Usted está aquí: domingo 12 de febrero de 2006 Capital Villa Mujeres, refugio de madres e hijos en condiciones de adversidad

Ahí encuentran protección ante la violencia familiar, el abandono y la pobreza

Villa Mujeres, refugio de madres e hijos en condiciones de adversidad

Además de alojamiento, ese albergue del GDF les ofrece talleres de capacitación

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

Ampliar la imagen Huéspedes de Villa Mujeres, en uno de los pasillos del albergue Foto: Marco Peláez

Violencia doméstica, desempleo, pobreza e imprevistos como el fallecimiento del cónyuge o la repatriación obligada de Estados Unidos, llevaron a 19 mujeres, madres todas ellas, con hijos menores de 15 años, a la medida extrema de recurrir a la asistencia social para asegurar temporalmente su resguardo y sustento.

Son 19 mujeres, madres de 41 menores, que además de no tener hogar y carecer de empleo o tener uno con muy bajo salario, tampoco pueden recibir el apoyo de sus familias, por estar distanciadas de ellas o porque sus precarias condiciones les impiden proporcionarles alguna ayuda. Sólo tuvieron como alternativa el Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS) Villa Mujeres, del Gobierno del Distrito Federal (GDF), antes conocido como albergue Villa Margarita.

Aunque son alojadas con sus hijos en edificios reservados especialmente para el programa de protección y recuperación social de mujeres en abandono y con niños menores de 15 años en situación de riesgo, conviven con otras mujeres, más de 300, que antes de ser canalizadas allí vivieron en las calles en situación de indigencia; algunas, atrapadas en el consumo del alcohol o las drogas, lo que les ocasionó daños en sus capacidades sicomotoras, y aisladas y sin familia; la mayoría, adultas mayores con deterioros funcionales severos que las mantienen en postración de manera permanente.

Verónica Romero es pasante de la licenciatura en trabajo social en el Instituto Politécnico Nacional. Casada y con tres hijos: Paulina, Uriel y Maretzi, de seis, cinco y dos años respectivamente, afirma que a sus 31 años había padecido algunas carencias, pero nunca imaginó llegar al extremo de tener que recurrir a un albergue para tener un lugar dónde vivir con sus hijos.

Después de trabajar en el área de servicios generales del Centro Federal de Readaptación Social de Tepeji de Rodríguez, Puebla, en la ciudad de México no le ha sido posible encontrar empleo en ninguno de los lugares a los que ha acudido a entrevistas y a dejar su currículum; "ni siquiera de capturista o recepcionista", mientras que su esposo, de quien está "momentáneamente" separada mientras permanece en el CAIS Villa Mujeres -quien tiene una carrera técnica en electrónica- tampoco ha encontrado un empleo estable y gana un poco de dinero realizando trabajos por temporadas.

Verónica está consciente de que éste no es el mejor lugar para vivir con sus hijos; sin embargo, confía en que su situación es transitoria y espera que pronto pueda tener una economía estable que le permita pagar renta.

Margarita García, encargada del CAIS Villa Mujeres, refiere que el propósito de este programa, que se inició en noviembre de 2004 -como el de los otros que se aplican en los 10 centros administrados por el Instituto de Asistencia e Integración Social de la Secretaría de Desarrollo Social del DF-, es modificar de manera sustancial las condiciones de vida de las mujeres y sus hijos, a quienes se proporcionan, en primer lugar, los apoyos básicos para la subsistencia.

Entre sus acciones prioritarias están la capacitación para el trabajo y la promoción de proyectos productivos, para impulsarlas a una vida independiente, y si bien el periodo de permanencia de las mujeres en el centro es de seis meses en promedio, algunas, por distintas circunstancias, llegan a quedarse hasta un año.

De los 41 niños que actualmente se encuentran en el albergue, 22 son menores de cinco años y allí mismo se les proporciona el servicio de guardería mientras sus madres asisten a talleres de capacitación, terapias o salen a sus centros de trabajo en el transcurso del día.

Deportada de EU y expulsada de su casa

Sandra Lidia Arana Castañeda, de 28 años, quien vive allí desde hace ocho meses con sus dos hijos, uno de 10 y otro de un año y seis meses de edad. Vivía en San Bernadino, California, Estados Unidos, donde nació su primer hijo, pero después del fallecimiento de su esposo se fue a buscar trabajo a Las Vegas, donde fue detenida por autoridades de migración y deportada a México.

Llegó a vivir con sus hermanos, embarazada de su segundo hijo, en un departamento en la unidad habitacional Vicente Guerrero, delegación Iztapalapa, pero empezó a tener diferencias con sus familiares, al grado de que la mandaron a vivir al cajón del estacionamiento, cubierto con láminas, donde permaneció alrededor de 15 días, hasta que por instancias de unas vecinas llegó al CAIS Villa Mujeres.

Después de realizar trabajo doméstico en casas, con ingreso semanal de 200 pesos, encontró empleo en una cocina económica, donde gana 100 pesos diarios; tiene planes para regresar a Estados Unidos, pero antes necesita reunir dinero para hacer los trámites ante la embajada estadunidense, para poder registrar a su primer hijo con la doble ciudadanía.

Aurea Ortiz Camacho es originaria del estado de Morelos. Tiene dos hijos: Apolinar, de ocho años, y Aurea, de siete. Hace seis años se separó de su esposo, "por ser una persona extremadamente violenta", quien llegó incluso a amenazarla de muerte, por lo que dejó su casa con sus hijos y se fue a vivir con su mamá en la colonia San Pedro Zacatenco, de la delegación Gustavo A. Madero, en una vivienda en condiciones muy precarias.

Hace unos meses consiguió un crédito del Instituto de Vivienda del DF, para construir su casa en el mismo terreno. Le dieron 37 mil pesos, de los cuales 5 mil sirvieron para elaborar los planos y realizar trámites, y con los 32 mil restantes apenas le alcanzó para los cimientos y algunos muros. Al quedar la casa inconclusa tuvo que irse al departamento de una tía, en condiciones de hacinamiento, hasta que una trabajadora social la canalizó al albergue. Trabaja en un expendio de materiales reciclables, donde gana 650 pesos a la semana, pero a veces los pagos se retrasan. Dice que espera conseguir una ampliación del crédito del Invi para poder terminar su casa, o reunir algo de dinero, por lo menos para acondicionarla con vigas de madera y láminas de cartón para poder habitarla.

 
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