Usted está aquí: miércoles 15 de febrero de 2006 Opinión El gobierno de Fox y de Marta

Arnoldo Kraus

El gobierno de Fox y de Marta

La admiración es una cualidad humana deseable y necesaria. Admirar implica respeto, reconocimiento, estimación y consideración por una persona o hecho que sobresale. Admirar conlleva también ideas como el deseo de imitar o el orgullo de relacionarse o formar parte del grupo de las personas a quienes se respeta.

La admiración invita también a creer en las mejores posibilidades humanas. No admirar es insano y peligroso: se pierden marcos de referencia, disminuye el respeto y crece el descontento. Una de las características más sobresalientes del gobierno de Fox es su homogeneidad: no hay a quién admirar.

Es frecuente que las personas a quienes se admira sean amigos de la crítica y de la autocrítica. La ausencia de autocrítica impide el crecimiento de las personas y mina la posibilidad de admirar. Algunos de los borradores de Beethoven, a diferencia de los cuadernos sin abrir de nuestros gobernantes, reúnen esas características: sus correcciones eran a menudo implacables. ¿Quién en nuestro gobierno rectifica?, ¿quién en el gobierno del cambio sabe que la crítica más importante es la autocrítica?

La primera e imperdonable pifia del presidente Vicente Fox y de sus allegados es que desde el inicio de su gestión permitió la intromisión de su esposa en demasiados rubros. Dicha intromisión exasperó a la opinión pública y ahuyentó a muchos de los que habían votado por él. Desde un principio la figura de la señora Marta Sahagún pesó como un fardo y con frecuencia desbordó, aplastó, rebasó e hizo que la voz de Fox palideciese.

El abominable ejemplo de los nuevos ricos Bribiesca, y la defensa desaforada que ha hecho Fox de ellos, son muestra patente de ese Delirio a dúo -Ionesco dixit- en que se ha convertido la pareja presidencial. El Delirio a dúo desatado por los hijos de la señora Sahagún deviene dos conclusiones penosas: la primera es que a Fox le preocupa más defender a sus hijastros que ocuparse de su trabajo; la segunda es que apena el silencio de la mayoría de sus ministros ante la evidencia de hechos tan lamentables como el enriquecimiento ilícito de los vástagos de la señora Marta. Si alguno de los políticos hiciese honor a la palabra dignidad debería haber renunciado desde hace tiempo.

Es sin duda más grave no admirar que estar en desacuerdo. En el gobierno de Fox el desacuerdo con muchas de sus manifestaciones suele pasar más bien por el enojo y por el asombro que por la discusión profunda. El reciente affaire Sheraton muestra cuán endebles y faltos de inteligencia son muchos de nuestros ministros. Las palabras del canciller Luis Ernesto Derbez, "no nos enredamos en la bandera nacional ni nos lanzamos del castillo de Chapultepec", suscitan pena y encono. Imposible discutir ante la precariedad de esas declaraciones.

Mientras que estar en desacuerdo implica disenso y discusión, la falta de admiración equivale a ignorar mucho de lo que dice la persona, pasar por alto sus comentarios o, simplemente, acostumbrarse a sus sandeces. Creo que la inmensa mayoría de las posturas adversas de la opinión pública contra el gobierno del cambio representan, más bien, un estado de enojo y sorpresa ante la brutal embestida de la estupidez que malestar por la solidez de los argumentos. Qué pena.

Es insano no admirar a los gobernantes. Descontento, menosprecio y escepticismo son estados de ánimo frecuentes en las comunidades gobernadas por la improvisación y por la falta de materia. Los inmensos progresos que anuncia Fox en sus programas de radio no corresponden con la realidad de las calles ni con la realidad de los precios en los supermercados. Esa inconmensurable ausencia de autocrítica del gobierno foxista siembra más escepticismo en la opinión pública y aleja aún más a la sociedad de sus políticos. Lo mismo sucede cada vez que Marta toma el micrófono y silencia al ministro en turno.

Admirar es necesario. ¿Qué sería de nuestro país si Fox, Zedillo y Salinas no hubiesen expulsado a tantos mexicanos a Estados Unidos y que a la postre nos han salvado de la bancarrota? Admirar conlleva optimismo. ¿Qué será de nuestro país cuando el precio del petróleo disminuya? Admirar es una de las características humanas más bellas. ¿Qué sucederá en México si el próximo Fox es un presidente cuya mujer sea como Marta?

 
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