Usted está aquí: sábado 29 de abril de 2006 Estados Aumentan cultivo y consumo de drogas en la sierra Tarahumara

Narcos pagan con enervantes, armas y alcohol a cosechadores; menores, los más afectados

Aumentan cultivo y consumo de drogas en la sierra Tarahumara

Grupos indígenas demandan a autoridades de Chihuahua programas para abatir este problema

MIROSLAVA BREACH VELDUCEA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Pobladores del municipio de Guachochi, una de las 22 localidades de la sierra Tarahumara donde habita el mayor número de indígenas, y uno de los más afectados por el aumento de la drogadicción Foto: Mirosalva Breach

Ampliar la imagen Pobladores del municipio de Guachochi, una de las 22 localidades de la sierra Tarahumara donde habita el mayor número de indígenas, y uno de los más afectados por el aumento de la drogadicción Foto: Mirosalva Breach

Chihuahua, Chih., 28 de abril. La sierra Tarahumara no sólo es una zona productora de drogas: sus habitantes se han convertido en consumidores debido a que los narcotraficantes les pagan en especie una parte del precio de las cosechas; es decir, con estupefacientes, armas y alcohol, lo que les da mayor control sobre la gente que se dedica a la siembra de mariguana y amapola.

Grupos campesinos, la mayoría de mujeres, advierten que el alcohol y las drogas están destruyendo familias enteras en comunidades de la región. Desde hace años las madres de familia han buscado ayuda para atender el problema de adicciones entre la población joven.

Carlos Carrera Robles, secretario de fomento social del gobierno del estado, manifiesta: "No podemos negar la realidad: es tan grave que en toda la región serrana, conformada por 22 municipios, hay muestras de patologías sociales que hace una década no existían entre los pobladores, como la violencia intrafamiliar, el secuestro exprés, los asaltos y violaciones."

Recientemente el Frente Democrático Campesino denunció que grupos de narcotraficantes de Sinaloa utilizan tierras de varias comunidades indígenas del municipio de Bocoyna para la producción de estupefacientes y reparten drogas entre los niños que acuden a las escuelas rurales.

Los municipios de Urique, Guazaparez, Batopilas, Chínipas, Moris, Guachochi, Guadalupe y Calvo, Bocoyna y Ocampo, entre otros, viven principalmente de la derrama económica que produce la siembra de drogas debido a que se han abandonado las actividades tradicionales como la agricultura, la explotación forestal y la ganadería, soporte de la región durante mucho tiempo.

Lo más común en cualquier pueblo de la Tarahumara es que los jóvenes dejen las escuelas para ayudar a sus padres en la cosecha de la chutama -como llaman a la mariguana- y desde temprana edad se involucran en el narcotráfico.

Las autoridades tradicionales indígenas piden a los funcionarios estatales "hacer algo" para acabar con los "mariguaneros" que dan armas y drogas a los niños de las escuelas, pues los efectos de las adicciones empiezan a causar estragos entre la población serrana.

Sin embargo, los agentes de la policía ministerial o de seguridad pública estatal que entran a las barrancas serranas son emboscados y repelidos a balazos por los narcotraficantes.

La demanda de combatir el narcotráfico llegó recientemente a los foros regionales organizados por la Secretaría de Fomento Social del gobierno del estado, planeados para diseñar un programa de trabajo especial que atienda el rezago histórico de los 22 municipios de la Tarahumara, los de mayor marginación en la entidad.

El programa, denominado Manos a la Obra, reconoce que las adicciones en la región se han convertido en un grave problema de salud pública y propone atacarlo mediante la regionalización del modelo de procuración de justicia y, por otro lado, con toda la fuerza del gobierno, en colaboración con la sociedad civil y el uso de recursos públicos para fortalecer las instituciones responsables de atender este problema.

Alfredo Palacios y Edgar Lozano, titular y vocero del Consejo Estatal contra las Adicciones, respectivamente, aceptan: "La única estadística que existe es la Encuesta nacional sobre adicciones de 2002, e incluye a Chihuahua en la región norte, junto con otros 10 estados. Pero sabemos que estamos ante un problema grave de salud pública en una de las zonas más peligrosas de la entidad."

"Buscamos contener el problema, en tanto exploramos alternativas", detalló Lozano.

El reto es mayúsculo. Se busca alertar a más de 250 mil habitantes dispersos en dos mil comunidades y poblaciones perdidas en la inmensa sierra Tarahumara sobre los riesgos que enfrentarán de continuar con el cultivo y ahora el consumo de enervantes, actividades que les permiten insertarse en el "mundo moderno": comprar trocas (camionetas) último modelo, lucir cuernos de chivo (rifles AK-47), adquirir alcohol, chutama y perico (mariguana y cocaína), y tener dólares y dinero para mantener a la familia.

 
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