Usted está aquí: martes 14 de marzo de 2006 Sociedad y Justicia Las presas, entre los principales medios para privatizar el agua

Han desplazado a más de 60 millones de personas en el orbe, afirma investigador

Las presas, entre los principales medios para privatizar el agua

Se busca generar una sobreoferta de electricidad vinculada al déficit existente en EU

LAURA POY SOLANO /II Y ULTIMA

Ampliar la imagen Tras esperar en fila durante más de cinco horas su dotación semanal de agua, habitantes de la ciudad de México por fin pueden hacer uso del líquido. La imagen fue captada el jueves pasado Foto: Ap /Darío López-Mills

Vinculado al desarrollo de proyectos trasnacionales como el Plan Puebla-Panamá y el Area de Libre Comercio de las Américas, el auge en la construcción de presas en México y Centroamérica en la pasada década propició el surgimiento de movimientos nacionales y regionales opositores al represamiento de ríos y cualquier forma de privatización del agua.

Si bien en México la consolidación del Movimiento de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (Mapder), que agrupa a poco más de 60 organizaciones sociales, no surgió hasta octubre de 2004, en pueblos y comunidades de todo el país, en particular en el sureste de México, por más de cuatro décadas se ha reivindicado como eje de lucha el derecho a preservar los ríos y sus ecosistemas.

Andrés Barreda, investigador del Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular, señala que la construcción de las 800 mil presas que actualmente existen en el mundo "no se inició desde la época de los egipcios; se empezaron a construir en serio desde la Segunda Guerra Mundial para acá, todas impulsadas por el Banco Mundial".

En sólo 60 años, afirma, la construcción de presas en el planeta ha generado entre 60 y 80 millones de desplazados, así como una enorme pérdida de biodiversidad y tierras fértiles, "todo en nombre de la modernización y la electrificación, pero hasta la fecha prácticamente ninguna de las comunidades afectadas se ha beneficiado por esos proyectos, vinculados al desarrollo de un capitalismo salvaje y a una creciente descampesinización del agro".

Muerte de los ríos

La Declaración de Aguascalientes, suscrita el 2 de octubre de 2004 en Acapulco, Guerrero, por más de 600 ejidatarios miembros de Mapder afectados por la construcción de presas en el país, advierte que a consecuencia del represamiento de los ríos "se genera la desarticulación total de los pueblos, la pérdida de sus bienes culturales, de su historia y de la reproducción de sus formas de vida y sustento.

"Las presas son uno de los instrumentos principales para llevar a cabo la privatización del agua, de la electricidad y de los recursos energéticos. Significan la muerte de los ríos, el deterioro de las cuencas hidrológicas, que afecta el ciclo del agua, y cuyas consecuencias padecemos por la ruptura de los ecosistemas, las alteraciones climáticas y la obstrucción de la recarga de los mantos acuíferos."

Rodolfo Chávez Galindo, integrante del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a La Parota, señala que el desarrollo de nuevos proyectos para la construcción de presas en diversos puntos del país "sólo obedece a una estrategia mundial para controlar los recursos hídricos y la generación de energía".

El reto, afirma, es detener un proceso de privatización que busca generar importantes excedentes energéticos para entregarlos a las grandes trasnacionales y asegurar que Estados Unidos y demás naciones desarrolladas "cuenten con reservas ante un creciente déficit de fuentes de generación de energía".

Sobre La Parota "nos han dicho que será fuente de energía, pero ¿para quién? No es para beneficiar a las comunidades que serán afectadas por su construcción ni mucho menos para garantizar que los pueblos más empobrecidos salgan de su miseria".

Costo ambiental

Debido al creciente rechazo a la construcción de presas en naciones ricas como Estados Unidos, agrega Barreda, en 2020 se habrán desmantelado 80 por ciento de todas las represas del país vecino, no sólo porque se han dado cuenta de que son "caducas ambientalmente", sino también porque su longevidad no supera los 50 años, y para hacer una presa "destruyes mucho, no sólo se pierde tierra fértil, también se genera un creciente número de desplazados".

A ello se suma "que los procesos de desmantelamiento generan nuevos efectos negativos, porque más abajo de la cortina tienes más tierra fértil y otras comunidades que se verán afectadas".

Antes de construir una presa, afirma, "los ríos están vivos, tienen peces, biodiversidad, generan vida a los ecosistemas, pero al represarlos matas todo y rompes los ecosistemas. A estos efectos se agregan los sedimentos que se depositan detrás de la cortina y en los que se acumula mercurio, y cuando desmantelas la presa sus lodos van río abajo, contaminando los ecosistemas.

"Si analizamos el proceso de construcción de represas en Colombia, Centroamérica y en toda la Sierra Madre Occidental, que es el área geopolítica para la edificación de presas, a lo que se suma un proyecto para instalar generadores eólicos en todo el istmo de Tehuantepec, con el propósito de producir 40 mil megavatios, cabe preguntar cuándo y cómo vamos a consumir tanta electricidad", señala.

En realidad, agrega, se está generando una sobreoferta de electricidad vinculada al déficit que padece Estados Unidos, "porque seguimos bajo un esquema de urbanización salvaje que no busca rescatar cuencas ni ecosistemas, sino alentar un creciente abandono del campo en favor de la ciudad".

 
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