Usted está aquí: lunes 17 de abril de 2006 Política Repensar Chiapas a contrapelo

Carlos Antonio Aguirre Rojas

Repensar Chiapas a contrapelo

El libro de Andrés Aubry Chiapas a contrapelo: una leyenda de trabajo para su historia en perspectiva sistémica, coeditado por el Centro Immanuel Wallerstein de San Cristóbal de las Casas y por la revista Contrahistorias, no es uno más de los múltiples textos que en los últimos 10 años han proliferado dentro y fuera de nuestro país, a raíz de la importante irrupción del digno movimiento de los indígenas neozapatistas del sureste mexicano.

Porque lejos de pretender aumentar en una unidad más esa cada vez más vasta bibliografía del tema chiapaneco, lo que este libro nos da es una muy elaborada interpretación del esencial presente y el rico pasado de Chiapas, explicado y descifrado desde un triple y complejo emplazamiento: en primer lugar, visto desde una muy densa perspectiva histórica de larga duración; en segundo término, encuadrado en una visión sistémica y global y, finalmente, desde la óptica de la historia crítica y a contrapelo de los discursos sociales e históricos dominantes.

Así, la obra nos provee de todo un conjunto de claves esenciales que nos permiten entender las razones principales del papel neurálgico que hoy tiene esta encrucijada chiapaneca -con ese movimiento neozapatista como su eje fundamental- en México, en América Latina e incluso en todo el planeta, explicadas dichas claves esenciales desde diferentes y también muy ricos y complejos pasados diversos que, en su específica síntesis, conforman la historia inmediata o presente de esta misma realidad chiapaneca.

Es una explicación de la historia de Chiapas, construida desde las perspectivas braudelianas de la larga duración histórica, que no sólo ilustran la singular manera en que esos diversos pasados chiapanecos se encuentran actuantes en nuestro más actual presente, sino también se separan, radicalmente, de esa inmensa mayoría de análisis e interpretaciones apresurados que, al encerrarse en las temporalidades cortas de los sucesos inmediatos, o en la atención exclusiva a los procesos de los últimos 20, 30, 50 u 80 años, pierden de vista varias dimensiones esenciales de esta larga duración histórica, que también estructuran y explican los acontecimientos y los procesos recientes.

Por ejemplo, el hecho decisivo y fundamental de que, más allá de una primera conquista y muy débil implantación de los españoles en Chiapas a partir de 1528, lo que realmente provocaron la Conquista y la fundación de Ciudad Real (actual San Cristóbal de las Casas) fue el desencadenamiento de una profunda, tenaz y generalizada resistencia indígena, la que, como señala Andrés Aubry, logró cierta "victoria esencial": "retrasar la colonización (de Chiapas) por casi dos siglos: 173 años (1524-1697)", es decir, eludir y retrasar la culminación orgánica de la conquista española durante dos de los tres siglos de dominación colonial de nuestro país.

Lo cual, si lo combinamos con el hecho de que los siglos XVIII y XIX en Chiapas estarán llenos de múltiples rebeliones indígenas, seguidas de la fallida Revolución Mexicana que se prolonga hasta 1940 y luego de la enorme represión y regresión social del medio siglo posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial, entenderemos entonces esa fundamental coyuntura chiapaneca que, arrancando con el Congreso Nacional Indígena de 1974, se prolonga hasta la situación actual mediante el trabajo político de los neozapatistas en el periodo 1984-1994 y los múltiples efectos, que todavía están en curso de afirmarse y desplegarse del 1º de enero de 1994.

Es decir, gracias a esta obra comprendemos que, por debajo y más allá de las historias oficiales de los chiapanecólogos siempre dóciles al poder o recientemente reconvertidos a él, la protesta e insubordinación sociales de los indígenas y de las clases populares chiapanecas son en este estado de la República y en un grado mucho más vivo, activo y permanente que en otras regiones de México, una verdadera estructura esencial de larga duración.

Además, y retomando en este punto las lecciones de la perspectiva del análisis de los sistemas-mundo elaborada por Inmmanuel Wallerstein -perspectiva que no causalmente recupera y recrea también esos horizontes braudelianos de la larga duración-, Aubry mantiene todo el tiempo una visión realmente global y sistémica de esta historia de Chiapas, que mira a Chiapas dentro del planeta y desde todo el planeta, es decir, como una realidad que forma parte siempre de un todo más complejo, de un sistema mayor que no sólo lo incluye y engloba, sino que también lo sobredetermina y explica desde la dialéctica específica entre ese universo chiapaneco y esos diferentes y cambiantes sistemas sociales e históricos de los que él ha formado parte.

