Usted está aquí: lunes 3 de abril de 2006 Sociedad y Justicia Dueto mexicano causa sensación en Europa

Dueto mexicano causa sensación en Europa

Fracasados en México, probaron las calles de Irlanda y de ahí saltaron a la fama

ROBIN DENSELOW THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Los guitarristas Gabriela y Rodrigo son un ejemplo de determinación y negativa a escuchar consejos. Su disco más reciente llegó al primer sitio de popularidad en Irlanda Foto: Tomada de www.rodgab.com

Londres, abril. En el ámbito de las historias de éxito improbable pero merecido, Rodrigo y Gabriela son un caso ejemplar de las recompensas del trabajo duro, la determinación y la negativa a escuchar consejos. Hace siete años llegaron a Dublín como un dueto joven de atractiva apariencia pero sin un centavo, y acabaron cantando en la calle Grafton para pagar sus deudas. Este mes, su disco más reciente, titulado sencillamente Rodrigo y Gabriela, llegó directamente al primer lugar de las listas de popularidad en Irlanda, cosa que nunca había ocurrido con un álbum instrumental.

Y esto, pese a que se niegan a entrar en cualquier categoría musical ("En algunas tiendas nos ponen tanto en la sección de rock como en la de world music", comenta Rodrigo) y mandaron a volar a todos los que les dijeron que no llegarían a ningún lado como un dueto que toca sólo guitarra. "Trataron de ponernos a cantar -recuerda Gabriela- y les dije que no queríamos un disco de éxito. ¡Y ahora hasta nos tocan en la radio comercial!"

Alcanzaron este éxito con ayuda del productor John Leckie, que los hizo sonar en disco tan singulares y vigorizantes como en el escenario. Lo escogieron, dicen, porque es productor de rock y no de world music (aunque entre sus créditos están Baaba Maal y Radiohead); Leckie se propuso lograr "el mismo sonido que cuando tocamos en vivo", en vez de añadir "10 mil guitarras y violines".

Hizo bien, porque el estilo de Rodrigo y Gabriela es inquietante, imposible de categorizar. Casi por intuición oscilan entre el rasgueo rápido, las melodías a una cuerda y el trabajo de ritmos, y sus influencias van de los aires latinos al jazz, al tratamiento acústico de riffs de heavy metal y a su muy mexicana versión del flamenco. Dicen que empezaron a tocar así cuando se volvieron músicos callejeros en Dublín, porque cuando vivían en la ciudad de México su único interés había sido el trash metal; tocaban cóvers de Metallica o de Slayer en una banda llamada Tierra Acida.

A Rodrigo le enseñó a tocar un hermano cuando estaba en la escuela, y Gabriela comenta que se negó a ir a la prepa. "Lo único que quería era tocar guitarra. Me encantaban Jeff Beck y Jimmy Page y todos los héroes británicos, y quería tocar como ellos." Por un tiempo trabajó en un edificio del gobierno, haciendo "absolutamente nada, como suele pasar en las oficinas de gobierno en México".

Ni Rodrigo ni Gabriela lograron triunfar en la escena musical mexicana. Su banda perdió dinero, detestaban la vida de la ciudad y reprobaron los exámenes del conservatorio (aunque ahora, dice Rodrigo, el director de éste "nos ha enviado un e-mail en el que dice que ha sabido de nosotros y que compuso unas piezas que le gustaría que tocáramos"). Así pues, vendieron muchas de sus posesiones y se mudaron a Ixtapa Zihuatanejo, en la costa del Pacífico.

"Durante un mes -evoca Gabriela- no hicimos nada. Ni siquiera tocábamos, y se nos acabó el dinero. Pero nos prometimos no hacer nada que no fuera música, así que fuimos a un hotel a preguntar si podíamos tocar música de fondo allí. Nos dijeron que empezáramos esa misma noche, y allí fue donde nos dimos cuenta de que no teníamos más que tres tonadas propias, así que empezamos a tocar versiones acústicas de canciones de Metallica..."

Luego comenzaron a viajar. Una chica que conocieron les dijo que Irlanda es pequeña y su gente agradable, "así que decidimos ir allá. La idea era quedarnos unos 15 días, luego ir a Londres otros 15, y de ahí a España. Pero se nos acabó el dinero y nos quedamos un año", explica Gabriela.

La meta, como en México, era encontrar trabajo en hoteles, pero descubrieron, como dice Rodrigo, que "las cosas no se dan así". Tenían que ganar dinero aprisa, así que comenzaron a tocar en la calle "nada más con nuestros cóvers de Metallica y Santana. Pero pronto nos aburrimos". Comenzaron a escribir temas instrumentales, y descubrieron que ganaban más dinero: "Cada vez que tocábamos así nos daban más. Fue nuestra forma de sobrevivir".

"Teníamos muchas presiones -continúa Gabriela- porque debíamos mucho dinero. Así que seguimos tocando en las calles y componiendo nuevo material. Fue duro y grandioso a la vez."

En las calles de Dublín Rodrigo y Gabriela comenzaron a usar las guitarras como instrumentos de percusión, "para que sonaran como la batería en una banda", y a incorporar ritmos flamencos y latinos a los riffs de heavy-metal: "En México, a los chavos de clase media les gusta la música extranjera y no quieren tocar la música vernácula. Pero cuando sale uno al extranjero se da cuenta de lo buena que es".

Y los dublineses apreciaron lo que escuchaban, "así que cada noche acabábamos en casa de alguien, bebiendo. Fue muy loco". Con el tiempo fue creciendo su fama; tocaban en "fiestas, cafés y bodas", y luego, cuando reunieron dinero suficiente, reanudaron su viaje por Europa. Se pusieron a tocar en las calles de Copenhague, "donde era invierno y hacía aún más frío que en Irlanda, ¡fue una tontería!", y luego en Barcelona, donde ahorraron el dinero que ganaron para conseguir las mejores localidades de un concierto de Paco de Lucía.

De regreso a Dublín, descubrieron que sus días de músicos callejeros habían terminado. Una de las muchas personas que los habían visto tocar en la calle Grafton era el cantante irlandés Damien Rice, "quien no era famoso en ese tiempo; se sentaba como jipi a vernos tocar y un día nos invitó un café". Más tarde Rice los invitó a apoyarlo en sus shows y les sugirió hacer "presentaciones apropiadas" por sí mismos. En un principio no les agradó la idea "porque perderíamos nuestra libertad", pero transigieron "y cambiamos a lo que hacemos ahora".

Actualmente, luego de constantes giras por Irlanda y otras partes de Europa, parecen listos para emprender la conquista del mundo. Este año planean tocar en Australia y luego en Estados Unidos (donde su álbum será lanzado el próximo verano), pero aún son desconocidos en México, "así que será interesante ver la reacción allá".

Y ¿cómo explican su éxito? "Tenemos un sonido fresco, sin tecnología, y se puede bailar", sugiere Gabriela, con un inglés salpicado de interjecciones dublinesas. "No me importa si le llaman rocanrol o world music; es música, y si les gusta, ¡pues vayan a comprar el chingado álbum y asistan a un concierto!"

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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