ha mantenido en vilo a Hollywood, sobre todo porque nadie sabe hasta dónde puede llegar. La figura que está ahora en el centro de la luz pública es el veterano abogado de espectáculos Bert Fields, pilar de la comunidad hollywoodense, quien durante años utilizó los servicios de Pellicano como investigador. Tanto Stallone como Shandling tenían litigios con clientes de Fields, al igual que otras figuras menores también mencionadas en la acusación como víctimas de Pellicano.

No se han presentado acusaciones contra Fields, pero ha estado bajo investigación desde hace tres años. Entre los coacusados de Pellicano hay tres clientes a quienes se achaca haberlo contratado para escuchar conversaciones telefónicas de otras personas, así como tres de sus socios, entre ellos un ex sargento de la policía de Los Angeles y dos expertos en telecomunicaciones, acusados de desarrollar e instalar un programa de espionaje telefónico llamado Telesleuth (Teledetective). Hace tres semanas, un oficial de policía de Beverly Hills a quien se acusó de obtener expedientes confidenciales se declaró inocente de violar las reglas de confidencialidad oficial.

La ruina de Pellicano fue un rufián callejero llamado Alexander Proctor, quien en 2002 relató a la policía que fue contratado por el detective para amenazar a un periodista del diario Los Angeles Times que seguía una información que involucraba a Steven Seagal, cliente de Pellicano, con la mafia. Ese caso condujo al cateo de las oficinas del detective por la FBI.

Parte de la razón por la que no se concedió a Pellicano la libertad bajo fianza fue que los fiscales lo acusaron de amenazar a Proctor desde la cárcel. Según el procurador federal asistente Daniel Saunders, el detective le dijo a su novia: "Si algo le pasa a Proctor, no podrá atestiguar contra mí". Pellicano negó haber pronunciado esas palabras.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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