Usted está aquí: sábado 8 de abril de 2006 Opinión Agonía africana

Leonardo García Tsao

Agonía africana

La imagen de un enorme avión aterrizando en un desolado aeropuerto africano remite a las inolvidables imágenes conseguidas por Werner Herzog en Fata Morgana (1971). Sin embargo, ese comienzo de La pesadilla de Darwin es apenas el asomo de otra realidad increíble, mucho más alucinante que cualquier rareza captada por Herzog.

Situado en Tanzania, en los pueblos que orillan el Lago Victoria, el documental del austriaco Hubert Sauper describe una situación comparable a una serie de cajas chinas de desesperanza. Según se revela, los aviones que aterrizan de manera constante en Mwanza vienen a cargar toneladas de pescado para ser exportado a diferentes países de Europa. La pesca es, claro, la principal actividad del lugar, y el producto es la perca del Nilo, una especie introducida al lago en los años 60, cuya reproducción descontrolada ha acabado con el equilibrio ecológico del lugar. La paradoja es que la población no puede consumir esos peces, pues, una vez fileteados y procesados en las fábricas, se vuelven incosteables. Los tanzanos sólo tienen acceso a los desechos -colas, cabezas y esqueletos- que se pudren en los tiraderos de basura. Mientras los niños se quedan inconscientes inhalando el pegamento obtenido de derretir las cajas vacías.

Como si eso no fuera suficiente, el VIH/sida cunde entre los pescadores, quienes a su vez infectan a sus esposas, las que, una vez que enviudan, se dedican a la prostitución convirtiéndose en focos de contagio. "Quince pescadores mueren al mes", señala un pastor cristiano que, por cierto, condena el uso de condones, "porque es pecado".

Con un respeto que elude la condescendencia y sobre todo el miserabilismo, Sauper se concreta a observar y entrevistar a algunos personajes representativos. Por ejemplo, el vigilante de una fábrica, armado con un arco y flechas envenenadas, quien ansía una guerra para mejorar su situación. O los pilotos rusos -la imagen misma del oportunismo corrupto-, quienes no se atreven a confesar su trabajo clandestino de contrabandistas de armas. Los aviones no llegan vacíos a Tanzania, sino cargados de material bélico para nutrir las guerras civiles de países vecinos.

La habilidad de Sauper consiste en embonar los diferentes cuadros de horror con la naturalidad del hecho cotidiano. Así, vemos a mujeres buscando comida entre restos agusanados de pescado con el aire indiferente de un ama de casa comprando en el supermercado.

La ley darwiniana sobre la supervivencia del más fuerte no se refiere sólo a la perca. La voracidad del pez -susceptible de comerse a sus propias crías- no se compara con la del capitalismo global, causante de esa situación extrema de explotación abusiva y miseria. Los habitantes de Tanzania cambian la frase de gente pobre por la de "pobre gente". Si la zona del Lago Victoria se supone la cuna de la humanidad, parece probable que pronto atestigüe también la extinción de miles de sus ejemplares.

Estrenada de forma limitada, como suele ocurrir con los contados documentales que alcanzan la exhibición comercial, La pesadilla de Darwin podría suplir la vieja costumbre de ver películas bíblicas en esta temporada para entrar en un ánimo de recogimiento y reflexión. Este sí es el testimonio urgente de un vía crucis sin ninguna posibilidad aparente de redención.

La pesadilla de Darwin

(Darwin's Nightmare)

D y G: Hubert Sauper/ F. en C: Hubert Sauper/ Ed: Denise Vindevogel/ Son: Cosmas Antoniadis/ P: Mille et Une Productions, Coop 99, Saga Film, Westdeutscher Rundfunk, Arte. Francia Austria, Bélgica, Alemania. 2004.

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