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Religión y política en Venezuela
Chávez y sus "demonios"

Texto y Fotos: Javier Otaola

A pesar de que un cardenal advierte el peligro de una "dictadura de tipo marxista", la relaciones del chavismo con el resto de la jerarquía católica parecen marchar por un terreno terso tras largos años de pleito. En ese escenario, el gobierno venezolano expulsa hoy a un grupo evangélico que ha estado 60 años en su territorio



Hoy vence el plazo para que el grupo evangélico de origen estadunidense Nuevas Tribus salga de Venezuela. Cerca de 160 extranjeros que trabajaban con indígenas de 12 grupos étnicos serán repatriados. Su expulsión fue anunciada por el presidente Hugo Chávez el pasado 12 de octubre, durante un acto de entrega de créditos y títulos de tierras a indígenas. Los afectados negaron las acusaciones sobre supuesto espionaje y maltrato a los indígenas y apelaron la decisión ante los tribunales. Algunos opositores denunciaron un ataque contra de las libertades religiosas.

Las Nuevas Tribus llegaron al país en 1946 al amparo de la Ley de Misiones de 1915, que sometía a los indígenas a la autoridad de los religiosos igual que en la Colonia. A principios de los setenta el Congreso Indígena de Venezuela solicitó la derogación de dicha ley que calificó de discriminatoria y de atentar contra su cultura. Por esos años aparecieron las primeras denuncias en contra de las Nuevas Tribus, que ya contaban con una red de templos y aldeas con talleres, enfermerías, escuelas y pistas de aterrizaje. A los misioneros se les acusó de causar una epidemia de sarampión que costó la vida a 17 indígenas yanomamis en 1967. Su método de proselitismo fue calificado como etnocida pues prohíbe a los indígenas practicar sus danzas, utilizar la medicina tradicional y consumir tabaco o alcohol.

Un informe presentado en septiembre de 2005 por el general Eusebio de la Cruz documenta la muerte por hambre y desnutrición de 42 indígenas, 31 de ellos niños. La mayoría de estas muertes ocurrieron en la comunidad de Chaparralito, cercana a una base de operación de las Nuevas Tribus que cuenta con equipo de comunicación, alimentos y medicamentos. Dicho informe también señala que los misioneros entraban y salían del país utilizando sus pistas de aterrizaje sin pasar por aduanas, lo que ha generado sospechas de que extraen información sensible sobre los recursos naturales. En octubre pasado, el ministro del Interior, Jesse Chacón, dijo que a pesar de que la Constitución venezolana prohíbe el registro de patentes sobre recursos y conocimientos ancestrales, algunas empresas trasnacionales han patentado medicamentos que utilizan productos empleados por chamanes y curanderos indígenas.

Desde el inicio de su gobierno Chávez ha considerado el área como una zona estratégica y ha buscado erradicar los problemas ahí acumulados por años, como el tráfico de armas y estupefacientes o el tránsito de guerrilleros, paramilitares y de bandas de mineros ilegales. Y a las amenazas anteriores hay que agregar la histórica ambición de dominio que los países industrializados han tenido sobre los recursos de la selva amazónica. La pretensión de hacer del Amazonas "patrimonio de la humanidad", delegando el cuidado y la explotación de sus recursos a un cuerpo internacional no ha sido vista con buenos ojos por ninguno de los países sudamericanos. Por ello y porque la amenaza del Plan Colombia sigue siendo muy real, Venezuela y Brasil han estrechado sus lazos de cooperación en materia militar y de defensa y han delineado los planes estratégicos para la región.

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Las relaciones entre Chávez y la jerarquía católica no tuvieron un buen comienzo. La convocatoria de una nueva Constituyente en 1999 no generó entusiasmo en la Iglesia. Se temía que una nueva Constitución terminara con algunos privilegios y así fue: la "libertad de cultos" colocó a todas las iglesias en igualdad de condiciones frente al Estado, grupos evangélicos tuvieron por primera vez acceso a los medios de comunicación y a instituciones educativas, y muchos de los aportes económicos que el Estado otorgaba a la Iglesia para obras sociales fueron recortados.

La distancia entre la jerarquía católica y el Presidente se iría agrandando hasta que desde los púlpitos sonaron llamados a desconocer al mandatario, quien respondió llamando a los obispos "diablos con sotana". Las tensiones llegarían a tal grado que el arzobispo de Caracas, Ignacio Velasco, fue el primero en firmar el decreto que avalaba el golpe de Estado contra Chávez en abril de 2002.

La Iglesia católica, tradicionalmente vista por la sociedad venezolana como una de las instituciones con mayor credibilidad, se convirtió en sinónimo de oposición. Esto causó malestar dentro de la misma, donde ya comenzaban a escucharse voces que simpatizaban con el chavismo. Un número importante de sacerdotes y monjas se opuso al golpe de Estado y criticó a la cúpula de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) por dar la espalda a los sectores populares que apoyan al Presidente.

El papa Benedicto XVI ha manejado el caso Venezuela de manera distinta a su antecesor. El nuncio André Dupuy, simpatizante de la oposición, fue removido y en su lugar se puso a Giacinto Berlocco, quien mantiene buenas relaciones con el gobierno. De igual forma la CEV reemplazó a su presidente, el acérrimo antichavista Baltasar Porras, por el arzobispo de Maracaibo, Ubaldo Santana, de línea moderada. Y Jorge Urosa, otro moderado, reemplazó al finado Ignacio Velasco como arzobispo de Caracas.

Pero cuando la relación entre el Presidente y la jerarquía parecía distenderse, el pasado 14 de enero, el cardenal Castillo Lara aprovechó la celebración de las fiestas de la Divina Pastora para atacar al presidente Chávez y advertir sobre los riesgos de que Venezuela se convierta en una "dictadura de tipo marxista". Entre los invitados estaban altos mandos del gobierno y la Iglesia católica. Apenas iniciado su discurso, el prelado fue abucheado y se oyeron gritos de "¡misa, misa, misa!" La rechifla fue tan grande que Castillo Lara no terminó de leer su documento.

A ese hecho inédito en la historia, se sumaría la protesta de decenas de venezolanos a las afueras de la Conferencia Episcopal. Unos meses atrás la jerarquía católica hubiera cerrado filas en torno a Castillo Lara, pero esta vez el arzobispo de Caracas calificó de "inoportunas" las declaraciones del cardenal y recordó a los sacerdotes que no deben "utilizar los actos religiosos, ni el púlpito, como escenario para la expresión de las simpatías políticas de cada quien".

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A fines de enero se celebró una reunión en el palacio presidencial de Miraflores a la que asistieron altos mandos del gobierno y la cúpula de la CEV. Al término del encuentro el vicepresidente José Vicente Rangel declaró que las asperezas con la Iglesia católica estaban "totalmente limadas." La tregua parece garantizar cierta tranquilidad política en este año electoral. Por último, es poco probable que las dos mil comunidades evangélicas que apoyaron a Hugo Chávez en el referendo de 2004, cambien su postura por la expulsión de los misioneros estadunidenses. Después de todo, parece ser que en Venezuela los demonios no están tan sueltos.