Usted está aquí: domingo 16 de abril de 2006 Opinión Guerra sucia contra la cultura y la izquierda

Antonio Gershenson

Guerra sucia contra la cultura y la izquierda

Ahora se pone en evidencia que esas famosas "erratas" de la "pareja presidencial", desde no saber el nombre de un escritor hasta descubrir que ahora ya no sólo hay rabinos sino rabinas, no son un fenómeno individual. La cúpula panista ha mostrado que no se queda atrás. El candidato Felipe Calderón no puede con la aritmética; el líder del partido, Manuel Espino, muestra total ignorancia en materia de literatura y humanismo al mismo tiempo, y las encuestadoras de la derecha en general abundan en todo tipo de incongruencias.

No sólo tienen estas encuestas saltos inexplicables en pocas semanas, que no aparecen en los otros estudios de opinión. Ni siquiera son congruentes entre sí, pues la del PAN le sube más puntos a su candidato y la del PRI al suyo, como era de esperarse. De ahí que haya sido fácil refutar las mentiras que se incorporan a diario a la guerra sucia.

Hay encuestadoras que clasifican los apoyos o rechazos a candidatos por edad, ingresos o región. Deberían clasificar a los votantes, si no por su nivel cultural, que tal vez no sea fácil medir, por su nivel educativo. Por el número de años de estudios concluidos. Tendríamos resultados interesantes.

Habría que hacer una distinción, considerando el nivel de ingreso y de estudios. Porque, por un lado, la derecha tiene más apoyo entre personas de mayores ingresos, pero tiene menos entre aquellas con más educación. Por lo menos en ese sentido apuntan los hechos que estamos mencionando. El medio en que se mueven los principales funcionarios es de mucho dinero y poca cultura.

El simulacro de elección presidencial que se llevó a cabo hace unas semanas en la Universidad Pedagógica Nacional fue un ejemplo. No sólo arrasó Andrés Manuel López Obrador, sino que Calderón obtuvo 12 por ciento de votos y Madrazo 4. En la Universidad Iberoamericana (privada) se las vio duras Calderón ante la insistencia de numerosos estudiantes que expresaron posiciones críticas hacia él y su conducta, y en favor de López Obrador.

La pobreza programática de la derecha y la ignorancia que se expresa en varios espots suyos y en sus seudo encuestas la hacen blanco fácil de los razonamientos, de las cifras sólidas, de la verdad bien explicada. Creo que la campaña del Gobierno del Distrito Federal, de defensa de la verdad en cuanto a sus propios hechos, campaña que apenas empieza a extenderse, está teniendo éxito.

Por lo pronto, las instituciones de educación superior y, en general, los centros de cultura no parecen ser terreno fértil para la derecha. Al contrario, es positivo cualquier esfuerzo para que vaya a votar la mayor cantidad posible de sus integrantes.

La guerra sucia, de manera cada vez más clara, no es sólo contra López Obrador y contra la izquierda, sino contra la cultura.

 
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