Usted está aquí: lunes 20 de marzo de 2006 Opinión Más problemas ambientales sin solución

Iván Restrepo

Más problemas ambientales sin solución

En la zona del municipio de Huixquilucan viven familias de altos ingresos y es donde se concentra el mayor crecimiento habitacional de lujo de la zona metropolitana de la ciudad de México. Sin embargo, también se distingue por su alta contaminación por partículas. El problema se origina en 15 areneras y siete cementeras que funcionan cerca de la exclusiva zona residencial, así como por el tráfico de cientos de camiones materialistas que circulan por algunas vías de la zona, en especial por la avenida Jesús del Monte. Numerosas familias denunciaron hace un mes el problema. Sostienen que ni las areneras ni las cementeras cuentan con los permisos requeridos para funcionar, por lo cual exigen su clausura, cosa que no ha sucedido todavía.

Se desconoce también el efecto de las denuncias presentadas en diversas ocasiones por residentes de la zona de Miravalle, al sur de Guadalajara. Exigen a las autoridades tomar medidas urgentes a fin de impedir la elevada contaminación atmosférica que allí se registra y que causa serios problemas de salud a la población. Debido a la mala calidad del aire que allí se respira ha sido necesario activar varios días la fase de contingencia ambiental con el objeto de disminuir los daños a la salud pública, en especial de los niños y las personas mayores.

Tampoco se sabe qué medidas está tomando el sector gubernamental para evitar la peligrosa contaminación que se registra en la región de Tula-Apasco-Vito, en el estado de Hidalgo. Allí funciona una termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad, la refinería Miguel Hidalgo, de Petróleos Mexicanos, así como 76 industrias que dejan mucho que desear en cuanto a control de sus emisiones. Desde hace años la población de Tula y municipios vecinos se ha quejado porque las dos paraestatales y las demás industrias producen importantes concentraciones de dióxido de azufre y partículas menores a 10 micras, precisamente las que más afectan negativamente el sistema respiratorio y cardiovascular.

Hace un mes el procurador ambiental del estado de México ratificó la denuncia que presentó en diciembre pasado ante la fiscalía que investiga los delitos ambientales en dicha entidad para que proceda a sancionar a las empresas contaminantes y se les obligue a funcionar dentro de las normas existentes sobre la materia. El procurador también sostuvo que por el efecto de los vientos, la masa contaminante que se genera en Hidalgo se desplaza hacia el estado de México y el Distrito Federal, afectando la salud de millones de personas. Al respecto, se calcula que 70 por ciento de las partículas menores a 10 micras y el dióxido de azufre que afectan el ambiente de la metrópoli proceden de Tula y áreas circunvecinas. Sin embargo, tanto la Comisión Federal de Electricidad como Petróleos Mexicanos negaron tal cosa. Afirman que, por el contrario, funcionan correctamente, sin contaminar.

Martha Delgado, integrante de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, denunció que las pilas usadas son un serio problema ambiental y que es un error que la autoridad federal las catalogue como residuo no peligroso. Secundan la denuncia reconocidos especialistas, como Fernando Menén-dez, José Castro y María Luz Díaz, y diversas organizaciones ecologistas. Señalan que las pilas causan serios problemas al depositarse o quemarse en los tiraderos, pues contienen metales pesados. Entre otras cosas, afectan la calidad del aire y el agua del subsuelo. Cada año se tiran en el país alrededor de 15 mil toneladas de pilas en sus diferentes presentaciones y no existe un control sobre su destino final. No obstante, la Asociación Mexicana de Pilas afirma que las marcas registradas se elaboran con tecnología tan avanzada que no causan daños al ambiente ni a la salud pública. Solamente las pilas piratas, procedentes de Asia (¿China?) sí son problema y deben regularse, aclaró. ¿A quién le cree el lector?

Mientras prosigue el vigiladísimo Foro Mundial del Agua y crece la exigencia para que el vital líquido sea reconocido como un derecho humano, no olvidemos que hay otros problemas que todavía no tienen solución satisfactoria de las autoridades.

 
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