Usted está aquí: domingo 5 de marzo de 2006 Opinión Fabricantes de sueños

Angeles González Gamio

Fabricantes de sueños

¿En qué soñaba Pedro Linares cuando creó sus alebrijes? Esos seres fascinantes elaborados de cartón, de formas fantásticas y rico colorido son ya piezas de colección que se venden en sofisticadas tiendas neoyorquinas y se muestran en el Museo del Hombre de París. Cartonero de oficio, al igual que sus hijos y nietos, quienes han seguido con la creación de alebrijes, sin dejar de elaborar los famosos judas que sin falta queman cada año, el Sábado de Gloria, en la calle donde viven, junto con los de otros vecinos también juderos; así han mantenido viva una tradición que data de siglos atrás, épocas en que la quema de judas se llevaba a cabo en muchas calles de la ciudad.

De esto nos habla Marco Buenrostro en la crónica que aparece en el número más reciente de la revista A pie-Crónicas de la Ciudad de México, que edita trimestralmente el Consejo de la Crónica, la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal y la Universidad Nacional Autónoma de México, con el auspicio, en la impresión, de la Unión de Industriales Litógrafos de México, que hacen un trabajo espléndido, pues la impresión es de lujo, permitiendo apreciar la riqueza de las imágenes. Dedicada a la cultura popular en la capital, lleva por título "Fabricante de sueños", que define bien el efecto que con frecuencia provoca la cultura y el arte popular.

El número lo coordinó el arqueólogo Eduardo Matos, quien escribe la presentación y una crónica sobre la leyenda de La Llorona, que tiene raíces en la época prehispánica. Sobre el encuentro de cocinas de toda la República que se da en la ciudad, que ha acogido a personas de todas las regiones, incluidos grupos indígenas, escribe Cristina Barros, experta en la materia, al igual que José N. Iturriaga, quien aborda el apetitoso tema de los antojitos, parte esencial de la dieta capitalina. El ensayo corre a cargo de José Rogelio Alvarez, quien define con sapiencia lo que distingue al arte popular de otras expresiones artísticas. Con la inteligente y humorística pluma que lo caracteriza, Carlos Monsiváis habla de la música popular, en una deliciosa crónica que lleva por título "Ten piedad de nuestro amor... (y ponle música)".

Los textos de Miriam Mabel Martínez, Mario René Matute, Laura Oseguera, María Amparo Ros, Fernando Césarman, José Francisco Coello y Edgar Tavares, abordan distintos aspectos de la cultura popular y en la sección "Crónica en el tiempo", se transcribe un fragmento del gran cronista don Antonio García Cubas, sobre la ciudad decimonónica.

Plato fuerte es la crónica "Sobre el muerto las coronas (pero heladas)" de Teresa Pomar, conocedora que ha difundido y defendido el arte popular por décadas y promovido a decenas de artesanos en todo el país; ella, junto con Cristina Payán, Sol Rubín de la Borbolla, María Esther Echeverría y Laura Oseguera, concibieron e impulsaron la creación del Museo de Arte Popular, que se inauguró hace unos días en la sede que trabajosamente consiguieron del Gobierno capitalino, a mediados de los años 90 del ya pasado siglo, del que hablaremos en otra crónica.

"Las tequileras", como se autonombraban, constituyeron Populart, organización mediante la cual lograron convertir ese sueño en realidad, con el apoyo de la Sociedad de Amigos, lo que va a permitir que los artesanos cuenten con otro espacio, además de Fonart, en donde se puedan apreciar sus obras de arte y también sea posible adquirirlas, ya que tienen una tienda magnífica, en donde se puede satisfacer el antojo de la pieza que vio en exhibición.

La excelente restauración del edificio art decó, que data de los años 30 del siglo XX, la realizó Teodoro González de León, respetando la arquitectura original, pero adecuándolo a la época actual.

Para complementar la visita al Museo hay que ir a degustar comida mexicana, que es una importante expresión de la cultura popular. A media cuadra, en la esquina de Revillagigedo y avenida Juárez, se encuentra El Cardenal, en los bajos del hotel Sheraton, con lo mejor de nuestra cocina, desde la cotidiana, como una sopa de fideo en caldo de frijol, hasta un jugoso pecho de ternera cocinado en horno de leña, pasando por unos escamoles suavemente guisados en mantequilla, cebollita y perejil, para que no se les altere su fino sabor y textura.

Si por gusto o presupuesto prefiere antojitos o una buena birria o pozole, a tres cuadras, en Independencia 4, está la Fonda Tlaquepaque, muy limpia y espaciosa, ofrece también tacos de lo que se le antoje: carnitas, ojo, buche, trompa, chamorro, cachete, lengua o nana. Puede acompañarlos con una cerveza o una agua de pingüica. De postre: jericaya o fresas con crema.

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