Usted está aquí: martes 28 de marzo de 2006 Capital Para 15 trabajadoras sexuales llegó el momento de "cerrar un capítulo"

La organización Semillas entregó la Casa Xochiquetzal a mujeres de la tercera edad

Para 15 trabajadoras sexuales llegó el momento de "cerrar un capítulo"

Desde ayer cuentan con techo, alimentos, educación, atención interdisciplinaria y talleres

LAURA GOMEZ FLORES

Ampliar la imagen La casa tiene 15 huéspedes, pero la intención es llegar a 60 Foto: Alfredo Domínguez

Amanecer en la banca de un jardín, arriesgarse a ser agredida física o emocionalmente y buscar un cliente para ganarse 30 o 50 pesos y dar a sus hijos una vida mejor de la que han llevado por más de 30 años, la mayoría de las veces en lo oscurito, quedó atrás para un grupo de 15 trabajadoras sexuales de la tercera edad, que desde ayer cuentan con un albergue: la Casa Xochiquetzal, ubicada en la colonia Centro.

Se trata de un inmueble del siglo XVIII que fue entregado a la organización Mexicana Pro Derechos de la Mujer (Semillas) mediante un permiso administrativo temporal revocable, para cuya rehabilitación la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) destinó 2 millones de pesos, como parte del programa de rescate y preservación de edificios antiguos en el Centro Histórico.

Además de contribuir en el mejoramiento de las condiciones de vida de 60 mujeres en una primera etapa -que representan la mitad del universo-, las cuales trabajaban en la zona de La Merced-Mixcalco, al proporcionarles albergue, alimentos, educación, atención interdisciplinaria y talleres, se busca rescatar su identidad y generar un cambio en su círculo social inmediato.

Impulso de Lamas, Jesusa y Poniatowska

Ante trabajadoras sexuales, la titular de la Seduvi, Laura Itzel Castillo, destacó que con este esfuerzo compartido, que impulsan Martha Lamas, Jesusa Rodríguez y Elena Poniatowska, se pretende sensibilizar a la sociedad capitalina sobre las condiciones adversas en que sobreviven estas mujeres, la posibilidad de dignificar sus vidas y la autonomía financiera del lugar mediante distintas actividades productivas que desarrollarán las beneficiarias.

Se trata de una gran oportunidad a nuestra edad, cuando "los hombres ya no nos buscan, y si lo hacen nos pagan una miseria, aunque muchas veces pasan días sin ganarnos un centavo, porque nuestras carnes están flácidas, estamos gordas y la piel está dura y arrugada, porque todo por servir se acaba, pero no teníamos de otra, cuando la necesidad se impone y hay la obligación de educar a los hijos", explica María Luisa.

"Los golpes, un marido holgazán y el querer que tus hijos salgan adelante te lleva a buscar esta vida, que no es tan fácil, como la gente dice, porque a nadie le gusta meterse con hombres diferentes, sucios o maniáticos, que hasta llegan a darte de cachazos en la cabeza, nadie lo quiere."

Por eso dice que a sus 63 años ha decidido dejar esa actividad, vender ropa, aprender algún oficio y no regresar a dormir en la calle.

Para Carmen dejar atrás 31 años de trabajo sexual en Plaza Loreto es una bendición, porque "llegamos a esto por hambre, necesidad, un hombre irresponsable a cuestas e hijos que mantener que, en mí caso, eran siete. Ellos ya son hombres de provecho, saben de dónde salió para sus estudios y comida, y lo agradecen, porque no es algo que deba avergonzarnos, aunque es tiempo de cerrar un capítulo".

La posibilidad de ofrecer a sus compañeras tranquilidad en sus últimos años de vida es un gran logro para ella, porque no tendrán que deambular por las calles en busca de clientes, que no pagan más de 50 pesos, dormir a la intemperie y recibir múltiples humillaciones de personas que no comprenden esta actividad, que cobija a cientos de mujeres, cabezas de familia, las cuales tienen múltiples necesidades.

Hasta el momento, la casa tiene 15 huéspedes, pero la intención es llegar a 60 con los trabajos de rehabilitación que hará el grupo Jóvenes Constructores de la Comunidad, pues, de acuerdo con Carmen, "la tercera edad es la peor para ejercer la actividad más vieja del mundo".

Sin embargo, Isabel no coincide con Carmen, porque "cuando estás todavía buena puedes encontrar hombre y ganarte 100 u 80 pesos, aunque luego hasta por 50 acepto, pero rapídito y con condón, porque hay que cuidarse y no matar la mata. Reconozco que primero lo hice por necesidad para sacar adelante a mis cinco hijos pero ahora ya le agarre el gusto y no lo voy a dejar. Aquí no tengo hora de entrada ni de salida y me gano mis centavos, aunque tengo que cuidarme de que mis conocidos no me vean y le vayan con el chisme a mis nueras y yernos, porque mis hijos sí saben quién soy y no se avergüenzan".

 
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