Usted está aquí: lunes 6 de marzo de 2006 Opinión ¿Energía nuclear en India?

Gonzalo Martínez Corbalá

¿Energía nuclear en India?

Mientras muchos analistas apuestan recientemente al regreso de la energía nuclear llevados seguramente por las interrogantes que plan-tean las reservas probadas de petróleo concentradas en 60 por ciento en el golfo Pérsico, y de los países que lo integran, muy principalmente en Arabia Saudita, Irán, Irak y Kuwait, cuando todavía no se despeja en la atmósfera mundial el ambiente ominoso que dejó el accidente de Chernobyl en 1985, hay quienes aseguran que los líderes mundiales están leyendo en segunda lectura esta polémica fuente de energía proveniente del átomo, en un escenario de fondo al que los precios del petróleo y el gas parecen haber llevado a partir del 15 de octubre de 2004 y hasta ahora, para quedarse aquí, y obligar a un mundo ávido de energía, cuyas reservas probadas conocidas no han sido repuestas con la misma celeridad que se consumen, y que están obligando a otros recursos aún más caros, como son el petróleo en aguas profundas y el gas natural.

En este marco de referencia la industria de la energía nuclear está siendo más atractiva y está haciendo olvidar a Chernobyl ante la disyuntiva de la escasez debida a incidentes de orden geopolítico cada vez más frecuentes, por ejemplo en Irán, segundo país con mayores yacimientos de gas e importante productor del petróleo de la OPEP, y desde luego, a Irak, que tiene una de las mayores reservas de petróleo de esa organización, para no hablar de Arabia Saudita, que con mucho es el poseedor de las más grandes reservas de petróleo en el Pérsico (269 mil millones de barriles), el que ya ha sido víctima de algunos ataques terroristas que preocupan al mundo del energético fósil, hoy por hoy el de mayor importancia en todo el planeta, y aún por muchos años.

El presidente George Bush entra de lleno en esta polémica y busca alternativas que den respuesta al planteamiento que hizo durante su informe a la nación, que recientemente acaba de presentar en el Capitolio, en el cual afirmó que Estados Unidos es una nación adicta a la energía, en un sitio donde todo el mundo sabe que de los 20 millones de barriles diarios (b/d) que consume solamente produce la mitad, o sea, 10 millones de b/d, meintras importa la otra mitad de otros países, ciertamente México entre ellos, pero que su dependencia y su adicción en la actualidad la canaliza precisamente hacia el golfo Pérsico, como quedó demostrado con la absurda guerra contra Irak, donde yacen en su subsuelo 115 mil millones de barriles de petróleo.

El presidente Bush, fracasado su proyecto energético original, que viene de su primer periodo presidencial, y que fue encabezado nada menos que por el vicepresidente Cheney, y que estaba muy principalmente fundado en las posibilidades de extraer más petróleo y más gas de la vertiente norte de Alaska, sabe perfectamente bien de los riesgos que corre debido a su dependencia de Medio Oriente en materia de energéticos fósiles, y ya está buscando ahora en su viaje hacia Afganistán, donde prometió en ésa su primera visita no anuciada: "vengo como amigo y aliado; estamos impresionados por los progresos que está haciendo su país y mucho tiene que ver con su liderazgo", reunido con cinematógrafos y su leal amigo Hamid Karsai, quien parece que habla mejor el inglés que su propio idioma.

Después de haber invadido Afganistán durante la cacería de Bin Laden, a quien culparon de ser responsable del tremendo ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, país al que ahora alternativamente endereza una ofensiva de ataques como respuesta a los atentados de los restos que pudieran quedar de Al Qaeda en Afganistán y luego le brinda apoyo que motiva los encendidos elogios y agradecimientos de su amigo Karsai, quien le dijo con acento dramático: "Bienvenido a Afganistán. A su apoyo debemos mucho de lo que se está reconstruyendo este país: la paz, la democracia, los sólidos pasos hacia el futuro" (El País, 2/3/06).

De allí se fue el presidente Bush a Nueva Delhi, donde realizó una visita de dos días en la que, como es usual, se llevó a cabo el ritual homenaje al monumento dedicado a Mahatma Gandhi.

En este país Sonia Gandhi es la presidenta del partido en el poder del Congreso Nacional Indio, que es el que gobierna en coaliciones tan amplias como contradictorias con la Alianza Progresiva Unida.

Al día siguiente de su llegada, Bush recalcó el carácter estratégico de lo que él mismo calificó de "nuevas relaciones con India", y procedió, desde luego, a firmar un acuerdo que pondrá al alcance de ese gran país la tecnología mundial estadunidense, así como el combustible atómico necesario para alimentar sus reactores. Este acuerdo, como es natural, tendrá que ser ratificado por los parlamentos de ambos países, y ciertamente fue recibido con suspicacia y malestar por China, que junto con lo que fue la Unión Soviética (FSU) se disputa la hegemonía política y económica de Asia.

Por otra parte, ha despertado también recelos en el propio Congreso estadunidense, porque Nueva Delhi no firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nuclares, aunque se supone que India habrá de someter la mayor parte de su producción nuclear al control del organismo internacional de energía atómica, el cual depende de Naciones Unidas, y entre celebraciones y expresiones de gusto y de satisfacción del primer ministro de India, Manmohan Singh, y la satisfacción manifiesta expresada también por el presidente Bush, del otro lado, en Pekín, la reacción de China al acuerdo con Estados Unidos se manifestó también de inmediato, pero no precisamente con gusto ni satisfacción, sino advirtiendo a Nueva Delhi que debe abandonar las armas nucleares y cooperar al refuerzo de la seguridad atómica internacional.

"India debe firmar el tratado de no proliferación nuclear y desmantelar sus armas atómicas", dijo Qin Gang, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, indicando que "China espera que los países que desarrollan su cooperación en el uso pacífico nuclear prestarán atención a estos refuerzos", dirigiéndose fuera de toda duda a Estados Unidos e India.

De la misma manera, en Irán se levantó una ola de descontento, dado que es bien conocido el planteamiento del joven presidente de ese país, Mahmud Ahmadinejad, quien ha señalado que aun en contra de la opinión de Estados Unidos y de la Unión Europea llevarán a cabo un intenso programa de desarrollo de la energía nuclear para aplicaciones pacíficas. ¿Se olvidó ya Chernobyl?

 
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