Usted está aquí: lunes 20 de marzo de 2006 Opinión DESDE EL OTRO LADO

DESDE EL OTRO LADO

Arturo Balderas Rodríguez

Es el momento para la reforma migratoria

PARECE QUE AHORA sí va en serio una reforma en el sistema migratorio de Estados Unidos, aunque es difícil saber a ciencia cierta cuál de todas las propuestas será la que se apruebe. Entre ellas, unas que privilegian la seguridad en las fronteras, algunas que prefieren el castigo a quienes han infringido las leyes migratorias vigentes y otras que intentan dar un estatus legal a quienes ya están en el país trabajando. Lo más probable es que la reforma definitiva tenga como base la propuesta de los senadores Kennedy y McCain -demócrata y republicano, respectivamente-, que en esencia consiste en que a los trabajadores indocumentados se les otorgue un permiso temporal para trabajar tres años con opción a renovarlo por otros tres a cuyo término estarán en posibilidad de obtener la residencia, e inclusive la ciudadanía. Con seguridad esta propuesta será modificada en alguna de sus partes e incorporará algunas provisiones contenidas en otras.

DESDE EL MOMENTO en que el presidente reintrodujo el tema, se creó un sentido de urgencia sobre la reforma. Con algunas excepciones, el debate se ha centrado en ideas menos extremas de lo que debe ser la política migratoria, particularmente en función de la necesidad real que la economía estadunidense tiene de los trabajadores migratorios. Pasada la exigencia de una amnistía incondicional y el estado de máxima alerta creado por los ataques terroristas del 11 de septiembre, la discusión sobre la reforma ha girado principalmente en torno a dos ejes: control en la frontera y solución a la situación de 12 millones de personas indocumentadas en el país.

ES CURIOSO COMO la aprobación en la Cámara de Representantes de la propuesta conocida como Sensenbrenner, que entre otras cosas plantea la construcción de un muro a lo largo de la frontera con México, generó un debate en la nación que neutralizó la posibilidad de que el Senado diera luz verde y dio lugar a una discusión menos agresiva en torno a los indocumentados. Algo similar ha ocurrido con otras propuestas, cuyo sentido ha sido principalmente punitivo, como negar servicios de salud y educación a los trabajadores migratorios y sus familias. Se confirma así que la característica principal del tema migratorio es su dinamismo; cualquier reforma radical rompe equilibrios muy delicados, por lo que está condenada al fracaso.

HASTA DONDE SE PUEDE advertir será muy difícil que los legisladores envíen nuevamente a la congeladora los proyectos de reforma que se discuten. De hecho, el líder del Senado ya fijó el próximo 27 de marzo como fecha límite para llevar una propuesta, cualquiera que sea, al pleno de ese cuerpo legislativo. Las negociaciones han sido intensas y parece haber un consenso de que ahora sí "cualquiera" es mejor que ninguna. Es de esperar que esta vez sí se escuche la voz de quienes son objeto y sujeto de ella.

 
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