Usted está aquí: martes 21 de marzo de 2006 Cultura Un poeta, como los pájaros, canta para no morir de asfixia, dice Alberto Blanco

El autor presentó a la prensa su poemario Música de cámara instantánea

Un poeta, como los pájaros, canta para no morir de asfixia, dice Alberto Blanco

Divagaciones alrededor de Mozart, el beisbol y la vida citadina enmarcaron el acto

Dedica poemas a Mahler, Debussy, Nancarrow y Chávez, entre otros compositores

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Alberto Blanco, ayer, durante la presentación de su nuevo poemario Foto: Luis Humberto González

Un poeta es como un pájaro, canta para no morir de asfixia, afirmó Alberto Blanco (DF, 1951) durante la presentación a la prensa de su poemario Música de cámara instantánea (editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para su colección Cuadernos de Pauta), en el cual entrelaza sus versos con una profunda reflexión en torno de la música y el paso del tiempo.

El encuentro con el poeta tuvo lugar en la Cafebrería El Péndulo de la Zona Rosa la mañana del lunes. Más que una presentación formal, se trató de una charla entre amigos que divagaron sobre el beisbol, Mozart y la vida en la ciudad de México a lo largo de los años, entre otros temas.

La plática aterrizó en esos compositores a los que Blanco dedica cada uno de los poemas contenidos en su libro: Gustav Mahler, Claude Debussy, Eric Satie, Carlos Chávez, Conlon Nancarrow, Aaron Copland y Mario Lavista, entre otros ''grandes músicos del siglo XX que nos han dado una gran lección de valentía en el mundo de las artes porque, creativamente, se internaron en zonas muy desiertas y han estado dispuestos a pagar el precio de tener cada vez un público más reducido.

''Los conciertos de música contemporánea suelen ser experiencias para iniciados, salvo alguna excepción, como Philip Glass, que viene a México a tocar La Bella y la Bestia y llena el Auditorio Nacional o el Palacio de Bellas Artes."

Disco compacto inconseguible

Blanco recordó que realizó un disco compacto con los compositores Armando Contreras y Salvador Torres a partir de su poemario El libro de los pájaros (1990), en el cual ''para cada poema se diseñó un paisaje sonoro, y cada poema fue dicho de una manera diferente, no como canción, sino como poesía sonora. Fue un esfuerzo enorme, con riesgos, pero esta producción pasó inadvertida, la Universidad de Guadalajara la secuestró en algún lugar; hoy no podemos conseguir ejemplares del disco, la versión oficial es que está agotado.

''Una vez más fue como predicar en el desierto, pero no importa. Si el destino de una obra es la clandestinidad o inclusive el silencio está bien, no hay razón para pensar que la única vida que puede vivir una obra es la popularidad o la de la difusión masiva.

''De hecho, esas dos ideas son unas de las grandes trampas del arte contemporáneo. En las artes visuales, desde hace mucho rato impera un cinismo en el mundo de las galerías y los museos donde prácticamente se identifica el precio de una obra con su calidad.

''Marcel Duchamp, en los años 30, ya se quejaba del arte moderno, muy desilusionado decía que el único criterio que se utilizaba para saber si una obra tiene calidad es el precio.

''A veces una obra debe dormir mucho tiempo y despertar, en el momento adecuado. Y si no le toca despertar, ése era su destino. Para mí es suficiente con que el trabajo artístico suceda."

Moverse sin ataduras

El poeta Alberto Blanco narró que son muchos los artistas que se han sentido atraídos por la creatividad que manifiestan las aves mediante sus cantos, lo cual no es fantasía.

''Los pájaros han llamado también la atención porque pueden volar. Durante todo el medievo las aves ocuparon un lugar central en la iconografía y en la heráldica. Muy probablemente representaban la libertad que la mayoría de gente no tenía: moverse sin ataduras, sin restricciones, con cierto descaro, cierta facilidad de no pertenecer a ningún lugar; ésta sería una idea muy atractiva para las personas que estaban atadas a un feudo.

''Los ruiseñores pequeños aprenden a cantar con las aves mayores, pero llega un momento en el que improvisan, aportan nuevas melodías a la tradición de sus congéneres.

''Los ornitólogos dicen que la función del canto de los pájaros es evitar que se ahoguen. En ese sentido, un poeta canta para no morir de asfixia", concluyó.

 
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