Usted está aquí: miércoles 8 de febrero de 2006 Opinión POESIA PARA LLEVAR

POESIA PARA LLEVAR

Ricardo Yáñez

Fuera de la corriente

ESTUVE INTENTADO varias maneras de empezar este artículo. O dicho de otro modo, empecé varios artículos al intentar escribir éste. Pero, aunque no hacían una unidad esos fragmentos, una unidad (un tema, y no se piense que muy conscientemente) tenían: la distracción que puede constituir para los poetas, para los lectores, para el entorno del poeta (no siempre constituido por lectores de poesía, ni siquiera obligadamente de la poesía de ese poeta) el que llamaremos sistema literario, que lo mismo incluye a colegas que a periodistas que a burócratas que a políticos que a libreros que a... En términos específicos, o más o menos específicos, el mundo donde lo que importa es más el escalafón, el aparador, las relaciones públicas, el espectáculo de la literatura que, acaso -en todo caso acaso- la lectura. El mundo, con qué frecuencia mundillo, devorando el universo.

PARA PONER UN ejemplo sencillísimo y nada polémico, relativo más a la vida artística o literaria que al aquí denominado sistema, y ya que tenemos en el centro de esta ciudad una exposición de Rodin, de quien fue su secretario, recordemos que Rilke, en el París de 1925 (con lo que solía ayudarlo a sobre-vivir, a la sobrevida, la capital francesa), un año antes de su muerte, ''se dejó engullir por un torbellino de obligaciones mundanas. 'El torrente de compromisos que no fui capaz de ver crecer, me ha arrollado', escribía entonces a una amiga, y en todas sus cartas de la época se advierte una bizarra mezcla de atracción y de angustia ante este 'exceso continuado'", según escribe Renée Lang. Desatender los compromisos con lo esencial por los sociales, con la Obra por los otros.

TRES AÑOS ANTES, tras el advenimiento del suceso capital de su vida (seguimos citando a Lang), las Elegías de Duino (o su continuación, que fueron iniciadas 10 años atrás), los Sonetos a Orfeo, ''estaba convenciéndose cada vez más de que, en tanto poeta, debía echar al olvido la vida vivida". La vida seglar o secular, pudiéramos decir. Y para no olvidarnos del todo de Rodin, digamos que éste influyó en más de una manera en el poeta nacido en Praga a comienzos del último cuarto del siglo antepasado.

VEAMOSLO SEGUN UNA página de divulgación en Internet: ''Rodin enseñó al poeta a contemplar la obra de arte como una actividad religiosa y a hacer sus versos tan consistentes y completos como esculturas".

ES ESPECIE COMUN que las influencias francesas mayores en Rilke son la del escultor y, ya en su terreno, la de Paul Valéry. Lang: ''La visión certera y precisa, la expresión apretada, el métier impecable y la voluntad de trabajar sobrepuesta al azar de la inspiración, todo lo encontró en Rodin...", si bien agrega luego, a más del autor de El cementerio marino, a Cézanne y Gide. En carta a éste (agosto de 1921), el poeta se refiere a la vetusta torre que nombran castillo de Muzot: ''Estoy probando este lugar para saber si podría convenirme para el invierno (...) necesito hacerme de un refugio muy solitario para el periodo de trabajo que espero comenzar al caer del otoño..." Dureza, austeridad, delicia, y un tono que pareciendo de queja trasluce cierta secreta dicha: ''pues aquí estoy un poco apartado y muy alejado de toda librería que me tenga al corriente".

 
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