Usted está aquí: sábado 15 de abril de 2006 Cultura ''Viaje en el tiempo'' para conocer la vida monacal en el ex convento de Churubusco

Se rehabilitaron varios espacios del actual Museo Nacional de las Intervenciones

''Viaje en el tiempo'' para conocer la vida monacal en el ex convento de Churubusco

Falta determinar el tamaño real y uso de una caja de agua elíptica, descubierta en el huerto

ANA MONICA RODRIGUEZ

Ampliar la imagen Vista parcial del pasillo y los arcos del ex convento de Churubusco (arriba); sobre estas líneas, el rehabilitado baño de los placeres Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Vista parcial del pasillo y los arcos del ex convento de Churubusco (arriba); sobre estas líneas, el rehabilitado baño de los placeres Foto: Cristina Rodríguez

Las costumbres, hábitos y formas de sanación de los frailes dieguinos que habitaron desde el siglo XVII el convento de Churubusco se recrean en los oscuros espacios y habitaciones del inmueble que se edificó en lo que fue un teocalli de Huitzilopochco, en la época prehispánica.

En el ex convento, ahora sede del Museo Nacional de las Intervenciones, se inauguró hace unos días el refectorio o comedor, El baño de los placeres y el centro de documentación El catalejo de la historia.

Tras la ceremonia que fue presidida por autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que encabeza Luciano Cedillo, además de historiadores, arqueólogos y el director del recinto, Alfredo Hernández Murillo, se inauguraron los espacios mediante los cuales los visitantes ''viajarán en el tiempo" y entrarán a la vida de los frailes hace siglos. Espectáculos de juglares y música amenizaron la apertura de esas antiguas habitaciones.

El refectorio o comedor es una recreación de la manera en que los frailes inge-rían sus alimentos. Los visitantes observarán varias mesas, casi pegadas a las paredes -para dejar vacío el espacio del centro- con cucharas, platos y tazas de aquella época; además de la simulación de algunos alimentos. El montaje infiere un día de ayuno, la mesa diaria y el día de fiesta.

Esta comunidad religiosa, explicó el historiador Raymundo Alva Zavala, aunque tenía una alimentación frugal, en días de fiesta como los dedicados a San Francisco de Asís, Corpus Christi, Santa Clara o el Domingo de Resurrección, ingerían ''dos o tres empanadas, una sopa aguada y otra seca -ambas de pasta-, dos tipos de arroz, dos o tres guisados a base de cerdo, cordero, res, pollo y guajolote". Además, pastelería fina y vinos para la buena digestión.

El ayuno, dijo, era obligatorio en días previos a Semana Santa y sólo comían pan y bebían agua.

También, en ese espacio sobresalen algunos hallazgos coloniales, como el primer piso del convento -que data del siglo XVII-, un lavamanos y dos crujías. Para exhibirlos se hicieron dos ventanas arqueológicas, mediante las cuales el público camina y pasa al comedor. Antes de colocarlas, añadió el investigador, se realizaron trabajos para eliminar la humedad, ademas de una prospección arqueológica, la cual llevó a los mencionados hallazgos.

Máximo esplendor en el siglo XVII

La investigación histórica cambió con los descubrimientos, porque se pensaba, según Alva Zavala, ''que todo el inmueble pertenecía al siglo XVII, pero una gran inundación en 1806 provocó la renivelación del edificio a más de un metro de altura".

En su época de mayor esplendor hacia esa centuria, continuó el historiador, el convento ''albergó cerca de 30 frailes y 20 hermanos legos, al margen de la población estudiantil que superaba tres decenas de jóvenes que después realizaban su trabajo misional en San Antonio, Texas; Alta California y Filipinas".

Entre pasillos y habitaciones, el también jefe del Departamento de Promoción Cultural de ese museo, mostró a La Jornada El baño de los placeres, pequeño espacio dedicado a preservar la salud de los frailes, donde resaltan una tina con azulejos de principios del siglo XIX y grandes ollas que simulan las utilizadas en aquellos tiempos para calentar agua.

La práctica del temascal, la herbolaria y el uso de diversas plantas sobresalen entre las medidas curativas, a la par de ''la impresionante cantidad de recetas que ocupaban todas las excretas y fluidos del cuerpo, como cabellos, uñas, lágrimas y saliva".

La fusión medicinal surgía de recetas provenientes de Europa, Asia y Africa, ''y no siempre eran suficientes para salvar la vida de los enfermos; entonces la labor del hermano enfermero era mandarlos en las mejores condiciones con Dios, es decir, los frailes les ayudaban y auxiliaban a sanar su alma para bien morir".

La rehabilitación del ex convento también incluye la apertura del Salón de usos múltiples Gastón García Cantú, el reacondicionamiento del Patio de novicios y en lo que fueron las caballerizas se montó el acervo del centro de documentación El catalejo de la historia.

Ese lugar dedicado al estudio y conocimiento de la historia, reúne elementos didácticos, entre los que destacan ''materiales grabados con las voces de Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, José Vasconcelos o Lázaro Cárdenas''; además, permitirá ''echar un vistazo" a los contenidos de la Fototeca Nacional. Se estima que hay alrededor de mil 500 títulos para consultar, además de exposiciones virtuales y películas.

Mediante tecnología computarizada se mostrarán litografías, óleos, documentos y materiales interactivos y digitalizados. La consulta del acervo se puede efectuar de 9 a 18 horas, de martes a sábado.

A raíz del proyecto de restructuración del Museo Nacional de las Intervenciones, que pretende también recrear el antiguo huerto de los dieguinos, se informó hace meses sobre el hallazgo en los jardines de una caja de agua ''elíptica" de la que falta determinar su tamaño real y uso.

Los vestigios de una ofrenda, descubiertos allí, son al decir del arqueólogo Ramón López Valenzuela, objetos de manufactura indígena, pero elaborados tras la conquista. El simbolismo y uso ritual de la caja de agua, añadió, todavía no se confirma, porque falta otra etapa de excavación y realizar análisis de laboratorio.

El Museo Nacional de las Intervenciones se ubica en Calle 20 de Agosto, esquina con General Anaya, colonia San Diego Churubusco, Coyoacán. Abre de martes a domingo, de 9 a 18 horas y el costo de entrada es de 33 pesos. Los domingos el acceso es gratuito.

 
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