La Jornada Semanal,   domingo 12 de febrero  de 2006        núm. 571
 

Yves Bonnefoy: el golpe del lenguaje poético

Miguel Ángel Muñoz

Yves Bonnefoy (Tours, Francia, 1923) es, sin duda, una de las voces más grandes de la poesía francesa contemporánea. Medio siglo de creación poética desde su primer libro Del movimiento y de la inmovilidad de Douve (1954) hasta nuestros días, en que el poeta ha dejado hitos fundamentales como Hier régnant desert (1958), Récits en réve (1987), L’Arrière-Pays (1972), Début et fin de la neige (1991), y Les planches courbes (2001). Sus libros de ensayos, traducciones (Shakespeare y Yeats, sobre todo), lecciones magistrales en el Collège de Francia, sus escritos extraordinarios de arte sobre Morandi, Mantegna, Cartier-Bresson, Georges Chirico o Giacometti, se han vuelto fundamentales para las nuevas generaciones de escritores y críticos de arte. Su escritura debe tanto a los surcos del campo como a los estantes de las bibliotecas. Tras salir de su estudio parisiense, caminando juntos por Montmartre, me dice: " El único heredero posible del labrador es el artista", y continúa: "la esperanza que deposito en el lenguaje es la que hace que parezca que no me intereso por los problemas contemporáneos. Mi reflexión, mi trabajo, consiste en dar prioridad a todo lo que puede ayudar de manera más radical y directa a mejorar la situación del mundo: no ataco los conflictos o debates del momento, uno a uno, sino que he optado por ir a buscar la raíz del mal: el desastroso empleo que nuestra modernidad hace del lenguaje".

El lenguaje y su significado se han vuelto para Bonnefoy un límite y un cauce; esto es, que nos llevan al mundo, pero también nos alejan de él: terror e ilusión. Asombro y destrucción. "Hoy sólo pensamos y hablamos de manera conceptual, es decir, sirviéndonos de nociones y representaciones generales, que nada saben del tiempo, que nos hacen olvidar nuestra condición de mortales, que muchas veces impiden comprender el valor del instante vivido. En otras palabras, hemos perdido el contacto con nuestra propia realidad, y desde luego, nuestra relación con lo que nos rodea. Esa es la maldición que acompaña nuestra palabra y su significado."

Para Bonnefoy, el lenguaje no es una pulsión metafísica, inconcreta, en la que alienta lo inefable. Es vía de desvelamiento y de conocimiento, es mecanismo de aprendizaje, de asimilación —aun en sus desilusiones- y contemplación de la vida y del arte y territorio de la memoria. Estamos, por ello, ante la vida y el arte recreados en sus elementos más sintéticos y expresivos, a lo largo de una jornada, en un intento de depurar la experiencia cotidiana, hasta tamizarla con las distintas tonalidades de la luz, y cuyo resultado de este viaje inédito es su libro Les planches courbes.

Los poemas de Bonnefoy se mezclan entre una poética experimental muy visible y una formalización cercana a la estética del silencio, con versos cortos e intensos, que se manifiestan de manera especial en aquellos textos que parten de la evocación de una pintura. Ambicioso empeño que da lugar a una poesía híbrida: trabajada, a la vez, desde dos planteamientos (lírica del sentimiento y de la experiencia; poesía más metafísica y esencialista). Pero, sobre todo, son poemas imborrables, a veces esplendorosamente líricos, de descomunal belleza, a los que sólo cabe el calificativo de geniales y profundamente sabios —al igual que sus ensayos de arte.

La pintura es un tema referente en su poesía, no como tema sino como método o técnica. Su libro La nube roja reúne textos de los años setenta y noventa, donde pasean Bellini, Mantegna, Tiépolo, Hopper o Mondrian. "La mayoría de los poetas no comprenden bien la pintura", dice Bonnefoy, aunque quizá sólo se le equiparen John Berger y John Ashbery. Con todo, la obra poética y ensayística de Yves Bonnefoy —un clásico vivo— es producto de una sabiduría total, de dar sentido a los enigmas que lo rodean y que le ayudan a descubrir la intuición poética. ¿Qué es la poesía? "Es aquello que quiere —afirma- liberar las relaciones entre los hombres de los prejuicios, ideologías y quimeras que los empobrecen".