Usted está aquí: viernes 28 de abril de 2006 Cultura Restauración a fondo para salvar la Catedral Metropolitana

Aproximación a los símbolos que resguarda, durante un recorrido de La Jornada

Restauración a fondo para salvar la Catedral Metropolitana

El emblemático edificio entreteje un cúmulo de historias sobre la identidad y la cultura del país

Se imparten cursos para difundir entre las personas la magnificencia del inmueble

ANA MONICA RODRIGUEZ

Ampliar la imagen Angeles (en la imagen), arcángeles, cristos, vírgenes y santos habitan el máximo recinto religioso de México Foto: Guillermo Sologuren

Ampliar la imagen Vista parcial del Retablo de los Reyes, de la Catedral Metropolitana, cuya restauración se prevé concluir antes del fin de sexenio Foto: Guillermo Sologuren

Para recuperar y preservar el esplendor de la Catedral Metropolitana, desde hace cinco años el histórico inmueble es sometido a una profunda restauración, interior y exterior.

Los trabajos de salvamento, a cargo de la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, se perciben como interminables ante el inminente final del sexenio.

Apenas el pasado 5 de abril se reinauguraron dos óleos de Miguel Cabrera en el transepto poniente, cuya restauración fue realizada por el equipo de Mónica Baptista de López Negrete.

Como ejemplos de esa permanente labor, el año pasado se dejaron los huecos de cuatro ventanas arqueológicas, de las que sigue pendiente la colocación del cristal, para que las personas admiren los vestigios prehispánicos y coloniales que resguarda la Catedral (La Jornada, 20/agosto/2005), y se concluirá con la recuperación total del Retablo de los Reyes, de tres capillas; las ventanas que colocó Mathias Goeritz serán remplazadas por otras parecidas a las originales. Asimismo, comenzó la restauración de uno de los dos órganos, el del Evangelio, del emblemático recinto.

Labor de concientización

Durante un recorrido con La Jornada, los investigadores María del Socorro Sentíes y Carlos Vega Sánchez, quienes imparten cursos desde hace tres años sobre el contenido y simbología de la Catedral, explican que ''nadie ama lo que no conoce y por eso deseamos que este hermoso monumento sea admirado, apreciado y respetado".

Ellos comienzan sus cursos con la premisa de difundir la simbología del edificio y combatir la ignorancia que ha influido en el creciente robo de arte sacro, pues ''a las personas no les importa porque no lo quieren".

Los restos del primer emperador de México, Agustín de Iturbide, y del político y humanista José Vasconcelos, además del corazón del ex presidente Anastasio Bustamante, reposan en dos de las 14 capillas de la Catedral Metropolitana, principal testigo del devenir histórico nacional, que con el paso de los siglos acumula innumerables piezas sacras, artísticas, arquitectónicas y prehispánicas.

Enclavada en lo que fue el centro ceremonial del Templo Mayor y edificada a lo largo de 240 años (1573 a 1813), la Catedral entreteje un cúmulo de historias sobre la identidad y la cultura nacionales, sumadas a la vasta gama de simbolismos religiosos que resguarda el inmueble.

De fray Juan de Zumárraga al cardenal Norberto Rivera; de las manos de los propios conquistados que comenzaron su construcción hasta Manuel Tolsá, que la concluyó; de Jerónimo de Balbás pasando por Miguel Cabrera, Mathias Goeritz, entre un sinnúmero de artistas, obispos, arzobispos, virreyes, entre muchos más personajes como pintores, retablistas, doradores, orfebres que contribuyeron para conformar la historia de lo que es, hoy, el monumento religioso más importante de América.

Entre la infinidad de detalles de la Catedral Metropolitana, explican Sentíes y Vega Sánchez, ésta quedó conformada en su interior ''con un estilo en general grecorromano y tiene un peso de 127 mil 344 toneladas.

''El lapso de 240 años para construirla dejó diferentes estilos arquitectónicos y decorativos de cada época, empezando por el herreriano, gótico, renacentista, neoclásico y el barroco en sus diversas modalidades: salomónico, estípite, de transición y anástilo."

El edificio está integrado por cinco naves, dos laterales divididas en capillas, dos procesionales y una central, 40 columnas, 74 arcos, 50 bóvedas y una cúpula; además de 178 ventanas -las originales fueron destruidas y sustituidas por las de Goeritz- y dos torres de campanario de 60 metros de alto cada una.

En total, la estructura religiosa mide 110 metros de largo por 54 de ancho en su interior y tiene una altura de 30 metros en la nave central.

A ella se suma el Sagrario Metropolitano de Santa María de la Asunción -que es la parroquia más antigua de la ciudad y sucesora de la Primera Iglesia Mayor, cuando estaba en reconstrucción-, debajo del cual se encuentran in situ los vestigios de un talud de la Pirámide del Sol y una lápida tallada en relieve con el glifo que exhibe un símbolo solar, que conserva algunos de sus colores originales, hallados a mediados de los años 70.

