Usted está aquí: viernes 24 de febrero de 2006 Estados Buena fe y autoevaluación, premisas de inspección a empresas

Buena fe y autoevaluación, premisas de inspección a empresas

Desde 2003, Carlos Abascal Carranza, entonces secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS), promovió un esquema de inspección federal sustentado en la "autoevaluación y buena fe" de los empresarios sobre el cumplimiento de las normas en materia de seguridad e higiene.

De acuerdo con cifras oficiales y cálculos de especialistas en el tema, en ese año México tenía menos de 400 inspectores federales del trabajo para vigilar a 2.7 millones de empresas.

Primero en proyectos administrativos y más tarde en sus discursos, el secretario de Gobernación apostó a la política de "más vale convencer que imponer", bajo el argumento de que la inspección del trabajo, como se realizaba antaño, no había sido capaz de provocar un cambio de mentalidad en el patrón, en los trabajadores ni en los sindicatos; por el contrario, "ha sido proclive a actos de corrupción", señalaba.

Así, en el plan gubernamental alentado por el gobierno foxista, los patrones podrían entregar por escrito a la Secretaría del Trabajo una declaración laboral para hacer constar la existencia de equipo, normas y procesos necesarios que garantizaban la salud y seguridad de los empleados, incluidos los obreros de las fábricas en las que se manejan sustancias tóxicas peligrosas.

Este diario difundió en abril de 2003 parte de un texto (incluido en la Revista Universo Laboral, editada por la STPS), en el que se explicaba que la forma en que los patrones deberían llenar los formularios partía del "principio de buena fe".

Por su parte, "la STPS confiará en la autorregulación del empleador. Lego enviará inspectores, de manera aleatoria, a las empresas, en especial a aquellas que nunca han sido supervisadas".

Pese al aumento de accidentes de trabajo, el eje de esa "reingeniería" fue el "cumplimiento voluntario" de los reglamentos de seguridad, higiene y medio ambiente laboral porque, afirmó entonces Mario Hernández, director de Inspección del Trabajo de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, el inspector debe dejar de ser inquisidor para convertirse en un consejero, aliado y asesor de los factores de la producción.

Fabiola Martínez

 
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