Usted está aquí: lunes 3 de abril de 2006 Cultura Yumiko Yoshioka da vida a oscuros personajes con su arte

Ofreció Antes del amanecer, muestra de danza butoh

Yumiko Yoshioka da vida a oscuros personajes con su arte

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Yumiko Yoshioka en parte de su actuación Foto: Giuseppe Frusteri

Desde códigos y una estética diferentes a las predominantes en los países occidentales, la coreógrafa y bailarina japonesa Yumiko Yoshioka extrajo de la oscuridad del escenario -y del interior de ella y del público presente- una diversidad de criaturas agazapadas en la memoria, en un proceso dancístico que osciló entre lo grotesco y la belleza más refinada.

Durante el espectáculo de danza butoh Antes del amanecer, presentado por Yoshioka el viernes y el sábado, el Teatro de la Danza se pobló de esos entes surgidos desde el ser más profundo de la bailarina que se apoderaron de los gestos de su rostro, pero también de sus brazos, sus manos, su espalda y de cada músculo de su cuerpo.

Pero esos seres, que por momentos borraron totalmente a Yumiko y se apoderaron del escenario, no le resultaban ajenos a los espectadores que llenaron ese foro del Centro Cultural del Bosque, porque fue como un pozo o un espejo de agua que les devolvía las luces y sombras de las que todos estamos hechos.

La bailarina entró al escenario cubierta totalmente con una tela roja. Luego, como una crisálida, fueron saliendo sus manos, unas manos que parecían cobrar vida propia y convertirse en personajes que interactuaban con la bailarina. Luego surgió un rostro que, entre bizcos y lengüetazos insolentes, comenzó de lleno el proceso de introspección de la bailarina y su público.

En los extremos había dos montones cónicos de arena blanca, iluminados sólo por dos luces cenitales. De esa arena se sirvieron las manos-personajes, las diversas criaturas emergidas de la oscuridad y la misma lengua irreverente. Incluso la trenza, y luego la cabellera suelta, de la bailarina se sumergieron y revolotearon en el polvo blanco para crear efectos de cascadas y estallamientos en el escenario semioscuro.

Al final, en el que al parecer se llegaba de la oscuridad a la luz, las criaturas regresaron a sus escondites muy dentro del alma de todos los presentes. Y sólo entonces Yoshioka pudo retomar su condición de persona y agradecer, con humildad, los atronadores aplausos del público.

La danza butoh, aderezada por Yumiko con un poco de música, efectos y algún tono contemporáneo, realizó, así, otra exploración de lo humano, pero desde la perspectiva de la cultura oriental japonesa.

 
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