Usted está aquí: jueves 16 de marzo de 2006 Mundo La ley Sensenbrenner, bofetada que despertó a los inmigrantes mexicanos

La marcha en Chicago, el inicio de un movimiento pro derechos civiles: líder migrante

La ley Sensenbrenner, bofetada que despertó a los inmigrantes mexicanos

Fue numerosa la movilización, pero lo que viene será aún más grande, dice Artemio Arreola

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Imagen de la marcha en Chicago el pasado viernes, en lo que fue una de las manifestaciones de inmigrantes más grandes realizadas en Estados Unidos en la historia reciente, y que según organizadores será la punta de lanza para una nueva lucha por los derechos civiles Foto: Reuters

Nueva York, 15 de marzo. Cuando entre 100 mil y tal vez hasta 500 mil personas tomaron el centro de Chicago el pasado fin de semana y sorprendieron al país con una de las manifestaciones en defensa de los inmigrantes más grandes de Estados Unidos en más de un siglo, no pocos han preguntado si por fin ha despertado ese gigante que ha vivido casi siempre en las sombras en este país.

"No se había dado una protesta tan grande" en torno a los derechos de los inmigrantes, dijo Artemio Arreola, uno de los principales organizadores de la marcha y manifestación. En entrevista telefónica con La Jornada desde Chicago, añadió: "cuando te dan una cachetada, despiertas, y cuando despertamos los mexicanos, despertamos", advirtió.

La cachetada, dice, fue el proyecto de ley Sensenbrenner y otras medidas antinmigrantes, pero esta expresión masiva en demanda de una reforma migratoria amplia y real también "fue producto de muchos años, de un movimiento hormiga", de las federaciones y clubes de mexicanos, de pequeñas organizaciones que eran ignoradas por todo mundo, incluso sindicatos, iglesias y otras fuerzas.

Para Arreola, miembro de la mesa directiva de una sección del sindicato de servicios nacional SEIU y secretario de proyectos productivos de la Federación de Clubes Michoacanos de Illinois, la manifestación "fue al revés de eso de Un día sin mexicanos, fue un día con mexicanos, un día en que afirmamos que aquí estamos, que nos vean". Más aún, "cuando despierta la comunidad mexicana, por ser mayoritaria entre los migrantes, pues jalamos a los demás", señaló al explicar la presencia de centroamericanos, irlandeses, asiáticos y otros.

También fue más que eso. "Yo creo que estamos comenzando a ver el nacimiento del nuevo movimiento pro derechos civiles de Estados Unidos", declaró Oscar Chacón, director de Enlaces América, en entrevista telefónica con La Jornada desde Chicago. Arreola y Chacón señalan que tienen el potencial de ampliarse por otras partes del país. Por cierto, "estamos capitalizando sobre esto... empezamos a organizar otras partes del país para tratar de crear un efecto dominó", explica Arreola.

Para Susan Gzesh, directora del Programa de Derechos Humanos de la Universidad de Chicago, la marcha fue "lo invisible haciéndose visible. Decenas de miles que trabajan de manera invisible se presentaron en el mero centro de Chicago y convirtieron la Plaza Federal (centro de la ciudad) en el Zócalo". En entrevista con La Jornada, señaló que "nunca se habían manifestado tantos por los derechos de los migrantes desde los que marcharon por la jornada de ocho horas en Chicago en 1880; ese fue un movimiento de migrantes igual que este".

La acción fue convocada formalmente como un día de "huelga general", y muchos comercios fueron obligados (o algunos en apoyo) a cerrar. De hecho, algunos participantes fueron despedidos de sus trabajos por asistir, aunque en algunos casos los patrones ayudaron a transportar a sus trabajadores a la protesta.

