Usted está aquí: jueves 27 de abril de 2006 Política El debate

Sergio Zermeño

El debate

Fue alucinante lo que aconteció en 24 horas, desde que la primera página del periódico Reforma nos anunció el martes que las preferencias por AMLO habían caído de 41 a 35 por ciento en el último mes y las de Felipe Calderón habían subido de 31 a 38 por ciento, hasta que, 24 horas después, con grandes titulares, nos asegurara que el debate de la noche anterior lo había ganado Calderón con 71 por ciento contra 11 por ciento de Madrazo, quien más se le acercó, según 293 líderes de opinión contratados para el evento por ese mismo diario (a pesar que a muchos Patricia Mercado nos pareció la más propositiva y honesta).

Es en verdad sorprendente nuestra época, la de la tercera revolución científico-técnica, como a muchos les gusta llamarla para sentir la boca llena, aunque el cerebro siga perplejo. Y uno se pregunta: ¿cómo es posible que haya "ganado" un tipo que repite que gobernará siguiendo las directrices del actual gobierno? Pero más sorprendente aún: ¿cómo es posible que alguien pueda afirmar que seguirá la misma orientación del foxismo y que al mismo tiempo se declare "el presidente del empleo" y, no contentos con esa contradicción, se obligue a tanta gente, a tantos "especialistas" y a la opinión pública completa a declararlo ganador de un debate?

Es que en verdad lo que acontece con los medios de comunicación, y en particular con la televisión (en contubernio con las casas encuestadoras y el resto de los medios), se basa en un truco que es capaz de embaucar hasta a nuestros intelectuales más críticos y llevarlos a declarar "ganador" a Calderón, como sucedió en la mesa de comentaristas convocada por López Dóriga a continuación del debate. Y ese truco consiste en que no se está discutiendo nada; nadie se da cuenta de que declararse continuador del foxismo y "presidente del empleo" es como vestir a Hitler de rabino. Es decir, no importa que mientas, importa con qué postura corporal mientes, con qué semblante, con qué grado de sonrisa lo enuncias, si en tus aspavientos te sales o no de cuadro, si te cambia el semblante al recordarte que cuando eras el coordinador de los diputados votaste exactamente por lo contrario de lo que ahora defiendes.

Es como si se invitara a un grupo nutrido de amas de casa, que han declarado previamente odiar el futbol y no saber nada de eso, a un programa en el cual seis astros del deporte rey van a discutir estrategias para ganar el Mundial y al término del show se les preguntara que cuál estratega les parece que ha sido el más agudo; seguramente afirmarían que David Bekham (quien además maneja el arte del sujeto, verbo y predicado), aunque en todo el año no hubiera metido un solo gol. Así pues, casi nada de lo que pasa en esos shows tiene que ver con nada. El chiste es tener algo que permita ser potenciado, empleando todos los otros instrumentos de la opinión inducida.

Entre esos instrumentos están las encuestas. Sería ingenuo decir que sus resultados son mentirosos, pero sí es un hecho que se mueven en algún lugar oscuro entre la verdad y la manipulación, entre 2 y 8 por ciento, para decirlo de otra manera.

Hacia finales del año pasado El Universal puso a AMLO 9 puntos por encima de su más cercano competidor, Gea 8 puntos, Bimsa 7, Mitofsky 5, y el Reforma, increíblemente, le dio un solo punto arriba del candidato panista. Así que ahí tenemos el rango posible de manipulación "objetiva" que "redondea" el trabajo científico-técnico sobre la opinión en nuestro tiempo.

Gracias a esta estrategia tan bien montada, que no hubiera sido distinta (aunque sí reajustada), si López Obrador hubiera asistido al debate, tenemos hoy un escenario de la batalla más o menos empatado entre AMLO y Calderón para las próximas semanas. Sólo que el primero de ellos, por su negativa a debatir, ha sido señalado como enemigo de los medios, y en esa condición el proceso le pinta doblemente adverso. Va a ser un trabajo arduo de política y convencimiento, sobre todo porque Madrazo, con el debate, ha quedado eliminado de la contienda y muchas de sus bases pasarán al voto útil, clientela que se pelearán a fondo las dos opciones punteras (una versión defectuosa de la segunda vuelta electoral de otros países). Así pues, tironeados y arrastrados como en un tsunami, estamos los pobres electores, intentando dilucidar entre verdad y manipulación en esta sociedad de masas, cada vez más de masas, de pobres y de clientelas con criterio tan atolondrado que hasta las convencen de que la pobreza está siendo erradicada y lo será definitivamente con "el presidente del empleo".

Y, por cierto, ya casi nos hacen olvidar que ese personajito peloncito y cabezón es el mismo de las bravatas y las calumnias contra Poniatowska y contra la intelectualidad, y ya casi nos hacen olvidar que acabamos de enterrar a dos mineros víctimas de las políticas foxistas que el personajito quiere continuar y que siguen enterrados muchos otros mineros; que la ley Televisa paga, que el IFE se está deshaciendo, que Mario Marín sigue impune. ¡Qué alucinante intromisión del poder y los medios en nuestras vidas! ¡Cómo se siente uno pequeño!

 
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