Usted está aquí: lunes 3 de abril de 2006 Capital En el centro Nuevo Amanecer el desarrollo infantil es tarea de todos

Organizado a manera de comuna, brinda servicio de guardería y de prescolar

En el centro Nuevo Amanecer el desarrollo infantil es tarea de todos

Es reconocido por la SEP como opción educativa, pero carece de financiamiento oficial

ROCIO GONZALEZ ALVARADO

En el Centro de Desarrollo Infantil Comunitario Nuevo Amanecer -que nació a iniciativa de un grupo de mujeres de la comunidad La Malinche, delegación Magdalena Contreras, para brindar el servicio de estancia infantil y educación prescolar a menores de escasos recursos- el cuidado y la enseñanza de los pequeños es tarea de todas.

Con proyectos autogestivos y como una especie de comuna, quienes laboran u obtienen sus servicios en esta instancia colaboran con su "granito de arena". Unas capacitan a otras en la educación inicial. Otras cuidan de los hijos para que sus compañeras puedan trabajar. Unas más se erigen en cocineras o dan mantenimiento al lugar.

Esta es una historia de fraternidad y trabajo comunitario entre mujeres que se teje en la periferia de la ciudad de México. Todo comenzó hace 20 años, cuando un grupo de mamás que vivían en dicho barrio no tenían dónde dejar a sus hijos para acudir a su trabajo de empleadas domésticas en la zona residencial de San Jerónimo y en el Pedregal de San Angel.

El objetivo, relata Guadalupe Moreno Mejía, una de las promotoras del proyecto educativo, pronto se amplió, e incluyó entre sus beneficiarios a hijos de obreras, comerciantes ambulantes y otras mujeres subempleadas, todas sin prestaciones sociales, de las zonas marginadas de la ciudad.

En esa época había una propuesta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia para capacitar a mujeres para que se hicieran cargo de grupos de niños, porque la Secretaría de Educación Pública (SEP) no tenía capacidad de atender a todos los niños de prescolar ni había tantos planteles privados como ahora. "Los niños se la pasaban en la calle, a otros los dejaban solos en sus casas, y hubo muchos accidentes en ese tiempo."

Primero en un patio, en una cochera y hasta en la propia calle hicieron un corredor para atender a los niños. Después consiguieron un cuarto pequeño en la calle de Durazno y Zapata, que se acondicionó como lugar de aprendizaje y sala de juegos.

Diez años después, ya con un grupo más numeroso de mujeres e integradas en la Coordinadora Popular de Madres Educadoras (Copome), lograron la donación de un terreno, donde se levantó Nuevo Amanecer, centro que se ha convertido en el pilar del proyecto educativo y el modelo a seguir para las nuevas instancias.

Actualmente participan en la Copome 35 centros infantiles comunitarios, ubicados en colonias de alta marginalidad de 13 delegaciones del Distrito Federal y tres municipios del estado de México -Ecatepec, Chalco y Nezahualcóyotl-, que son atendidos por 250 madres educadoras que ofrecen sus servicios a 2 mil 500 niños menores de seis años de edad.

Como en su origen, son administrados y operan como resultado de procesos autogestivos en las comunidades, con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil, y en algunos casos de fundaciones privadas. Pero aunque desde el año pasado fueron reconocidos por la SEP como un modelo alternativo de educación comunitaria, no dependen ni reciben financiamiento de esa dependencia federal.

Por una cuota simbólica de cero a 30 pesos diarios, según la situación económica de las madres, en los centros infantiles comunitarios se reciben niños desde uno a seis años de edad. El modelo educativo está basado en atender los intereses y las necesidades de los menores para su mejor desarrollo, afirma Lidia Sánchez, coordinadora de un centro en Alvaro Obregón, quien explica que a diferencia del método de enseñanza oficial, allí la prioridad no es que aprendan a sumar o escribir.

"Lo que hicimos es distribuir el modelo en cinco módulos, y cada uno atiende ciertas necesidades del niño. Una es de la vida social, la relación con su entorno, su desarrollo motriz, emocional y afectivo, y otra es la expresión que estimula todas las artes. Todo ello a través de talleres específicos que los impulsa a estar produciendo ideas, dibujos, o lo que sea que los esté estimulando constantemente", refiere.

A la par de los servicios de estancia infantil y educación prescolar, el trabajo comunitario que realiza la Copome ha servido también como un proceso de autovaloración para las madres.

"Es impresionante cómo llegan las mujeres, ya sea para obtener los servicios de los centros o para prestarlos. Son mujeres a las que les ha pasado de todo, y llegan resentidas socialmente, pero al poco tiempo se refleja en ellas un crecimiento personal, porque se les involucra de lleno en el proyecto", explica.

"No podemos remediar la pobreza en la que viven, pero sí ofrecerles condiciones que mejoren sus vidas y la de sus hijos", señala tras subrayar: "se trata de un trabajo comunitario, que no opera bajo la lógica mercantil, sino la de resolver una necesidad social, en este caso la educación inicial para los niños".

 
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