Usted está aquí: lunes 6 de marzo de 2006 Opinión Cornada a El Cuate Espinosa

José Cueli

Cornada a El Cuate Espinosa

Enrique El Cuate Espinosa se llevaba las manos a la pantorrilla partida. Las sangrientas ventanas de su carne murmuraban el drama del toreo. En el mismo lugar regresaba el toro en busca de una nueva cornada que de milagro no le llegó. Desplomado con la inercia grotesca de un fardo, la sangre se le esparcía como roja aspersión en el traje de luces. La mano que trataba de oprimir la pierna en torniquete, la sangre caliente, tropezaba con las manos de los monosabios y los paramédicos dejándola sobre el ruedo de la Plaza México. Estabilizado por el servicio médico en la enfermería del coso, se fue al hospital en una ambulancia con una cornada grande y seria. Le sobraba al toro poderío y le faltaron recursos al torero que poco torea.

Los toros de Brito sembraron la sensación de peligro en el redondel. No fueron los toritos de entra y sal "mansos mensos", pese a estar gordos y agarrados al piso, débiles y para no variar visitando la arena, aprendían rápido y sembraban el miedo en las cuadrillas. No sabían de embestidas borregunas. Los burles de la familia Slim; cornalones, a la defensiva, algunos propiciando tumbos aparatosos con los caballos. La excepción fue el sexto de la tarde: codicioso, metiendo el hocico en las pedrillas del ruedo y dejando surcos. Lamentablemente le tocó en suerte al joven Atanacio que confirmaba su alternativa, aún sin oficio, ni técnica para poderle a un burel que se comía la muleta.

Evidentemente de esta terna el mejor librado fue Manolo Mejía que sabe latín y latón, pese a que ya se volvió "modo de ser" su toreo con el pico de la muleta, echando los toros hacia fuera. Los toros de Brito eran para ser lidiados, dominarlos y no repetir el "derechazo" que produce bostezos.

El duro grito de la cornada de El Cuate encarnaba nostalgias del toreo que desaparece en la que fue la última corrida de la temporada, matizada por la caída de los toros. Algo habrá de realizarse para investigar qué provoca las caídas de los toros. Don Sergio Hernández, ganadero de Rancho Seco, además de pedir disculpas por las caídas de sus toros, ha iniciado una investigación seria sobre el tema que ojalá secundaran otros ganaderos.

 
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