Usted está aquí: jueves 23 de febrero de 2006 Opinión POESIA PARA LLEVAR

POESIA PARA LLEVAR

Ricardo Yáñez

Poemario de Javier Molina

LO PRIMERO QUE salta a la vista no al leer sino luego de leer la poesía de Javier Molina es su falta de pretensión, valor, tengo para mí, algo olvidado en estos (aludo, aunque no sólo, a las aspiraciones escalafonarias y, muy legítimas pero probablemente distractoras, económicas de la grey literaria y en general artística) tiempos.

SU AIRE DE naturalidad, la prescindencia de artificiosidades, no de recursos por supuesto; el uso mesurado del saber poético en pro de la comunicación de un sentir sensible (si se nos permite la aparente redundancia), hacen de la voz escrita -escrita porque en verdad habla- de este poeta chiapaneco una de las más atentas y atendibles de las de mi generación (alguna vez llamada ''del 68", y más frecuentemente ''de los 40")

NO AL SER leída, sino luego de ser leída, su lirismo nos deja el sabor de la sed que se quita, esa frescura grata que es a la vez que satisfacción entendimiento acaso de la sed. Sabemos que sabemos algo que no sabíamos al concluir la lectura de esta obra (poema, libro, reunión de libros, según) donde los hechos hallan su lugar, algo que nos pedía -y no exigía- ser sabido.

EL LUGAR DE los hechos es justo el nombre del libro que dentro de la colección Biblioteca Popular de Chiapas habrá de presentarse este viernes a las cinco de la tarde en el Palacio de Minería, libro que tiene el don de mostrarse (Muestrario es uno de los títulos anteriores de Molina que, con otros como Bajo la lluvia y Para hacer plática, congrega este volumen), cierto, como un lugar, el lugar, diría yo (sin con eso eludir la punzante, evidente alusión trágica), del lector atendido en tanto tal, que es aquí como decir en tanto prójimo.

ESCRITURA QUE EN verdad habla, y no se dude que porque lo escucha, al lector -más exactamente, subrayemos, al prójimo-, El lugar de los hechos es palabra que no se propone como indispensable y de ese modo se revela (en la dolida penúltima parte del libro, La luz se rebela, juega el autor, como es sencillo de ver, con la homofonía verbal) nada más (¿para qué más?) necesaria.

''... HAY/ UNA estrella generosa/ que ilumina/ este camino" que es más que simplemente el de Javier, quien en su verso y prosa deja la impresión de que anda siempre. ''Los primeros pasos// el primer camino", en tanto ''las estrellas miran/ lo que sucede en la tierra." Que, no obstante el dolor, ''... Si la madre de un hijo muere,/ el hijo de un lucero,/ si la luz se acaba,/ si el maíz/ es pisoteado, si las lámparas huyen/ incendiadas.// El libro permanece,/ la blancura de su historia y/ de sus hojas,/ la blancura de mañana,/ la música del viento, los tambores,/ los cuadernos/ de la escuela.// El Libro permanece, sigue un río/ preguntando por la vida."

SIEMPRE HAY UN Nacimiento. Siempre: ''La vida llega,/ muestra su desnudez,/ su hambre, su frío,/ su puesto en algún lugar,/ su lugar en alguna parte".

CIERTO, DE PRONTO ''Es de noche en el corazón,/ es de noche en pleno día,/ los músicos guardaron silencio./ Algo sucedió en este lugar,/ algo que no podemos decir". Y sin embargo ''Amanece. Comienza un día/ enorme."

Y ES QUE ''En un cuarto oscuro/ se revela la luz del amanecer".

 
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