La Jornada Semanal,   domingo 5 de marzo  de 2006        núm. 574


HUGO GUTIÉRREZ VEGA

GRECIA Y ALFONSO REYES (II Y ÚLTIMA)

Humorista lleno de finura, nos dice en su Anecdotario:

Me avergüenzo cada vez que se me llama "helenista", porque, como ya lo he explicado, mi helenismo es una vocación de cazador furtivo; aunque creo que los cazadores furtivos, los que entran en los cotos cerrados y merodean en tiempo de veda, suelen cobrar las piezas mejores. Grecia es un modo de hablar, es un lenguaje cuya ventaja es ser universalmente comprensible y, además, el encontrarse, como un común denominador, en la base de todos nuestros lenguajes de cultura.

Esta inquietud lo llevó a sistematizar sus estudios del mundo griego; la filosofía, particularmente las cuestiones estéticas, la historia, la poesía, y, como culminación de sus estudios, la tragedia. Para Reyes, recuerda Octavio Paz, "la tragedia es la forma más alta y perfecta de la poesía y de la ética porque en ella la desmesura encuentra al fin su tensa medida y así se purifica y redime". Tal vez el mayor homenaje de Reyes a Grecia sea su poema dramático, Ifigenia cruel, una de las más perfectas obras de la literatura iberoamericana, en la que el poeta mezcla el tema clásico con su drama personal que estaba tan urgido de respuesta.

Su nostalgia de Grecia no fue una simple postura retórica sino el anhelo de mojar las manos en las fuentes vivas del pensamiento humano. Su comentario de los textos de Homero, de los poemas líricos, de los libros de historia, del pensamiento filosófico, de la tragedia y la comedia, muestran una notable erudición, pero van mucho más allá. Reyes trabaja con un organismo vivo, con una herencia presente y actuante en la visión del mundo contemporáneo. Es cierto que todos tenemos nuestra propia Grecia, ese país, esa ciudad ideal que hemos ido formando en nuestras imaginaciones y a la que hemos ido agregando elementos ideales para dotarla de una perfección irrepetible en el mundo de los hombres. La Grecia de Reyes era esa ciudad ideal, pero era, también, un método de interpretación de las realidades actuales, una manera de aproximarse, con mejores armas, al intrincado territorio de la identidad cultural de los países de Iberoamérica.

Y era, sobre todas las cosas, un regocijo intelectual, un asomarse a la mejor sonrisa de la historia, a la sabia infancia del hombre occidental. Por eso, la compañía de Reyes era un gozo intelectual (lo sigue siendo la lectura de su obra) que testimonia Borges en un hermoso poema:

El vago azar o las precisas leyes
que rigen este sueño: el universo,
me ha permitido andar un terso
trecho del viaje con Alfonso Reyes.

Tal vez su obra fundamental sobre el pensamiento griego sea La crítica en la edad ateniense. Se trata de un exhaustivo trabajo de investigación en el que establece, a través de la creación en la Grecia clásica, un método para estudiar y valorar equilibradamente las obras literarias. En esta obra señala el deber ser del juicio en literatura. Así define su posición: "El juicio es corona del criterio, la alta dirección del espíritu que integra otra vez la obra considerada dentro de la compleja unidad de las culturas." Siguiendo un método claramente basado en los usos críticos griegos, afirma: "El centro del eje crítico es la exégesis que admite la aplicación de métodos específicos (ya históricos, ya psicológicos, ya formales), que hoy se ha convenido en llamar la ciencia de la literatura."

El método general de Reyes consistió en partir del momento griego para estudiar todas las etapas de la cultura de Occidente. La luz de Grecia le sirvió para iluminar sus estudios sobre el mundo latino, la Edad Media, el Renacimiento, el Barroco y las culturas moderna y contemporánea. Sabio y astuto, partió de nuestras raíces para tener mejores formas de análisis de las plantas y los frutos de esa cultura que sigue viva a través de los siglos. Por esta razón, Reyes es nuestro mejor maestro y su obra sigue siendo guía y orientación para todos los que quieran entender con mayor claridad los fenómenos culturales. Su magisterio no se limita a México sino que abarca todo el mundo de lengua española y se extiende a la investigación que sobre Grecia se hace en otras latitudes.

Comprendo que esta semblanza del Reyes helenista ha sido demasiado rápida. El espacio de que dispongo así me lo exige. Sirva tan sólo como introducción a la obra de un mexicano universal que supo beber de las fuentes griegas y analizar a fondo ese substrato de nuestra visión del mundo que yace, lleno de vida y de fuerza, en el seno del Mediterráneo, la cuna de nuestra cultura, "el mar color de vino", el mare nostrum.