Usted está aquí: martes 7 de marzo de 2006 Opinión ASTILLERO

ASTILLERO

Julio Hernández López

Distracciones

Lo sindical, secundario

Planes empresariales

Complicidad gubernamental

LOS TIBURONES DE la minería quieren beneficiarse económicamente de la desgracia de Pasta de Conchos. Buscan reformas legales que permitan a los concesionarios de explotaciones de carbón extraer y comercializar el gas metano de las minas. Con ello, argumentan amorosamente, se podrían evitar desgracias como la de San Juan de Sabinas. Grupo Acerero del Norte y Grupo México encabezan los cabildeos y, desde luego, el frotamiento de manos ante la posibilidad de nuevos negocios.

LOS DIRECTIVOS DE Industrial Minera México están actuando con morosidad intencional en las operaciones de presunto rescate de los trabajadores, quienes sepultados para siempre en el interior de la mina saldrán más baratos para las finanzas del Grupo México, dirigido por el caballero de hipódromo, Germán Larrea. Todo es usado para retrasar el prometido rescate que los empresarios saben costoso: supuestos errores de cálculo, problemas técnicos y enredos en el manejo de personal, por ejemplo. Los concesionarios de la mina de Pasta de Conchos pretenden, además, condicionar los trabajos en busca de los restos de los mineros a que, gubernamental y socialmente, se les garantice que podrán reconstruir la mina y seguir trabajando en condiciones maquilladamente parecidas a las anteriores al estallido trágico.

CADA VEZ SON más abundantes las evidencias de que los representantes de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en Coahuila fueron cómplices de lo que sucedió en Pasta de Conchos. El delegado de esa secretaría, Pedro Camarillo, había sido habilitado en el cargo, como muchos otros miembros de la plantilla federal foxista, por méritos en la grilla panista. Camarillo había sido un gris jefe de prensa del presidente municipal blanquiazul de Torreón, Jorge Zermeño, antes de ser nombrado en un cargo donde los burócratas se arreglan por debajo de la mesa con los empresarios de rubros peligrosos para que irregularidades y deficiencias sean mantenidas sin enmendar. El encargado de relevar a Camarillo en Pasta de Conchos -pues la gente se manifestaba violentamente contra el funcionario- fue ni más ni menos que Jesús Alberto Hernández Escobedo, el coordinador de los delegaciones federales del trabajo, que también ha sido beneficiario de las improvisaciones regidas no por eficacia o capacidad, sino por afinidades ideológicas. Hernández Escobedo estudió filosofía en la Universidad Autónoma de Chihuahua y luego una maestría en filosofía de la cultura en Michoacán. Su currículo sólo anota como referencias que fue "director del Centro de Liderazgo y Desarrollo Humano" y "director de Partners of America", dos organizaciones de derecha.

LOS FUNCIONARIOS DE la delegación en Coahuila de la secretaría federal del trabajo incurrieron en "actos de sospechosa omisión" que habrían originado la tragedia de Pasta de Conchos, según "está documentado en actas de la dependencia a las que el diario Zócalo tuvo acceso", según nota del reportero Sergio Cisneros. "Hay constancia" de que el delegado Camarillo y otros funcionarios federales "fueron enterados" de "una mutilación de 15 observaciones que habían sido detectadas durante una inspección periódica a la mina el 12 de julio de 2004, en el expediente 125/000829/2004". En esa ocasión se realizaron 49 observaciones que demostraban que las condiciones de higiene y seguridad en la mina no garantizaban la salud y la vida de los trabajadores. "Debieron transcurrir alrededor de 12 meses para que el director jurídico de la delegación de la Secretaría del Trabajo, Luis Raúl Sarmiento", remitiera a la empresa un oficio (el 8 de julio de 2005) para hacer una "diligencia de inspección de comprobación de medidas de seguridad e higiene" detectadas un año atrás. Pero tal diligencia no se pudo realizar hasta el 7 de febrero del presente año, 12 días antes de la explosión por todo México conocida.

LO ANTES EXPUESTO es lo verdaderamente importante: la pretensión empresarial de explotar el gas metano, la intención de cancelar por costosos e improductivos los trabajos de rescate, el proyecto de reconstruir la mina, y, sobre todo, las evidencias de omisiones y complicidades de la secretaría federal del trabajo, que se mueve con criterios partidistas e ideológicos.

LO DEMAS SON maniobras de distracción que podrían significar reacomodos políticos en las elites sindicales y en el tianguis de la política nacional. Conviene al gobierno y a las empresas mineras que la atención pública esté puesta hoy en la persona y la suerte del pillo líder heredero. Con el grito selectivo de "¡al ladrón, al ladrón!", Los Pinos ha creado el polo informativo capitalino que aleja del escrutinio el verdadero punto de interés, que debía ser la situación específica de la región minera coahuilense.

CON TAN MALA suerte, para el gobierno Midas, que su cruzada mañosa contra Napoleón II ha servido para que este vividor de los trabajadores consolide su presencia, con el apoyo de la gran mayoría de los dirigentes sindicales seccionales y el respaldo del sindicalismo independiente que cree necesario defender, más allá de las personas, el principio de la no intervención gubernamental en asuntos internos de los sindicatos. Otro resultado adverso para el gobierno del harakiri perpetuo es el debilitamiento del secretario del trabajo empresarial sucio, Francisco Javier Salazar, ingeniero químico que décadas atrás organizó una alternativa derechista al sindicalismo universitario de izquierda y al que ahora desconoce como interlocutor válido un segmento importante de sindicatos.

Y MIENTRAS LOS partidos y los candidatos -los políticos en general- siguen metidos en los juegos de ilusión llamados campañas, convencidos de que lo más importante del mundo son las declaraciones, los escarceos verbales, los acarreos, los engaños endulzados, ¡hasta mañana, en esta columna de gas metano!

* Fax: 5605-2099 * [email protected] *

 
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