La Jornada Semanal,   domingo 12 de febrero  de 2006        núm. 571
 
Carlos Alfieri
entrevista con Michael Burleigh

La política como sustituta de la religión

En su libro Poder terrenal. Religión y política en Europa. De la Revolución francesa a la primera guerra mundial, que Taurus acaba de publicar en España casi al mismo tiempo que en el Reino Unido, el historiador británico Michael Burleigh realiza un extenso y polémico estudio sobre la relación conflictiva entre el poder político y el religioso en Europa, que se tradujo en el proceso de secularización desarrollado en los últimos doscientos años. Burleigh confiesa ser "un liberal de derechas y no especialmente religioso".

En su anterior libro, El Tercer Reich, emprendió un extenso estudio de un tipo de poder político con características seudorreligiosas: el nazismo. ¿Fue a partir de ese trabajo que sintió la necesidad de abordar de manera más amplia y general el tema de las "religiones políticas"?

—Cuando empecé a escribir El Tercer Reich tenía ante mí el nazismo, el fascismo y el bolchevismo como ejemplos extremos de religiones políticas del siglo XX, y como antecedente distante el jacobinismo, que entronizó la religión de la razón. ¿Pero qué ocurrió en ese hueco de 150 años que queda entre ellos? En ese período se fue sustituyendo paulatinamente la religión por ideologías políticas. Entonces comencé a observar ese fenómeno desde nuevas perspectivas y a analizar los cambios que se fueron operando en la relación entre el Estado y la religión. Así nació este último libro, Poder terrenal, en el que trato de estudiar cómo ocurrió realmente el proceso de secularización, a quiénes afectó, por qué lo hizo más a los hombres que a las mujeres. En fin, me formulo este tipo de preguntas e intento hallarles respuestas. Ha sido un trabajo muy complicado.

¿Por qué Poder terrenal arranca en la época de la Revolución francesa? ¿Acaso no era legítimo ocuparse de las relaciones entre religión y política desde mucho antes?

Ayer alguien me comentó que el libro debería haber empezado con la Reforma… Pero tengo cincuenta años, y no quería cumplir setenta y estar todavía escribiéndolo. La Revolución francesa es un acontecimiento histórico suficientemente crucial y determinante, y sus consecuencias son tan vastas que me pareció fundamental como para iniciar mi estudio a partir de él. Una vez le preguntaron a Chou En Lai qué pensaba de la Revolución francesa, y él respondió que todavía era muy pronto para evaluar sus consecuencias…

La célebre frase de Voltaire: "A mí me gusta que mi abogado, mi sastre, mis criados y mi esposa crean en Dios, porque podré esperar así que se me robe con menos frecuencia y me pongan cuernos menos a menudo", ¿tipifica el modelo de alianza cínica y utilitaria de la burguesía con la Iglesia?

Y… sí. En la Tercera República Francesa decían los ricos: "Deberíamos recuperar la religión, porque así por lo menos podríamos evitar que los sirvientes nos roben las cucharas." En la Inglaterra victoriana también se apelaba al poder de la moral y la religión como dique de contención de todo tipo de vandalismo por parte de las clases más pobres.

¿Alguna vez fue sincera la alianza entre el poder secular y el religioso?

¡Buena pregunta! Depende un poco de cuestiones individuales, es muy difícil generalizar. La Iglesia cristiana tuvo una posición ambivalente frente a la democracia hasta la segunda guerra mundial, porque veía en ese sistema político el origen de muchas pesadillas.

¿Cómo definiría el concepto de "religión política"? ¿No se ha tendido a abusar del mismo al englobar en él fenómenos muy diversos, que sólo comparten una cierta liturgia y fervor de masas?

Hay muchas manifestaciones de entusiasmo de masas, como el futbol, que no constituyen, por supuesto, una religión política. Cuando yo era joven muchos decían que Eric Clapton era Dios. Pero el ser partidario fervoroso del Manchester United, del Real Madrid o de Eric Clapton no define un sistema de creencias acerca del bien y del mal ni establece una tabla de valores fundamentales según la cual se debe orientar la vida. También se dan hoy —en países como Estados Unidos o Francia— las que podemos llamar religiones civiles, que establecen una serie de valores comunes inspirados en la democracia liberal, y que cumplen la función de cohesionar la sociedad, pero no por eso pretenden suplantar a Dios, naturalmente. Las religiones políticas, en cambio, transfieren los valores y las prácticas religiosas al ámbito de lo político.

En el Reino Unido, la reina sigue siendo la jefa de la Iglesia anglicana. ¿Significa esto que en su país, a diferencia de la Europa continental, no se consolidó la separación entre Iglesia y Estado?

—Formalmente, en mi país la Iglesia y el Estado no están separados, pero empíricamente sí. El ordenamiento legal tradicional subsiste porque es bastante complicado modificarlo.

—¿La autoridad religiosa de la reina es meramente decorativa, como la monarquía misma?

—Sí. Por otra parte, yo soy un republicano convencido.

¿En qué época sitúa el comienzo de la profunda laicización de la sociedad occidental contemporánea?

Precisamente ahora estoy trabajando en ese tema. En torno a 1960. Hacia esa época las mujeres, que habían sido las principales transmisoras de la religión a los niños, dejan de cumplir ese papel, a causa de múltiples factores que sería muy largo explicar aquí.

¿Cuál es el milenarismo de nuestro tiempo?

No debería provocarme… en el buen sentido de la palabra. El fundamentalismo islámico, que es un híbrido muy importante entre antiguas creencias musulmanas y algunas de las ideas más alocadas de Occidente. Es un cóctel muy peligroso.