Usted está aquí: sábado 22 de abril de 2006 Cultura Oasis sonoro en la plaza del Palacio de Bellas Artes

Presentan en la vía pública colectiva de 12 artistas

Oasis sonoro en la plaza del Palacio de Bellas Artes

El silencio de los caracoles alterna con silbidos de tren

MERRY MACMASTERS

Un ''oasis de sonido", en el que el silencio de los caracoles alterna con el silbido del extinto ferrocarril mexicano, es en lo que está convertida la explanada del Palacio de Bellas Artes desde las 20 horas del pasado jueves hasta las 24 horas del domingo 30, como parte de la exposición de arte audible en la vía pública, Oasis sonoro.

Francisca Rivero-Lake es la creadora de ese proyecto, que tuvo una primera consolidación con motivo del 70 aniversario de ese recinto, en 2004, cuando el equipo completo de 32 bocinas y ocho subufers fue montado en ese sitio. Para la ocasión pasaban fragmentos de las piezas de catálogo, que están masterizadas en estéreo, después de las funciones de gala del festejo. En una hora 10 minutos se oían todas.

Ahora retoman el proyecto, gracias al apoyo de Banamex, con la posibilidad de poner el equipo en tercera dimensión y presentar las piezas completas, de dos horas cada una, con un sound track de 24 horas que se repita todos los días.

Para esto fueron invitados 12 artistas, cinco mexicanos y siete extranjeros, para crear paisajes sonoros para sitio y horario específicos. Se trata de Chris Watson y The Ilustrious Company -Martyn Ware y Vince Clarke, de Reino Unido; Merzbow, Japón; Maryanne Amacher, de Estados Unidos; Ultra-red, de Estados Unidos/México; Slavic Kwi, de República Checa/Irlanda, y Radioqualia, de Nueva Zelanda.

Y por México estarán Manuel Rocha Iturbide, Rogelio Sosa, Mario de Vega, Luz María Sánchez y Guillermo Galindo. Los participantes fueron seleccionados por los curadores, el inglés Andrew Caleya Chetty y el mexicano José Wolffter, quien, a su vez, invitó como asesor a Manuel Rocha.

La plaza del Palacio de Bellas Artes tiene vida las 24 horas. Cuántas personas pasan por allí en un día es díficil de calcular. Sin embargo, Rivero-Lake especula que en un domingo 2 mil 500 entran al Museo del Palacio de Bellas Artes y tal vez el doble al histórico recinto. Esto significa que con los transeúntes, ''un promedio de 20 a 30 mil personas caminan diario por el espacio". Si esto no fuera suficiente, la contraesquina, justo debajo de la Torre Latinoamericana, es la más transitada de la urbe. La velocidad promedio de los vehículos por el Eje Central es de 20 kilómetros por hora.

Dos obras por artista

¿Qué verán esos miles de personas y automóviles al pasar por la plaza? ''Nada", contesta Rivero-Lake y, explica, se debe entender que el palacio y la plaza son el escenario, la escenografía y la fuente de inspiración. Todos los artistas vinieron a conocer el espacio y crear sus piezas entre febrero y mayo de 2004. Muchos de los mexicanos ''ni siquiera viven en México, así que también tuvieron que venir".

(A cada artista se le encomendaron dos piezas: una con un mínimo de 40 minutos y un máximo de 120, que es sonorizada en 3D, y otra corta, masterizada en estéreo de hasta siete minutos, para que todos la escuchemos en nuestra casa.)

Las bocinas y los subufers están pintados del mismo color de los arbotantes, a los que están adosados. El sonido se siente, pero no se ve bien de dónde viene. Lo único adicional en la plaza es una mampara con información y un cono de sonido que contiene información sonora, de modo que nunca se pierde el impacto. Hay un punto central hacia el cual se dirigen todas las bocinas, donde se tiene el sitio ideal para escuchar las piezas.

 
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