Usted está aquí: viernes 3 de marzo de 2006 Opinión De género y neoconservadurismo

Gabriela Rodríguez

De género y neoconservadurismo

Bienvenido José María Aznar a la campaña del PAN; su presencia en México fue crucial para identificar la posición de ese partido en plena campaña electoral. El invitado del blanquiazul enfatizó que lo que suceda en México tendrá influencia determinante en Iberoamérica, luego de considerar que las cosas en esta región "no rondan y no marchan precisamente con buenos vientos"; se refiere, obviamente, al sostenido repunte de AMLO y al avance de los gobiernos de centro izquierda en España y América Latina. Las credenciales de Aznar son mundialmente conocidas: exponente fundamentalista en el espectro neoconservador, líder de numerarios y supernumerarios del Opus Dei, traductor político de los republicanos gringos. Se trata del único presidente europeo que nunca contradijo a George W. Bush. Yo espero que la derrota que sufrió Aznar frente a José Luis Rodríguez Zapatero sea un augurio infalible para Felipe Calderón.

La visita no pudo ser más oportuna: la víspera del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos aclara la posición antifeminista entre quienes nunca han luchado por la igualdad. Es importante señalar que los neo-conservadores son los líderes del neoliberalismo, y que se trata de un reposicionamiento con nuevas definiciones frente a los conservadores de otros tiempos.

Según deja ver el investigador Jorge Alonso en Conservadurismo mexicano -publicado por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social de Occidente (De la Torre, R. et al. CIESAS, 2005)-, el paradigma neoconservador implica cierta tendencia "a erigirse en guardianes del orden establecido, la demanda del respeto a la tradición, la invocación a un orden natural y la apelación a justificaciones religiosas así como la defensa de las instituciones establecidas. En el conservadurismo hay un núcleo dogmático e intolerante: impera un pensamiento racista y un rechazo al derecho de las minorías; los conservadores se han dado a la tarea de defender el papel de la familia y de las costumbres evaluadas como rectas; están en contra del aborto, proponen mano dura ante cualquier tipo de criminalidad. Los postulados del conservadurismo social se basan en los pilares del orden, leyes y fundamentos morales religiosos". Sin duda, la igualdad entre los sexos no sólo tiene que ver con diferencias de clase, sino también con las creencias religiosas y las libertades.

Una muy interesante encuesta mundial sobre los valores, coordinada por Ronald Inglehart, de la Universidad de Michigan, hace relucir las enormes diferencias culturales de este mundo "globalizado". El sondeo confirma, en cierta manera, la hipótesis de Huntington de que las tradiciones religiosas han quedado impresas y están en el fondo de valores contemporáneos. Como resultado del estudio se delimitaron seis diferentes regiones: el cristianismo de Occidente (Europa occidental, Estados Unidos y Australia), los cristianos del este europeo poscomunista, los ortodoxos, los países con mayoría musulmana, los católicos de América Latina, las sociedades sino-confucionistas de Asia, los países del Subsáhara africano, más Japón e India por aparte.

Entre los principales hallazgos se encontró que los ideales de democracia y derechos humanos tienen una aprobación muy positiva en todo el orbe, lo cual es un cambio dramático respecto de lo que se reportaba en los años treintas o cuarentas, pero que los temas que actualmente dividen a las regiones son los de equidad de género, divorcio, aborto y homosexualidad. La más visible diferencia es entre países musulmanes y cristianos-católicos agrupados. La desaprobación de las siguientes frases fue de 55 por ciento entre los primeros y de 82 por ciento en los segundos: "Los hombres son mejores políticos que las mujeres", "si el trabajo es escaso, los hombres tienen más derecho al empleo que ellas", "una mujer debe tener un hijo para estar completa". En cuanto a si el divorcio se justifica, sólo 35 por ciento de los musulmanes estuvieron de acuerdo y 60 por ciento de los cristianos-católicos. Los dos temas que hoy dividen más claramente a la gente son el aborto y la homosexualidad. El aborto únicamente se considera una medida justificada para 25 por ciento de islámicos y para 48 por ciento de quienes viven en países del mundo cristiano y católico, en tanto que la homosexualidad es justificable para 12 por ciento de los primeros y para 53 por ciento de los segundos.

Entre muchos otros hallazgos, que seguiré comentando en el próximo artículo, hay que destacar como conclusiones que la religión explica en mucho las diferencias de valor frente a las mujeres y la sexualidad; que las democracias efectivas se vinculan con valores más tolerantes, y que casi la mitad de quienes viven en el mundo occidental o cristiano-catolico presentan actitudes intolerantes y de rechazo, particularmente cuando se trata de libertades relacionadas con los usos y decisiones sobre el cuerpo. Estas últimas se han convertido en el barómetro de la tolerancia dentro de las sociedades contemporáneas y hoy son claros indicadores de ubicación en el espectro derecha-izquierda.

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