La Jornada Semanal,   domingo 26 de febrero  de 2006        núm. 573
A LÁPIZ
Enrique López Aguilar
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LEER POESÍA (III Y ÚLTIMA)

Leer poesía propicia el deseo de escribir poesía. Si sólo se aprende a escribir leyendo, ¿de qué escriben quienes comienzan a escribir "poemas"? ¿Para qué? ¿Cómo saber qué se lee de poesía deduciendo cuanto escriben quienes son aficionados o futuros poetas? ¿Cuál es la cultura poética de un lector promedio en México? Además de modernismo, rock, bolero, nueva trova, un poco de romanticismo y casi nada de barroco, algunas cositas de Neruda, el renacentista "Madrigal" (de Gutierre de Cetina) más Jaime Sabines, ¿qué confiesa leer el lector promedio ubicado entre los presuntos 24,370.85 poétofagos, en México?

Dejando de lado la poesía no castellana y pensando sólo en poetas mexicanos, españoles e hispanoamericanos que escribieron después de 1920: ¿cómo se conocen la obra y los nombres de Xavier Villaurrutia, Nicanor Parra, Rafael Salinas, Oliverio Girondo, Carlos Barral, Rosario Castellanos, José Carlos Becerra, Francisco Hernández…? Puede aceptarse la terrible hipótesis que José Saramago sostiene en Cuadernos de Lanzarote: "nadie lee a Octavio Paz, aunque sea premio Nóbel". De las obras completas de Paz, publicadas por el Fondo de Cultura Económica, lo que más se vende es el tomo dedicado a su obra poética, no la abundante recopilación ensayística, pero cuando uno pregunta a "lectores de poesía", todos saben de él y pocos lo han leído. ¿Cuántos lectores mexicanos de poesía leen la contemporánea? ¿El uno por ciento del 0.5% general: 243.7 lectores? ¿El 10%: 2,437 lectores?

Para lograr un censo de lectores de poesía en México, puede rastrearse entre el sector académico dedicado a la docencia e investigación literarias, algunos críticos literarios, algunos alumnos de literatura (desde bachillerato hasta postgrado), un mediano porcentaje de escritores y editores, algunos jóvenes poetas, algunos declamadores, algunos intelectuales e hijos de intelectuales, algunos traductores; asimismo, los editores y libreros pueden informar acerca de la circulación de poemarios vendidos (descontados los obsequios a bibliotecas y en actividades de difusión cultural). Debe restarse a los abnegados alumnos que "leen" poemas para aprobar un examen… y toda esta información nunca hablará de quienes leen poesía de manera asidua, sin ser nada de lo antes mencionado.

Para muchos usuarios de poesía, una de las primeras fuentes de contacto con lo poético es un acontecimiento popular, como el rock y el bolero. Los dos hexasílabos ‘mi banca de escuela/ ya tiene tu nombre’, por ejemplo, ofrecen una manera de suponer que poesía es lo que se escribe distinto, lo cual propicia que adolescentes enamorados escriban cosas así: ‘siempre te amaré/ porque nadie más me gustará/ y ya no seré el que fui’: la previsible hipérbasis con verbo al final pretende poético lo que tan sólo es un inofensivo mensaje, directo y prosaico (sin metro ni rima ni grandes preocupaciones acentuales). Para otros, "El brindis del bohemio", retórico y grandilocuente, es modelo de lo que puede escribirse para parecer un poema. ¿Para qué escriben patapoemas los patapoetas? (Alfred Jarry los supone en su noción de patafísica, ciencia dedicada al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones): para expresarse con insólita desesperación y cierto pragmatismo. Poetas somos todos, dijo Paz, pero no como lo suponen los patapoetas y, para recitar un lugar común: poeta es quien sigue escribiendo después de los veinticinco años.

Italo Calvino escribió: "una vez encontrada una forma, ésta puede contener casi cualquier cosa". Enamorados y poetas entienden el problema de las formas: así como el escritor debe lidiar con las palabras de todos para convertirlas en objetos que revelen aristas y matices insospechados, el enamorado siente que un ‘te amo’ no le alcanza para expresar lo individual y superlativo de sus sentimientos, puesto que él cree que nadie ama con tanta intensidad y busca palabras nunca dichas para decirle a su amada lo mismo que todos dicen: ‘te amo como nadie más podría decirte que te ama, porque mi amor es singular’. Para la literatura, las formas no sólo se llaman soneto o cuento, sino que incluyen las maneras particulares como un escritor resuelve sus temas.

¿Quién lee poesía en México, cuánta gente, cómo? Idealmente hablando, Juan con su cara de Juan cara de todos, quien encuentra una lenta belleza en ‘un sauce de cristal, un chopo de agua,/ un alto surtidor que el viento arquea’, de Piedra de sol y, además, está convencido de que poesía es aquello digno de recordarse en ciertos momentos para compartirlo con los demás.