Usted está aquí: jueves 23 de febrero de 2006 Opinión Pasta de Conchos: gobierno inexistente

Editorial

Pasta de Conchos: gobierno inexistente

El accidente ocurrido en la mina de Pasta de Conchos, Coahuila, en la madrugada del pasado domingo, la terrible situación de 65 mineros que quedaron atrapados desde entonces y de quienes hasta el cierre de esta edición no se tenían noticias, así como la angustia en que se encuentran sus familiares, ha puesto al descubierto una vez más la exasperante inoperancia de las autoridades foxistas. Más de 90 horas después de ocurrida la explosión y los derrumbes dentro del socavón no ha aparecido nadie capaz de informar ­ya no se diga de reconfortar­ a las familias de los mineros atrapados. El colmo de la torpeza: ayer la mancuerna formada por el secretario del Trabajo, Francisco Salazar, y Javier de la Fuente, presidente de la empresa minera, decidió dirigirse a los parientes de los afectados reja de por medio para no decirles, en concreto, nada sobre la suerte de los trabajadores. La irresponsabilidad en sus cotas máximas: el vocero de Los Pinos, Rubén Aguilar, jugaba, también ayer, a alentar las esperanzas de los familiares, extendía exoneraciones de antemano al asegurar que las condiciones de seguridad en la mina eran "excelentes" hasta antes del accidente y se felicitaba por la "espléndida" coordinación de los organismos gubernamentales involucrados en el asunto. La insensibilidad con rango presidencial: el titular del Ejecutivo federal, Vicente Fox, "oraba" por los mineros atrapados y condicionaba el hacerse presente en la localidad coahuilense a que "las circunstancias lo ameriten", a decir de su portavoz, como si no fuera suficiente la desesperada situación de los 65 trabajadores y la zozobra de sus familias, hechos que han concitado, por lo demás, la atención de los medios informativos internacionales.

La indignación en San Juan de Sabinas crece al paso de las horas en forma por demás justificada, ante las imprecisiones, las vaguedades y el desdén de la empresa y de las autoridades, y ante la adopción de medidas "previsoras" por parte de la compañía, la cual ordenó que se excavaran 20 tumbas en el panteón cercano de Santa Rosa, en lo que constituye un insulto macabro a la comunidad.

Más allá de las miserias empresariales y gubernamentales exhibidas por la circunstancia crítica, el accidente pone sobre la mesa, una vez más, la voracidad de un consorcio minero que paga 70 pesos al día a cambio de que los trabajadores arriesguen la vida durante ocho horas, con la complacencia de las autoridades laborales y de salud. La "excelencia" de la seguridad imperante en Pasta de Conchos que mencionaba el vocero Rubén Aguilar fue desmentida ayer mismo por uno de los lesionados que fue dado de alta, quien sostuvo que la seguridad en el socavón está "por los suelos". Cabe preguntarse si los trabajadores de Minera México, SA de CV, con sus 70 pesos diarios, forman parte de ese 70 por ciento de mexicanos que ya tienen "lavadora, y no de dos patas", al que hizo referencia Fox recientemente, si ya tienen casa propia, de acuerdo con la enumeración de logros de la propaganda presidencial, si sus familias están cubiertas por un seguro médico ­el que sea­, o si lograron acceder a la trilogía de "vocho, tele y changarro" que ofrecía el ahora Presidente en su campaña electoral.

Sin espíritu de disculpar estas circunstancias específicas de explotación inicua, es pertinente señalar que la minería es uno de los ramos en los que más se abusa de la mano de obra. Los trabajadores de los filones desempeñan uno de los oficios más peligrosos del mundo ­de 1969 a la fecha, en la cuenca carbonífera de Coahuila, han muerto casi 300 mineros en accidentes de trabajo­ pero sus pagas son, en cambio, de las más bajas e injustas. Las empresas del sector, una vez que establecen una planta en una localidad determinada, se constituyen en fuente prácticamente única de empleo para los lugareños, quienes se ven obligados a escoger entre bajar a los pozos por salarios de vergüenza o morirse de hambre.

Pasta de Conchos ha puesto al descubierto, en suma, la otra cara de la moneda de esa Foxilandia empresarial, autocomplaciente y frívola, que en más de cinco años no ha logrado hacer contacto con México.

 
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