La Jornada Semanal,   domingo 5 de marzo  de 2006        núm. 574
CINEXCUSAS
Luis Tovar
[email protected]

 LA MULA INERCIAL

Desde hace ya demasiado tiempo, no bien comienza el año se suelta una muy copiosa borregada mediática y se pone a balar con entusiasmo y sin freno acerca de los premios Oscar. Este año, como acostumbra, ese periodismo agachón y malinchista que atiborra páginas y pantallas —unas farandulescas y otras se supone que no-- arrancó tan temprano como le fue posible —es decir, apenas comenzó a hablarse de los Globos de Oro estadunidenses, mundial y lugarcomunescamente tildados como "la antesala del Oscar"--, masticando, regurgitando y volviendo a tragar su pastura de puede-que-sean-candidatos-a-nominados, luego simplemente nominados, para entregársela, más que digerida, a un público que, asaz también ovino, espera el bolo y cansinamente lo consume tal y como se le brinda.

Cada vez que tiene lugar este rito de pleitesía —deliberada o inconsciente-- a uno de las maquinarias mejor aceitadas del imperio estadunidense, cada vez que la mula se muestra entera en el ejercicio de su inercia, se ha dicho aquí una obviedad que nunca estará de sobra repetir: aunque las manadas de corifeos inopinados digan lo contrario y aunque algunos de sus miembros crean que sí, la so called Academia Estadunidense de Ciencias y Artes no tiene por costumbre premiar la calidad cinematográfica, sino el poder de convocatoria que un producto ha sido o está siendo capaz de mostrar, convenientemente traducido en ingresos de taquilla.

Esta regla se puede comprobar con mucha facilidad si se revisa la lista de los filmes que han ganado el Oscar a la mejor película. Como sabe cualquier aficionado al cine, las monumentales omisiones y los reconocimientos inexplicables ya forman parte incluso de un anecdotario que Muchagente cita o trae a cuento como si se tratara de un dato simplemente curioso. Las excepciones, como apunta el archiconocido refrán, sólo alcanzan para confirmar la preeminencia de lo otro: el premio a la fama, el rebumbio, la celebridad que, unas veces sí y otras también, hoy en día se alimenta más de las actividades públicas y supuestamente privadas de quienes hacen el cine, que del cine mismo.

Aunque puede ser peor, y entonces las excepciones no consisten únicamente en el reconocimiento a lo que resulta inevitable y sería ridículo no reconocer, verbigracia The Million Dollar Baby el año pasado; también sucede que la Academia de Hollywood, en esto sí bastante fiel a su manera de pensar, se da sus brochazos de politically correct o, con franqueza ideológica, reparte sus estatuitas entre quienes han puesto en pantalla imágenes que reflejen con fidelidad su modo de pensar.

EGO TE ABSOLVO, MINORÍA

Brokeback Mountain, de la cual y sin haberla visto Mediomundo no ha parado de hablar desde que se supo que muy posiblemente sería una de las películas nominadas, es un ejemplo de lo primero. Habitualmente los títulos en español asestados a un filme no sirven sino para trivializarlo, pero en este caso también es involuntariamente útil para poner de manifiesto la manera y el sentido en que se enfrenta una historia cuyo tema es la descalificación social a una minoría sexual. La cinta, aquí titulada Secreto en la montaña, no es ni más osada ni más propositiva ni más nada, que cualquiera de los filmes que ha hecho, por ejemplo, Julián Hernández en México, y sin embargo Todomundo repite su contento de que una película gay reciba del mainstream un trato que no integra sino más bien "acepta", con la carga de dizque "perdón" que conlleva la idea de tolerancia, tal como actualmente suele emplearse.

Ejemplo inmejorable de lo segundo es Munich, el nuevo alegato ideologizante y aleccionador de Steven Spielberg. No importa qué tanto esta vez el autor de La lista de Schindler haya querido alejarse de su maniqueísmo inveterado —y según algunos lo haya conseguido--, y tampoco importa qué tanto énfasis haya puesto ahora en el drama personal de los protagonistas —truco habitual para que los preceptos morales que permean una trama pasen más fácilmente al imaginario--; sin que en el fondo nada de lo anterior importe realmente, Munich es poco más que una nueva manera de victimizar israelíes, poniéndolos del lado de los buenos y poniendo del lado de los malos a los palestinos terroristas más todo aquel que —como se hace en este espacio-- no se pronuncia favorablemente acerca de esta cinta por el mero hecho de que consigne un hecho ciertamente reprobable.

Pero eso no es grave para Muchagente, que hoy verá, con emoción dirigida, quién se lleva su Oscar a casa.