La Jornada Semanal,   domingo 26 de febrero  de 2006        núm. 573
 
A Dios rogando y con el mazo dando
Las caricaturas danesas

Ricardo Bada

Circula por internet un chiste gráfico alemán donde Jesús, armado de una potente pistola (no entiendo de armas, pero a priori se la ve muy eficaz), está llamando a una puerta mientras dice: "¡Abre, Mahoma, tenemos que hablar!" Lo miro, y trato de meterme en la piel de una persona de auténticos sentimientos cristianos, y no de un fundamentalista cerril —perdónenme tan craso pleonasmo—, y creo que lo primero que afloraría a mis labios sería una sonrisa.

Pero ¿qué sucedería si esa misma persona, sin ser fundamentalista cerril, descubriera en un diario de Teherán, de Bagdad, de Yakarta, un chiste en el que se representase a Jesús con el casco y el uniforme de camuflaje de un GI, ametralladora en mano y disparando contra civiles indefensos, pudiéndosele identificar gracias al adhesivo pectoral CORPORAL JESUS? Trato de meterme una vez más en su piel, y en este caso creo que me sentiría no sé si ofendido, pero al menos bastante conturbado y menearía la cabeza con reprobación.

Lo malo del caso es que esta última caricatura responde a la realidad de la cruzada emprendida por Bush contra el Eje del Mal, de la misma y simétrica manera que las quemas de embajadas, consulados y banderas danesas y europeas en general, en países de Oriente Medio, le dan la razón a las caricaturas publicadas en Copenague por el diario conservador Jylland Posten.

Una guerra —aquélla— hecha en nombre de los valores de la civilización cristiana, una reacción —ésta— en nombre de los sentimientos de la religión musulmana.

Debo decir, eso sí, que la hipótesis formulada en el párrafo trasanterior es o debería ser de todo punto impensable en la realidad. Y ello no sólo porque el Islam prohibe de manera taxativa la representación gráfica, sino porque Jesús es uno de los grandes profetas reconocidos por el Corán. Según la tradición musulmana, basada en la aleya 6 de la sura 61, Jesús anuncia la llegada de Mahoma, es su mesías.

Lo cual nos lleva a considerar un aspecto particularmente delicado de la cuestión: ¿por qué esas algaradas fanáticas a causa de las caricaturas de Mahoma, y ninguna cuando ha habido tantas

y tan diversas ocasiones en que se ha representado de manera blasfema al gran profeta islámico que fue Jesús de Nazaret? Claro está que de las correspondientes algaradas, incluso incendios de cine en los casos de La vida de Brian y La última tentación de Cristo, fueron los cristianos fundamentalistas quienes se encargaron, pero no hubiera estado nada mal que algún ayatola les hubiese recordado que también aquí habían sido heridos sus sentimientos religiosos. Sólo que... ¿lo fueron? Mi impresión es que la hermenéutica coránica se antoja bastante unilateral.

Sea como fuere, reducirse a ver esta polémica incendiaria y sangrienta bajo el único prisma de la defensa de la libertad de expresión es algo que creo que no va al fondo del asunto. Para empezar, la misma expresión "libertad de expresión" necesitaría serle explicada primero a los ciudadanos árabes, que la desconocen por completo.

A ello arguye Günter Grass, en una encuesta realizada con grandes intelectuales europeos, que "Occidente lleva esta discusión con autocomplacencia sobre la base de que gozamos de libertad de prensa. Pero el que no se engaña sabe que los periódicos viven de los anuncios, y que para hacerlos se toma en consideración lo que mandan ciertos poderes económicos. La prensa forma parte de enormes grupos que monopolizan la opinión pública. Hemos perdido el derecho de escudarnos en el derecho de libertad de opinión. (...) No se puede invocar la libertad de expresión sin analizar cómo está ésta en Occidente".

Es cierto. Lo paradójico es que para decirlo ha ejercido su derecho a la libertad de expresión en la prensa occidental. Pero hace pocos meses, su colega turco Orhan Pamuk debió comparecer ante la justicia de su país acusado de haber afirmado que ese mismo país suyo había cometido una masacre donde murió un millón de armenios en los años 1915-1916. Que es tanto como si la justicia española me requiriese procesalmente por afirmar que el Reyno de Castilla masacró en masa poblaciones indígenas durante la conquista de América.

Lo que late en la polémica desatada por las caricaturas danesas, mucho me temo, es harto más complejo y, al mismo tiempo, más simple aún que las simplificaciones con que se nos argumenta, de uno y otro lado. El fondo del asunto, mucho me temo, es que pese a bastantes buenas intenciones de ambos, sigue estando vigente lo que dejó escrito Rudyard Kipling en su balada del Este y el Oeste: "Oh, East is East, and West is West, and never the twain shall meet (Oh, el Este es el Este, y el Oeste es el Oeste, y nunca se encontrarán los dos)".