Usted está aquí: martes 21 de febrero de 2006 Estados Sin avance, el rescate de mineros en Coahuila; zozobra de familiares

Retirar del túnel las piedras causadas por el derrumbe, la mayor dificultad para brigadistas

Sin avance, el rescate de mineros en Coahuila; zozobra de familiares

¡Que nos informen algo, lo que sea!, pide entre gritos y llantos la esposa de uno de los atrapados

LEOPOLDO RAMOS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Lamentos de familiares de carboneros atrapados en la mina de San Juan de Sabinas, Coahuila Foto: Ap

San Juan de Sabinas, Coah., 20 de febrero. Los equipos de rescate no han podido establecer comunicación con alguno de los 65 mineros que desde la madrugada del domingo permanecen atrapados en la mina de carbón Pasta de Conchos, a 150 metros bajo tierra. Las labores de búsqueda siguen siendo lentas y con el paso de las horas se incrementa la desesperación de los familiares, quienes se mantienen a la expectativa, ansiosos de noticias, aunque no sean buenas.

"Queremos que nos digan cómo están allá abajo. Necesito saber si mi esposo está con vida, quiero saber cómo está, lo que sea, pero que nos digan ya algo", demandó entre gritos y llanto la señora Margarita Vázquez, esposa de uno de los trabajadores de los que no se tienen noticias desde las 11 de la noche del sábado 18, cuando ingresaron al subsuelo para iniciar el tercer turno de labores del día en la mina propiedad de Grupo México.

Poco después del mediodía de este lunes, Sergio Robles Garza, director de Protección Civil en Coahuila, anunció a los familiares de los obreros que los rescatistas modificarían la estrategia de búsqueda de los mineros.

Robles explicó que los brigadistas buscarían internarse en la mina por el ducto de donde se extrae el monóxido de carbono generado en la cantera; advirtió que si esta alternativa no se había considerado antes es porque representa importantes riesgos para los rescatistas.

Sin embargo, el anuncio del funcionario sólo incrementó la irritación de las familias de los desaparecidos. "Si dicen que hay riesgos para los rescatistas, entonces que traigan otros mejor entrenados", expresò en tono de molestia la joven Guadalupe Ortiz, cuyo hermano permanece en la mina.

Entrada la noche, la nueva estrategia tampoco había dado resultados, pero los rescatistas aseguran estar aplicando todo lo que está a su alcance para tratar de sacar con vida a los trabajadores atrapados.

"A nosotros también nos duele lo sucedido. Son nuestros compañeros de trabajo, con los que convivimos todos los días", atajó el minero Sergio Piña, quien participa en las labores de búsqueda.

La mina Pasta de Conchos tiene 150 metros de profundidad, pero ya en el subsuelo tiene canales -conocidos como tiros- a lo largo de 2.2 kilómetros y se presume que los trabajadores atrapados se encuentran al final del camino subterráneo. Hasta las 16 horas de este lunes, el reporte de la Dirección de Protección Civil era que los rescatistas habían avanzado apenas 400 metros.

"No es fácil avanzar allá abajo. Nos enfrentamos a una pared de escombro, particularmente de piedras sueltas ante la explosión. Las tenemos que ir retirando, tenemos que ir abriendo paso, pero al mismo tiempo tenemos que ir asegurando el área para poder avanzar con seguridad", aseguró Piña al salir de la mina.

Junto al trabajador, dos familiares de mineros atrapados se abrazan y se dicen lo siento, como si presintieran que jamás volverán a ver con vida a quienes ingresaron a la mina con el propósito de procurar los 600 pesos a la semana que les pagan por la extraer carbón.

A unos 15 kilómetros de distancia, en la cama 312 de una clínica del IMSS se encuentra Juan José Galván Maltos, uno de los 13 mineros que pudieron salir con vida tras la explosión y el derrumbe en la mina.

De 57 años de edad y 33 de experiencia en la extracción de carbón, don Juan José agradece "la oportunidad que Dios me dio para seguir viviendo", pero los ojos se le llenan de lágrimas cuando recuerda que se encuentran atrapados sus compañeros. "Quién sabe cómo estén. Dios los ha de estar ayudando y seguramente están bien", confió el minero.

Este sobreviviente tiene el rostro golpeado, pero su principal malestar físico está en las manos. En ambas tiene quemaduras de tercer grado. No puede mover los dedos y teme que se le puedan infectar.

"La verdad me acuerdo de muy poco. Yo estaba en la plancha de la mina -primer sitio adonde los mineros arriban tras descender los 150 metros- y de repente oí un ruidazo. Me sorprendí más cuando sentí que todo el cuerpo se me quemaba, sentí mucho calor; de lo demás no me acuerdo porque me desmayé. Dicen que una viga me pegó en la cabeza".

Gritos y lamentos

En la cama de al lado convalece Ricardo Ramírez Salazar, un joven de 24 años de edad que la semana anterior cumplió dos de haber ingresado a laborar en Pasta de Conchos.

Su estado de salud es menos delicado que el de don Juan José Galván, por lo que confió en salir del hospital en el transcurso de este martes.

La tarea de Ricardo dentro de la mina es de abastecedor, es decir, se encarga de surtir el material que los mineros emplean abajo para sacar el carbón.

Cuenta que el abastecimiento de las herramientas y del material lo hace con apoyo de un pequeño carro de acero, el cual se impulsa con un motor hacia el interior de la cavidad.

"Para mi fortuna ese día el motor del carro no jaló, no quiso prender y afuera de la mina los mecánicos lo estaban arreglando. Yo esperaba que terminaran cuando pasó todo, pero si el carro estuviera jalando yo anduviera allá donde estaban los demás trabajadores, entregándoles el material, y también hubiera quedado atrapado por el derrumbe."

Ricardo supo que había problemas "porque empecé a sentir mucho calor en el cuerpo, fue como un flamazo muy fuerte, tanto que me desprendió el casco y las botas y me aventó para atrás".

"Me levanté rápido -siguió- pero no veía nada, todo estaba oscuro y no pude encontrar la lámpara. Doy unos pasos y veo una luz, era la lámpara de un compañero que tenía una viga encima de las piernas. Le quité la viga, luego le quité la lámpara y lo ayudé a levantarse y los dos pudimos salir", señaló.

Ricardo Ramírez recordó que el trayecto hacia la boca de la mina "se me hizo eterno". Tenía intenso dolor en las piernas y la oscuridad era completa.

"Nada más se escuchaban puros lamentos, había gritos, se oían voces pidiendo que les ayudaran. Yo me quise regresar para tratar de ayudar a mis compañeros, pero el dolor en las piernas no me dejó. Allá abajo parecía como una película de guerra después de un bombardeo."

El accidente en Pasta de Conchos es sólo uno de los que han mantenido a esta región de Coahuila en medio de la catástrofe. Tan sólo de 2001 a la fecha la Dirección General de Energía y Minas del gobierno estatal ha contabilizado la muerte de 25 mineros.

El 29 de septiembre del 2001 estalló la mina La Morita, que se localiza en el ejido Santa María de San Juan de Sabinas. Ahí perdieron la vida 12 trabajadores y cuatro meses después, el 23 de enero de 2002 se derrumbó La Espuelita, cantera de carbón localizada en Mineral La Florida, donde fallecieron 13 personas.

 
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