Usted está aquí: sábado 25 de febrero de 2006 Política Lejos del poder, cerca de los movimientos

Raúl Zibechi

Lejos del poder, cerca de los movimientos

"Dos años en el poder público fueron suficientes para constatar que aquel no es mi lugar. Prefiero actuar en la base, junto a los movimientos populares", es la conclusión del fraile dominico Frei Betto, después de ejercer durante 687 días como asesor especial del presidente Lula y como coordinador de movilización social del programa Hambre Cero. A fines de 2004 decidió abandonar el cargo, por discrepar con la política económica del actual gobierno.

Mosca azul, el libro que acaba de lanzar, es una reflexión sobre el poder, al que considera "la mayor de las tentaciones humanas". En entrevista publicada por Jornal do Brasil (22 de febrero), Betto sostiene que "la picada de la mosca azul inoculó al Partido de los Trabajadores el veneno que representa el cambio de un proyecto de nación por un proyecto de elección". Cree que el PT (partido que contribuyó a fundar hace 26 años) se convirtió en un mero instrumento de acceso al poder, dejando de lado la organización de los trabajadores y los excluidos. Con ello "la permanencia en el poder pasó a tener mayor importancia que el vínculo orgánico con el movimiento social".

Betto sostiene que los partidos que "hacen alianzas espurias acaban siendo víctimas de sus adversarios históricos que se muestran como compañeros ocasionales". Esa sería, en su opinión, una de las razones de la debacle moral del Campo Mayoritario, el sector que condujo, hasta las últimas elecciones internas de octubre, los destinos del partido desde comienzos de la década de 1990. No quiere personalizar sus acusaciones sino, como se empeña en repetir, entender las razones que condujeron a un sector importante a caer en los mismos vicios que criticaba.

El tema central del libro es "cómo evitar el veneno de la mosca azul e injertar valores en la estructura de poder". Confiesa que no tiene respuestas a las preguntas más acuciantes: "¿Por qué en el poder las personas tienden a despersonalizarse, prefiriendo encarnar más la función que ocupan que las personas que de hecho son? ¿Qué enfermedad es esa que lleva a las personas a quedar embelesadas con el poder, en una tendencia de autodivinización por ocupar una instancia de poder?" Todo su esfuerzo lo dedica a hacer una etiología de esa patología, buscando eludir la personalización y dejando rigurosamente fuera a su amigo Lula.

Betto sostiene que el PT puede cambiar, ya que es mucho más que la camada de dirigentes acusados de corrupción. Sostiene que volverá a votar por Lula, pero ahora lo hace por una cuestión de pragmatismo: "Entre los candidatos que se presentan me quedo con aquel que, como mínimo, no ha criminalizado a los movimientos sociales ni ha intentado cooptarlos". Pese a ello, recuerda en la misma entrevista que su apoyo a Lula es crítico, y su horizonte consiste "en el fortalecimiento de los movimientos sociales".

Pese a su sólido y prolongado compromiso con los movimientos populares de Brasil, muy en particular con los Sin Tierra, Frei Betto sostiene en otra entrevista (Brecha, 24 de febrero) que "no hay condiciones para cambios por vías no institucionales". De ahí su opción por participar de lleno en el gobierno de Lula, incluyendo un indeseado traslado de residencia a Brasilia, donde estaba su oficina. Cree que una de las razones que alientan la corrupción en Brasil es la falta de una profunda reforma política, uno de los principales errores del gobierno de Lula, "que favorece el clientelismo, la corrupción y la caja dos", en alusión a la doble contabilidad que manejan todos los partidos del país para encubrir los ingresos espurios.

Quizá una de las reflexiones más interesantes de Betto consiste en la necesidad de que un contrapoder vigile y controle al poder estatal, como forma de evitar abusos. Una parte sustancial de su libro, aún no traducido al español, consiste en analizar "cómo se comporta el poder cuando no interacciona con otro poder, que es la movilización de los movimientos populares". En esos casos, sostiene, se cae en un cierto absolutismo que favorece la corrupción. El libro número 43 de Frei Betto está dedicado a lo que considera como el reaseguro de la izquierda política, "ese poder popular que es el sujeto de la democracia real". El fraile dominico queda entonces en una doble apuesta que parece consistir en combinar la actuación institucional con las acciones de base de los movimientos, que podrían -deberían- alimentarse mutuamente.

Sin embargo, profundizando en su pensamiento se adivina cierto escpeticismo frente a la lógica estatal e institucional, incluso la partidaria. Quizá se trata de una radicalización hacia la política plebeya, como consecuencia de su paso por el poder: sostiene que el PT debe ser apenas "el canal de las transformaciones sociales y la expresión político-partidaria de las aspiraciones de los más pobres". En los hechos, no concibe a los partidos como sujetos de los cambios sino sólo como la forma de canalizar la lucha de los movimientos.

En otros momentos, como en su respuesta final a Jornal do Brasil acerca de su actitud ante la próxima campaña electoral, fue tajante: "No creo en los cambios de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba. Aprendí en Planalto (sede del gobierno) que un gobierno sólo funciona bajo presión. Para perseguir ese objetivo es mejor Lula que cualquier otro. La presión sobre el gobierno de Lula es mucho más viable que bajo un gobierno tucano (del PSDB de Fernando Henrique Cardoso), que trató a los movimientos populares como cuestión policial".

Ahora que el gobierno petista parece estar saliendo del atolladero que fue el año 2005, y cuando todas las encuestas predicen un fuerte crecimiento de la candidatura de Lula para la relección en octubre, voces como la de Frei Betto parecen más necesarias que nunca. Si a pesar de las serias denuncias sobre corrupción y al continuismo con el modelo neoliberal Lula volviera a ganar la presidencia por otros cuatro años, la "tentación del poder" puede ser una trampa mortal. Una ética basada en el compromiso con los movimientos de los de abajo puede ser una inyección de moral para una izquierda que la necesita como el pan.

 
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