Visión global y sistémica que rompe entonces con la idea de que Chiapas fue siempre, como es hoy, una periferia de la periferia.

Porque, como ilustra bien este texto, Chiapas se ubica, desde los lejanísimos tiempos de la Pangea, previos a la separación de los continentes, como una encrucijada central de los espacios terrestres, lo cual, entre otras cosas, explica que este estado sea "un lugar privilegiado en el mundo" (p. 30) en términos geológicos, bióticos y culturales, es decir, una verdadera "memoria telúrica del planeta" (p. 33) en términos materiales, naturales y geohistóricos.

Lo que no sólo explica por qué hoy Chiapas es un botín tan codiciado por las trasnacionales capitalistas de todo el mundo y un lugar estratégico del fallido y peligroso Plan Puebla-Panamá, sino también -en distintos momentos- del sistema-mundo mesoamericano, anterior a la Conquista (pp. 53-57), aunque también en el nudo histórico de los procesos de la "independencia", o más bien de la descolonización de Nueva España frente a España (p. 110).

Ya que, si como remarca Walter Benjamin, las luchas actuales de los oprimidos se alimentan también de las humillaciones pasadas que son obra de los vencedores, entonces parte de la enorme fuerza del actual movimiento neozapatista deriva también de estas degradaciones de los pueblos de Chiapas, desde estos roles centrales e importantes del pasado hasta este estatus de pobreza, marginación, represión y olvido que marca la historia de la entidad en varios momentos de su complejo periplo.

Un ejemplo de esto podría ser en el "segundo siglo XX" recién vivido.

Igualmente, y junto a esta doble perspectiva de largo aliento, tanto temporal a partir de los registros de la larga duración, como espacial y sistémica desde los horizontes de la historia global, este libro va a asumir también una declarada posición de observar y analizar la historia de Chiapas de modo crítico, es decir, a contrapelo de los discursos dominantes y de las fáciles explicaciones de los actuales chiapanecólogos oficiales y a la moda.

Estos personajes, desde la academia, intentan dar "fundamento teórico" a las posturas políticas de los distintos gobiernos en turno (por ejemplo, a la ridícula tesis de que el movimiernto neozapatista estaba confinado a sólo cuatro municipios de Chiapas o a la absurda afirmación de que el vencedor en la marcha de 2001 fue Vicente Fox).

Por el contrario, y muy lejos de estos discursos oficiales y paraoficiales, y siguiendo en este punto las exigencias de Benjamin de pasar el cepillo de la historia a contrapelo de los hechos y procesos estudiados, esta obra nos descubre, múltiples veces, a esos pasados sólo provisionalmente vencidos y siempre silenciados por esa historia oficial, que, sin embargo, son la verdadera semilla nutricia y esencial de ese vital fruto que es el futuro.

Pasados vencidos chiapanecos que, por ejemplo, emergieron con toda su fuerza y vigor con la irrupción neozapatista del 1º de enero de 1994.

Porque, como bien apunta el autor, y por mencionar sólo un ejemplo, la conquista y colonización de Chiapas -lo mismo que de toda Mesoamérica y de toda América Latina- no es un terso mestizaje de dos civilizaciones ni tampoco una simple victoria y avasallamiento militares por parte del vencedor. No es siquiera la implantación de un injusto dominio económico, sino que se trata, radical y profundamente, de la verdadera destrucción sistemática y del desmantelamiento general de toda una civilización y de un entero sistema-mundo, que entre muchas otras cosas implica una desalfabetización de los indígenas, un lavado de cerebro colectivo, la imposición de una nueva cosmovisión que gira en torno al individuo y ya no a la comunidad, un cambio de la vestimenta cotidiana, una supresión y cambio drástico de las antiguas jerarquías, y otra noción, totalmente distinta, del tiempo mismo.

También, sin duda, otra ubicación espacial de todos los pueblos y una desculturación sistemática, entre muchas otras cosas (pp. 71-74).

En suma, esta obra fundamental del maestro Andrés Aubry presenta una visión realmente a contrapelo de los discursos históricos dominantes de siempre, que no sólo renueva la historia de Chiapas desde nuevas fuentes, con otras miradas, con preguntas distintas e inéditas, y especialmente desde las interpretaciones candentes y actuales del Chiapas de hoy, sino que nos entrega, por primera vez dentro de esa vasta bibliografía de tema chiapaneco, una verdadera contrahistoria de Chiapas, es decir, una genuina historia de Chiapas a contrapelo.

 
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