Los investigadores también señalaron la existencia del juego de pelota mexica, del cual hace unos días se determinó su medida y ubicación en la parte trasera de la Catedral, en la calle de Guatemala, aunque desde hace varios años ya se tenía registro de su existencia.

Frente a la fachada principal, donde se instalaron las cuatro ventanas arqueológicas para que las personas observen vestigios coloniales y prehispánicos, Vega Sánchez se remonta a la fundación de la Primera Iglesia Mayor, construida después de la caída de Tenochtitlán y comenzada la conquista espiritual de la Nueva España.

En 1524, narra, Hernán Cortés mandó edificar la iglesia, para la cual se utilizaron las mismas piedras de los adoratorios mexicas que el español destruyó durante el sitio de la ciudad y dejó un solar para establecer su recinto religioso.

Agrega: ''Hacia 1527 se creó la diócesis de México-Tenochtitlán y en 1528 llegó fran Juan de Zumárraga, primer obispo electo de la diócesis, elevándose esta primera Iglesia Mayor a Catedral en 1530 y en Metropolitana en 1547, sólo después de que a Zumárraga se le nombró arzobispo metropolitano".

Asimismo, en 1573 se inició la construcción de la segunda y actual Catedral, ''debido a lo pequeña e insuficiente que resultaba la primera para honrar y glorificar a Dios".

La terminó el arquitecto Manuel Tolsá, en 1813, y remató la fachada sur -ahora entrada principal-; entre muchos más detalles, en estilo neoclásico, colocó las esculturas de las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad.

El recorrido incluye, además de la explicación sobre el simbolismo de la fachada, las portadas, las torres y el campanario, la de los relieves, remates y esculturas religiosas que se han vuelto cotidianas para las personas en el transcurso de los años. La Asunción de la Virgen, los Apóstoles, Angeles y el mismo escudo nacional con el águila devorando una serpiente en la parte superior de la puerta principal.

Las capillas, otro mundo

También, en visitas guiadas se puede acceder a la Cripta de los Arzobispos, que se erigió en 1937 bajo el piso de la Catedral y donde se ''construyeron nichos para particulares y bajo el Altar de los Reyes, fue establecida esa cripta, destinada a guardar los restos de quienes ha encabezado la Arquidiócesis de México". De fray Juan de Zumárraga hasta Norberto Rivera Carrera suman 42 los arzobispos, enlistados en orden cronológico de su elección.

Entre cristos, santos, vírgenes, ángeles y retablos de variadas épocas y procedentes de distintos lugares, las capillas son otro mundo dentro de la Catedral Metropolitana y se llaman: San Felipe de Jesús -nombre del primer santo mexicano-; Nuestra Señora de los Dolores, Del Señor del Buen Despacho, San José, De los Santos Cosme y Damián. Además de la de San Pedro, de Nuestra Señora de la Antigua, de la Inmaculada Concepción, San Isidro, de Nuestra Señora de Angustias de Granada y la de las Reliquias.

Sobre esta última, explica Carlos Vega que ahí se encuentran los restos óseos de quienes ''vivieron o murieron por Cristo". Reliquia significa ''lo que queda" y se guardan como un gran tesoro. Todos los restos se encuentran catalogados en un archivo que se guarda celosamente.

También en otras capillas reposan los restos de José Vasconcelos y del primer emperador Agustín de Iturbide según detallaron los docentes que trabajan en el Departamento de Difusión Cultural de la Catedral Metropolitana.

Según ellos ''Iturbide fue en realidad el libertador de México, porque consumó la independencia en 1821". A través de las rejas se observa un pedestal que sostiene la urna de calamina y cristal con los huesos de Iturbide; además de la bandera trigarante y el trono, sobresale un lienzo en que el pintor Odilón Jurado Lima plasmó a ese personaje.

En el nicho de la base del pedestal se encuentra el corazón de Anastasio Bustamante, quien pidió ''que cuando muriera su corazón estuviera cerca de Iturbide, de quien fue subalterno antes de llegar a la Presidencia de México", a la cual accedió luego de traicionar al mandatario Vicente Guerrero y mandarlo secuestrar y fusilar.

María del Socorro Sentíes y Carlos Vega imparten el curso continuo que se inicia cada seis semanas y que abarca la explicación "simbólica" de las cuatro fachadas, cinco altares, catorce capillas, coro, sacristía, campanarios, vestigios prehispánicos y la cripta arzobispal.

Las reuniones e inscripciones son los martes de 17 a 19:30 horas y los viernes de 11 a 13:30 horas en la capilla de los Santos Angeles y Arcángeles.

Los especialistas, tras realizar una amplia investigación, también publicaron el libro Cómo vemos la Catedral Metropolitana de México y su Sagrario en el siglo XXI, con la colaboración de Marcelino Zamora Rivero, María Amada López Estala, y Enriqueta Chartt León, en las ilustraciones y dibujos.

 
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