"No soy terrorista, soy lavaplatos" y "nosotros somos Estados Unidos", se leía en algunas de las mantas y pancartas hechas en casa, y esto, dicen los organizadores, fue muestra de que el gran acto del viernes pasado fue desde abajo, sin logos o consignas oficiales, ni lemas de organizaciones, sino expresiones del pueblo. Arreola explicó que cuando se empezó a impulsar este acto, la idea fue superar las pugnas sobre liderazgos, o quién era el responsable, y se decidió hacer una convocatoria amplia, donde todos participaron como iguales, se definió una agenda y se constituyó un comité organizador ad hoc. "No hubo monopolio, le quitamos todo tinte partidario, de liderazgos, no usamos ningún logo, esto fue del pueblo".

Los medios latinos fueron fundamentales, comentan Chacón y Arreola, sobre todo la radio. "Sin la radio no se hubiera logrado", dice Arreola. Para Chacón, todos los medios en español se "alinearon" e hicieron suya la marcha.

La marcha, que sorprendió hasta a sus organizadores por sus dimensiones, también obligó a que los políticos de la región reconocieran el poder de esta comunidad, de mostrar respeto hacia lo que es el futuro; acudieron el alcalde de Chicago, el gobernador de Illinois y los senadores y representantes federales y locales de la entidad.

Para Chacón, hubo tres factores que explican la dimensión de este acto: el papel de las federaciones y clubes de oriundos y organizaciones de mexicanos, el papel de los medios latinos y la coyuntura política nacional definida por el proyecto de ley Sensenbrenner y el debate actual en el Senado sobre la reforma (o no) migratoria.

"El gran desafío ahora es qué pasará después de la marcha, y cómo se le da un cauce organizativo a toda esta expresión" tanto en Chicago como a nivel nacional, apuntó Chacón, quien explicó que se requiere identificar dos o tres líneas estratégicas para continuar desarrollando este movimiento, porque si no "los logros de esta marcha se van a devaluar rápidamente".

Lo novedoso desde 2004 hasta la fecha, añadió, es que "hemos visto nacer expresiones naturales" de múltiples voces migrantes alrededor del país" y que estas se están expresando cada vez más, y no son necesariamente las que durante años se han presentado como representantes de la comunidad migrante. Señaló movilizaciones que surgen de estas bases en los últimos dos o tres meses, como en Boston, o la multitudinaria marcha en Washington recientemente, la de Los Angeles, o en San Francisco, y otras programadas en Oregon y Tennessee próximamente.

"Hay un gran potencial de que esto -la marcha pro derechos de los inmigrantes más grande en la historia reciente del país- se extienda mucho más por este país", afirma Chacón. Eso, dice, implica que habrá un "realineamiento, una reconfiguración del movimiento de la comunidad inmigrante en este país, y dependerá de los nuevos actores que están surgiendo en el terreno".

A la vez, Chacón señala que un gran desafío ante la coyuntura política nacional -donde se perfila una legislación negativa por la que podremos acabar "jodidos"- es "cómo canalizar la ansiedad y cólera de los inmigrantes hacia una postura positiva de esperanza. Pero si no podemos neutralizar las tendencias extremistas antinmigrantes... si nos criminalizada a todos" -advierte- las respuestas de la comunidad inmigrante podrían evolucionar en direcciones no deseables para nadie, aunque sí entendibles.

Arreola ya está tratando de ampliar las dimensiones de la experiencia en Chicago. "Fue grande, sí, pero lo que sigue lo será aún más", afirma. "Vamos a ver si podemos hacer esto en otros lados", y dice que esa tarea ya está caminando.

Así, desde la tierra de los mártires de Haymarket, del lugar de nacimiento del Día del Trabajo en celebración de la lucha de trabajadores inmigrantes por la dignidad y el respeto hace más de 120 años, se escucha una vez más un grito de basta ya en varios idiomas, pero sobre todo el de los mexicanos.

Tal vez ha despertado ese gigante dentro de Estados Unidos. Algunos dicen que se llama México (y El Salvador, China, Dominicana, Vietnam, Irlanda, India, Corea, Nicaragua ...).

 
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