La reacción de los migrantes en EU hará que los gobiernos se sometan a la sociedad, opina

En Babel descubro el rompimiento de las barreras ideológicas: González Iñárritu

JUAN JOSE OLIVARES

Alejandro González Iñárritu, realizador mexicano que competirá por la Palma de Oro en el 59 Festival Internacional de Cine de Cannes con su cinta Babel -que se estrenará en México en otoño-, confesó, en entrevista telefónica con La Jornada, que estar en este certamen le provoca "un gran sentimiento de satisfacción, más allá de la invitación a la competencia oficial, lo cual es evidentemente un honor; estoy satisfecho por razones personales y profesionales, porque esta cinta fue un caballo salvaje, desde su comienzo, al cual he podido domar. Me siento muy pleno, muy sólido".

González Inárritu comenzó la preproducción de la cinta en noviembre de 2004. Fueron casi tres años de trabajo. Es, sin duda, la que más trabajo le ha costado. "Fue como filmar cuatro películas", en las que mezcló a actores de métodos distintos con no actores. "Fue muy demandante intelectual y emocionalmente, y físicamente difícil por la logística de producción y la compleja ecuación de resolver la compenetración de diferentes culturas. No tener esa visión superficial y turística, poder adentrarme en ella y trabajar con actores a los que había que enseñar a actuar, y en otros idiomas. Fue una experiencia con retos sacar lo mejor de personas que en su vida habían visto una cámara y mezclarlos en un set no es nada fácil", explica.

Faltan buenos proyectos, no dinero

El cinerrealizador agregó que le gustaría filmar pronto en México: "Si hubiera un proyecto interesante", pero, dijo, está pensando un par de cosas, aunque aún "no hay nada concreto. Es difícil filmar en México pero creo que hay gente con mucho dinero que quiere apostar en el cine, pero lo que hace falta son buenos proyectos".

Babel es la última entrega de la trilogía escrita por Guillermo Arriaga (ganador en Cannes el año pasado por mejor guión de la cinta Los tres entierros de Melquiades Estrada), iniciada con Amores perros (ganadora de la Semana de la Crítica en Cannes en 2001 y nominada al Oscar como mejor película extrajera), y 21 gramos, estelarizada por Sean Penn y Benicio del Toro. Babel cuenta tres historias que tienen lugar en Marruecos, Japón y México, en las que la vida de varios y extraños personajes se entrelazan, donde las fronteras humanas no existen. La protagonizan Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García Bernal y actores no profesionales. Es hablada en español, inglés, japonés y árabe. La música corrió a cargo del ganador del Oscar, el argentino Gustavo Santaolalla.

González Iñárritu se considera un "trabajador inmigrante" en Estados Unidos, y ante este problema actual opina: "Los dos países tendrán que reconocer la necesidad económica que existe entre ambos. Para México es el segundo ingreso más importante y el gobierno mexicano no ha tenido el temple para sostener una posición más firme ante Estados Unidos para reclamar un trato digno para los inmigrantes."

Por otro lado -abunda-, "el gobierno de ese país no ha reconocido la necesidad económica de estas personas, que cuidan y crían a sus hijos, que recogen la fruta, que son un sector económico que reventaría al país en menos de dos meses si no existiera. No les han reconocido los mismos derechos que a cualquier trabajador de estadunidense. Ambos gobiernos se han tapado los ojos ante los más de mil mexicanos que se mueren en el desierto".

Romper límites y transformar

Iñárritu agrega que "el problema es que vemos la fronteras como espacios físicos, no de ideas, y creo que las líneas de frontera se encuentran dentro de nosotros, esas son las aterradoras y es lo que descubro en mi película, el rompimiento de esas barreras con una decisión de transformación".

El cineasta, quien también participó en la película de cortometrajes sobre los atentados del 11 de septiembre en Nueva York junto con Win Wenders, entre otros, reitera sobre el tema de la migración: "Soy un inmigrante y tengo esa conciencia, lo cual me da la ventaja de tener una visión distinta de un ciudadano tercermundista que vive en el primer mundo. Yo he experimentado esta compleja relación de los mexicanos con los estadunidenses, pero insisto: más que un problema fronterizo es una división de ideas, una batalla ideológica y esa es la más difícil de vencer. Como inmigrante tengo que cruzar la frontera cada cuatro meses y he tenido unas experiencias que me han ayudado mucho para Babel, como cuando te toca un policía xenofóbico. Experiencias muy desagradables, con las cuales podría hacer un estudio antropológico."

-¿La catarsis creativa se da con los golpes de la vida?

-Salir de mi país fue lo mejor que me pudo haber pasado como artista, porque me hace tener una perspectiva diferente de mi país. Entender y adentrarme a otra cultura y ver la mía desde una óptica distinta, ver lo bueno y lo malo, de una forma más objetiva y no sumergido en mi rancho. La nostalgia y la conciencia de inmigrante y la distancia, crean heridas, que son ricas, que se vuelven terreno fértil para la creación.

Para el cineasta, quien comenzó como locutor de una estación de radio exitosa, la manifestación de los migrantes de salir a las calles forma parte de una reacción en cadena que hará que los gobiernos se sometan a la sociedad por lo menos una vez en la vida. "Se tiene que hacer una nueva cultura porque es un problema de autoestima en la sociedad estaunidense. El inmigrante llega de capa caída, sabe que es un ciudadano de cuarta categoría, así lo hacen sentir y mientras no se recupere de eso, por más que les den casa y seguro social, si no hay un cambio de actitud y cultural, de dignidad propia, es imposible cambiar la situación".