Usted está aquí: domingo 5 de marzo de 2006 Cultura En Argentina aún no se reconoce la existencia de un pasado indígena

Néstor Ponce, distinguido con premio de Siglo XXI

En Argentina aún no se reconoce la existencia de un pasado indígena

CARLOS PAUL

La clase dominante de Argentina aún no reconoce la existencia de su pasado como nación, en el que está involucrada la cultura indígena, sostiene el escritor Néstor Ponce, quien fue distinguido con el Premio Internacional de Narrativa que otorga la editorial Siglo XXI, por su novela Una vaca ya pronto serás.

Esta novela -junto con sus anteriores obras como El intérprete, La bestia de las diagonales e Hijos nuestros- refleja la preocupación del autor por destacar que "el modelo actual de Argentina proviene del siglo XIX".

Argentina, explica Ponce, "se hace como país a partir de una elite intelectual, de una clase dominante que sienta las bases de una república federal con un proyecto racista, de discriminación respecto de las poblaciones indígenas".

El escritor Vargas Llosa, añade, "tiene una frase que dice: cuándo nos malogramos, cuándo nos jodimos. Y un poco, con esta ficción, es responder a esa cuestión".

Para el escritor argentino, quien reside en Francia desde 1979, "en la actualidad, aunque existen pequeños pero importantes resabios de cierta cultura indígena, tanto en el norte como en el sur de Argentina, por parte de las autoridades no se habla del tema, para ellos no existen.

"La clase dominante de Argentina aún no reconoce la existencia de ese pasado. Lo que hacen es reivindicar el proyecto de civilización y barbarie. Quienes pueden criticar tal situación, por supuesto, son los grupos progresistas y de izquierda, pero en ningún momento se ha hecho una síntesis."

La historia de Una vaca ya pronto serás transcurre en el sur de Argentina, a finales del siglo XIX, "justo cuando el país se conforma como nación", en el momento en que la clase dirigente decide ocupar las tierras del sur, las cuales pertenecían a los indígenas. La novela "narra ese conflicto, la guerra del desierto que culmina en 1879, al ser masacrados los indígenas. Y en medio de ellos, los religiosos salesianos, quienes intentan integrar a los indígenas, sin respetar su cultura, lo que de alguna manera es otro problema".

Un personaje importante es el niño Cipriano Lihuencurá, "quien representa el vínculo entre las dos culturas, la posibilidad de llegar quizás a una sintesís".

En Argentina, reitera el autor, "no hay una conciencia clara sobre ese pasado. Por ejemplo, cuando he platicado con personas que están escribiendo sobre los indios, parece como si fuera una vuelta al pasado que no tuviera ninguna importancia, como si fuera sólo una práctica literaria.

"Aunque sí existen algunos otros autores que si han abordado la situación de los indígenas, hoy todavía es un tema que no está del todo tratado.

"Los indios del sur, los cuales aún existen y a los que me refiero en la novela -dice Ponce-, son los ranqueles. Creo que con está obra de ficción se puede constatar con amargura que las cosas no han cambiado mucho, que situaciones del pasado se siguen manteniendo a pesar de lo que se puede llamar, entre comillas, el progreso de la humanidad."

El acto de premiación se realizó el pasado jueves en la ex capilla, en el contexto de las actividades de la 27 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, en el que además de Néstor Ponce se distinguió también al antropólogo y sociólogo Héctor Díaz Polanco, ganador del Premio Internacional de Ensayo que otorga la editorial Siglo XXI por la obra Elogio de la diversidad (globalización, multiculturalismo y etofagia).

 
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