La Jornada Semanal,   domingo 19 de marzo  de 2006        núm. 576
 

Hugh Thomas

Soldado republicano

Esta impresionante fotografía de un hombre al que aparentemente acaban de herir en la Guerra civil española se publicó por primera vez en el periódico francés Vu, el 23 de septiembre de 1936, y posteriormente apareció en la revista Life, en Nueva York y en otros lugares. Esto le otorgó un nombre al fotógrafo húngaro Robert Capa, quien por entonces tenía veintidós años. La imagen parecía haberse tomado en un momento de peligro durante una intentona de ofensiva republicana, a las afueras de un pequeño pueblo llamado Cerro Muriano, a unos dieciocho kilómetros al norte de la antigua ciudad de Córdoba, a principios del mes de septiembre.

En Córdoba se había alzado en armas exitosamente, con miras a la rebelión de julio de 1936, un puñado de oficiales de ala derecha quienes, al igual que sus enemigos anarquistas en las aldeas cercanas, cometieron muchas atrocidades.

A fines de agosto, el general Miaja, leal a la República, montó una eficaz ofensiva en contra de Córdoba desde el norte y el este, y todo indica que el soldado captado por Capa tomó parte en ella, acaso como miembro de una unidad encabezada por el mayor Gerardo Armentia.

El verdadero nombre de Capa era Endre Friedemann. Nació en Budapest, hijo de judíos no observantes. Su padre tenía una casa de modas. Capa había abandonado Hungría en 1931, y había vivido después en Berlín y en París, donde estableció relación con fotógrafos de izquierda como André Kertesz de quien aprendió el arte de emplear una Leica. En agosto de 1936, se dirigió a España para tomar fotos de combate en el frente.

La fotografía titulada Soldado republicano tiene su propia historia. Capa dijo alguna vez, más adelante, que se había colocado la cámara encima de la cabeza para protegerse del fuego de las ametralladoras enemigas, y se había permitido captar imágenes de lo que saliera. En la década de los noventa, el miliciano fue identificado, con bases cuestionables, como Federico Borell García, que en la vida civil se desempeñaba como molinero en el pueblo valenciano de Alcoy. Por la gorra que llevaba parecía un anarquista, miembro de la Confederación Nacional de Trabajo (cnt).

Ha habido reclamaciones en torno a que no fue Capa quien sacó la foto, sino su novia alemana, Gerda Taro. También se ha objetado que el soldado caído, quienquiera que fuese, parece estar tropezando y no cayendo bajo el fuego de las balas.

Finalmente, hay quienes han insistido en que la imagen fue escenificada con propósitos propagandísticos, y que el soldado caído simplemente fingía ser victimado, ya que Vu, también el 23 de septiembre de 1936, publicó otra fotografía de otro soldado caído exactamente en el mismo punto. ¿Cómo podría ser? No faltó, tampoco, quien afirmara que Capa habría sido incapaz de un fraude semejante. Pero el comunista alemán Alfred Kantorowicz, comisario político alemán en la Brigada Internacional (Spanisches Tagebuch, Berlín, 1949), recuerda que Capa había hecho justamente eso en Aragón en 1937. Capa estaba totalmente comprometido con la izquierda (si bien no era comunista), y no habría mostrado objeción a lo que Henry Luce alguna vez llamó "falsedad en pro de la verdad".

Estos asuntos resultan difíciles de desenmarañar. La imagen se yergue como testimonio poderoso y simbólico, y la controversia en torno suyo nos recuerda que muchísimas muertes ocurridas durante la Guerra civil española aún nos plantean enigmas.

Traducción de Pura López Colomé
© Hugh Thomas