Usted está aquí: viernes 21 de abril de 2006 Opinión ¡Muera la inteligencia!

Luis Martínez

¡Muera la inteligencia!

Recientemente el presidente del PAN, Manuel Espino, dijo a Claudia Herrera, de La Jornada, que duda de la integridad moral de intelectuales como Carlos Monsiváis, Fernando del Paso y Carlos Montemayor, quienes han criticado la campaña mediática de su partido, y que considera sospechosa su actitud e inclusive sostiene que le da pena la actuación de "esa pobre señora", refiriéndose a Elena Poniatowska.

Nosotros, dice Espino, estamos en nuestro derecho de exhibir nuestra verdad y los intelectuales de pensar lo que quieran de nosotros, ya que nosotros también tenemos un círculo de intelectuales.

Fernando del Paso le contesta a Espino diciéndole que no le merece el menor respeto; para Francisco Toledo, Elena es una persona impecable; para la misma Poniatowska, Manuel Espino Barrientos es un pobre lacayo del poder; para José Emilio Pacheco las palabras mismas de Espino son su más cruel autorretrato y la crítica más devastadora de él mismo contra sí mismo (Proceso, 16/4/06).

El PAN está entrampado entre el Yunque y el fascismo histórico. El fascismo ha provocado infinitos daños, pero uno de los más graves ha sido dejar una mentalidad fascista a las nuevas generaciones. Una actitud fascista como la del señor Manuel Espino, con una mentalidad de intolerancia, de atropello ideológico, de descalificación del adversario para aniquilarlo. Simplemente escuchémoslo: "somos un equipo, hacemos una pinza, nosotros le hemos pedido a Calderón que deje en manos del partido las agresiones a nuestros adversarios para que él camine con mayor ligereza en su campaña y lo estamos logrando. Yo me imagino el 1º de diciembre en San Lázaro al chaparrito peloncito de los lentes con la banda tricolor" (La Jornada, 18/4/06).

Vale la pena rememorar un acontecimiento de la Guerra Civil en España. El rector de la Universidad de Salamanca, don Miguel de Unamuno, preside la conmemoración de la Fiesta de la Raza el 12 octubre de 1936; le acompañan doña Carmen Polo de Franco, el cardenal Pla y Deniel y el general Millán Astray. Don Miguel únicamente se limita a conceder la palabra a los oradores previstos. Cuando terminan el turno, el rector de Salamanca se yergue y dice: "no quería hablar porque me conozco, pero se me ha tirado de la lengua y debo intervenir. Se ha hablado aquí de guerra internacional. Pero no, la nuestra es una guerra incivil. Vencer no es convencer, y hay que convencer sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión, el odio a la inteligencia que es crítica y diferenciadora".

Uno de los legionarios en ese momento grita la divisa de la Legión: "Viva la muerte". Millán Astray toma la palabra, que nadie le ha otorgado, y dice: "el fascismo es el remedio de España, viene a exterminarlos a Cataluña y al País Vasco, cortando en carne viva y sana como un frío bisturí". El general legionario prosigue su parlamento con voz atropellada que espurrea saliva. Se atropella al hablar, pierde el resuello, se hace el silencio.

Nuevamente el rector Unamuno con voz firme explica su postura: "a veces callar significa mentir. Dejemos aparte el insulto personal, acabo de oír el grito necrófilo e insensato de ¡Viva la muerte! Esto me suena lo mismo que muera la vida. Esta ridícula paradoja me parece repelente, entiendo que fue proclamada como homenaje al general Millán Astray y como testimonio de que él es un símbolo de la muerte. El general Millán Astray es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes, pero el general carece de la grandeza espiritual de Cervantes. El general Millán Astray quisiera crear una España según su propia imagen, por ello él está de acuerdo en que muera la inteligencia".

¿Hasta cuándo seguirá prevaleciendo la degradación y la incuria de la vida política de México? ¿Hasta cuándo seguirá prevaleciendo una parálisis espiritual en contra de la inteligencia? Es preciso que intentemos vivir dentro de un relativismo democrático, sin olvidar que el PAN de hoy está muy lejos del que fundó Manuel Gómez Morín, por eso hago mía la proclama de José Emilio Pacheco: a Espino y a sus compañeros del Yunque les recuerdo dos sencillas palabras: no pasarán.

 
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