Usted está aquí: miércoles 22 de febrero de 2006 Opinión Bosque boreal: la barbarie cívica en el corazón

Alejandro Nadal

Bosque boreal: la barbarie cívica en el corazón

En el comienzo de la Divina comedia, el poeta se encuentra en un bosque oscuro, fuera del camino recto. La densa selva áspera y salvaje es una representación alegórica de los peligros de la perdición moral. Es un motivo bastante común en el imaginario de la civilización humana: el bosque oscuro es la cuna salvaje de la que emerge el ser humano. En La nueva ciencia, por ejemplo, Giambattista Vico descubre que en los bosques primarios se refugiaron los descendientes de Noé que vivían en una "libertad bestial": en la barbarie.

Las cosas parecen haber cambiado mucho y hoy la barbarie está fuera del bosque y amenaza destruirlo. No es sólo el bosque tropical húmedo en la cuenca del Amazonas o del río Congo el que se encuentra bajo presión. El bosque boreal, el más grande del mundo, también está amenazado. Este bioma se ubica entre los paralelos 45°-75° latitud norte y atraviesa Canadá, Alaska, Suecia, Finlandia, Noruega y Rusia, cubriendo 12 millones de kilómetros cuadrados.

El bosque boreal está integrado en su mayor parte de coníferas. La biodiversidad en este bioma es reducida, pero aún así alberga miles de especies de mamíferos, aves, insectos, plantas de todo tipo y hongos. Además, es el hábitat de grandes poblaciones animales: en el bosque boreal canadiense anidan cada año 3 mil millones de aves y viven las concentraciones más grandes de caribú y de lobos. Además, la biomasa puede alcanzar hasta 250 toneladas por hectárea.

El bosque boreal juega un papel fundamental en la regulación del ciclo de carbón a escala mundial. Es el más grande pulmón del planeta y el primer sumidero terrestre de carbón en el mundo. El carbón que permanece capturado en su vegetación queda fuera del ciclo y no contribuye así al calentamiento global. Además los bosques boreales son el hogar de cientos de grupos étnicos de pueblos originarios, muchos de los cuales dependen de la cacería y la recolección de frutos para sobrevivir.

Cualquiera podría pensar que un ecosistema de esa magnitud no tiene problemas. Desafortunadamente, no es así. La gran industria cercana a la base de recursos naturales, la explotación forestal, la minería, la producción de hidroelectricidad y la extracción de gas ponen en riesgo la integridad del bosque boreal.

En Canadá, con casi un tercio de la superficie de bosque boreal en el mundo, la amenaza es más grave. Apenas 8 por ciento de la superficie de bosque boreal canadiense está sujeta a algún régimen de protección. El resto es campo abierto para las grandes corporaciones madereras, productoras de pulpa y papel, o los grandes consorcios mineros. Y si alguien cree que en Canadá sí saben explotar el bosque primario de manera sustentable que lo piense dos veces.

Casi 63 por ciento de la superficie de bosque boreal primario canadiense se encuentra sobrexplotado o amenazado por las compañías madereras, petroleras, gaseras, de pulpa y papel, mineras y de hidroelectricidad. Cada año se arrasa con una superficie de bosque boreal equivalente a 420 mil hectáreas, y la mayor parte de esta actividad se lleva a cabo con un sistema de tala rasa que implica cortar todos los árboles y pinos en una sección, para "aprovechar integralmente" todo el recurso.

Antiguamente la explotación forestal se llevaba a cabo con un sistema de tala selectiva que aprovechaba primero los árboles maduros y más valiosos. Esta práctica de manejo permitía mantener la frontera de la superficie boscosa estable. Hace 20 años estas prácticas cambiaron debido a requerimientos financieros y nueva tecnología que permitía utilizar el sistema de tala rasa. Este es un ejemplo de cambio tecnológico perverso que afecta directamente el medio ambiente. Con la nueva tecnología se abren claros gigantescos en el bosque y cuando la sección escogida ya ha sido convertida en un claro gigantesco, las máquinas se trasladan a otra sección para repetir la operación. Este sistema convierte a la silvicultura en una actividad extractiva que hace vulnerable la superficie boscosa restante.

Kimberley-Clark, el fabricante de papel higiénico más grande del planeta, utiliza anualmente más de 1.1 millones de metros cúbicos de árboles del bosque boreal para producir 513 mil toneladas de pulpa para sus kleenex, servilletas desechables y papel sanitario. Sólo 19 por ciento de la celulosa que utiliza esta compañía proviene de material reciclado. Para elaborar estos productos cada año se someten al sistema de tala rasa unas 205 mil hectáreas en los bosques boreales de Alberta y Ontario.

Si en los círculos de Dante el bosque oscuro representa el peligro de la corrupción moral, en Shakespeare hallamos una inversión importante de esa alegoría: la barbarie que antiguamente habitaba en el bosque ahora se encuentra en el corazón de los hombres. Macbeth es la representación más clara de esta tragedia. Los personajes más corruptos no entendieron la profecía de las tres brujas: Macbeth será vencido y su infamia castigada cuando el bosque de Birnam marche hasta el castillo en Dunsinane.

Hoy la barbarie cívica de la industria capitalista quiere asegurarse de que el bosque nunca más vuelva a ponerse en movimiento. Su desgracia será la de todos nosotros.

 
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