Usted está aquí: domingo 16 de abril de 2006 Política En Santo Domingo

Néstor de Buen

En Santo Domingo

Una sesión académica organizada por Rafael Alburquerque, miembro ilustre de La Patota y, en sus ratos de ocio, vicepresidente de la República Dominicana, nos reúne en su país a ocho integrantes de tan ilustre cofradía para rendir homenaje al noveno, Américo Pla Rodríguez, el conspicuo profesor uruguayo a quien los demás patoteros hemos dedicado un libro cuyo objetivo es analizar, desde la perspectiva de cada uno de los países a los que pertenecemos, los principios generales del derecho del trabajo.

El tema ha resultado -como era de esperarse- bastante complicado, porque en estos tiempos en que predomina el capitalismo, las viejas ideas tutelares en favor de los trabajadores, las tesis que sostienen que en toda controversia debe cargarse al empleador con la responsabilidad de probar que no se trata de un contrato permanente sino temporal, o que se debe calificar de relación de trabajo otras que en la forma son mercantiles o civiles, están quedando un poco a un lado.

Comparecemos a la cita Mario Pasco, de Perú; Rolando Murgas, de Panamá; Alfredo Montoya, de España; Wagner D. Giglio, de Brasil; Emilio Morgado, de Chile; Mario Ackermande, de Argentina; Rafael Alburquerque, como es natural, y un servidor.

Pla, por razones de edad, no pudo venir, aunque ya en diciembre pasado fuimos a Montevideo a presentarle el libro que en México fue publicado por la editorial Porrúa.

No es tan sencillo el tema, porque esos principios -que, hemos concluido, son los que inspiraron en su momento al legislador y que deben servir de modelo al juez que tropieza con una laguna en la ley, de la que debe partir una opinión para crear una norma que valga para el caso concreto que ha llegado a su conocimiento- han merecido todo tipo de opiniones.

Precisamente entre nosotros se ha manifestado esa variedad que ya conocíamos por la lectura del libro, pero que asume una mayor importancia cuando, ante un público muy numeroso, cada uno de las autores defiende su propia tesis.

Por supuesto que en los tres días de conferencias han participado especialistas dominicanos y dominicanas, antiguos conocidos nuestros la mayoría, pero también han estado jóvenes muy interesantes, entre ellos el hijo del maestro Lupo Hernández Rueda, poeta y laboralista.

Carlos Hernández ha presentado una visión novedosa de los problemas que hemos tratado, acusando una originalidad notable, siendo que su padre es, sin la menor duda, un jurista de primer rango.

Pero nuestro viaje no ha tenido sólo el objetivo de presentar el libro. Rafael nos ha convencido para que la mayoría, no todos lamentablemente, nos traslademos a las playas de Punta Cana, a orillas del Caribe, que algunos ya conocíamos y que son un lugar de descanso envidiable.

Hay, por supuesto, algunas sorpresas, de esas que no suelen molestar. Y es que algunas chicas que lucen su palmito por estas arenas, seguramente por razones económicas, no pudieron comprar la totalidad de esos trajes de baño de dos piezas y utilizan sólo una de ellas. Ya se pueden imaginar cuál. Por supuesto que nuestras esposas nos tienen prohibidos los recorridos por los alrededores y estamos casi escondidos detrás de alguna palmera.

Para mí la República Dominicana representa muchas cosas. En nuestro exilio en Francia nos embarcamos en Burdeos, en plena ocupación alemana, con destino a este país, pero al llegar al poder el generalísimo Leónidas Trujillo tuvo a bien no permitirnos el desembarco, por lo que tuvimos que seguir de largo en un viaje incierto que, afortunadamente, culminó con el arribo a Coatzacoalcos, Veracruz, el 26 de julio de 1940. De otro modo yo habría hecho mi vida aquí, aunque nunca sabe uno bajo qué circunstancias y condiciones.

En 1980, con motivo de un congreso iberoamericano de derecho del trabajo que presidió Rafael Alburquerque, hubo que hacer trámites especiales para que yo pudiera entrar a este país.

No tanto por la negativa inicial de las autoridades migratorias, sino porque tiempo antes me habían revocado el visado estadunidense (alguna vez supe que me atribuían una orientación comunista y anarquista, además de acusarme de saboteador), y si no es por Rafael, tampoco hubiera entrado entonces.

Este país del Caribe me ha generado grandes satisfacciones personales y profesionales. Títulos, condecoraciones, homenajes y un etcétera muy grato. Estar aquí es estar, sin duda, en casa.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.