La Jornada Semanal,   domingo 30 de abril  de 2006        núm. 582
LA CASA SOSEGADA

Javier Sicilia

SIQUEIROS EN CUERNAVACA

Cuernavaca, la ciudad devastada por la imbecilidad del gobierno de Estrada Cajigal, la ciudad convertida en el paraíso del lavado de dinero, la ciudad humillada por el sueño neoliberal, fue, cuando aún estaba poblada de árboles y ríos, una ciudad rica en vida cultural, espiritual y política. En ella se creó el cidoc, animado por Iván Illich y fuente de uno de los pensamientos más ricos y críticos del siglo xx; en ella Sergio Méndez Arceo habló al mundo del compromiso cristiano con los pobres y creó un sinnúmero de Comunidades Eclesiales de Base; en ella el moje benedictino Gregorio Lemercier renovó la liturgia y, al introducir el psicoanálisis en el convento, generó una de las más inquietantes polémicas en el seno de la Iglesia; en ella Malcolm Lowry gestó su gran novela Bajo el volcán, Alfonso Reyes hizo su espléndida traducción de la Iliada y Erich Fromm creó algunas de sus obras más significativas; en ella también David Alfaro Siqueiros, después de sus años de cárcel y de un accidente, se retiró para producir las obras que señorean el Poliforum y pasar sus últimos días.

En una casa que se encuentra muy cerca de lo que yo llamo" el corredor del narco", la avenida Río Mayo, una zona llena de plazas comerciales vacías y restaurantes, Siquieros no sólo edificó su última morada, sino también su último taller, al que llamó La Tallera, "el vientre creador —dijo alguna vez— de mi última obra". En ella un foro redondo, con una profunda zanja que permitía al pintor, ya deteriorado en su salud, producir sin tener que subirse en andamios, Siquieros no sólo creó, como ya dije, las obras del Poliforum, sino también fundó una escuela de pintura y escultura en donde se esculpió, entre otras piezas, la estatua de Zapata que recibe a los viajeros que vienen de Ciudad de México.

Antes de morir, en 1974, Siqueiros donó La Tallera a Cuernavaca bajo la forma de un fideicomiso a nombre de su esposa Angelina Arenal, que abrió allí una escuela de muralismo. Después de su fracaso, durante los años ochenta, el inba rescató el fideicomiso, pero no volvió a abrir La Tallera. En 1995, bajo la exigencia de la Asociación de Muralistas, Gerardo Estrada, entonces director de Bellas Artes, pidió a Alberto Vadas que volviera a abrirla. Con Vadas, La Tallera adquirió un nuevo rostro: no sólo la casa se hizo museo, sino que aquello que algún día fue sólo taller de pintura, se volvió foro de exposiciones mensuales de pintura y escultura, conferencias, presentaciones de libros, teatro, talleres de pintura y cursos de literatura y de otras disciplinas. Actualmente La Tallera, que carecía de parte del acerbo artístico del pintor, se está remodelando como museo de sitio y Cuernavaca, después de la bárbara destrucción del Casino de la Selva que guardaba, entre otras muchas, obras de Siqueiros, podrá por fin volver a ver algunos de sus cuadros y saber de la historia del hombre que atentó contra la vida de Trotski y cuya militancia comunista lo llevó a prisión donde pintó uno de los Cristos más intensos y desafiantes del muralismo mexicano.

Bajo la sistemática destrucción que en nombre del dinero y de la estupidez el gobierno de Estrada Cajigal —ése que, como dijo el subcomandante Marcos, "para ponerse cachondo tiene que subirse a un helicóptero"—está haciendo de las memorias históricas y culturales de Morelos; en medio de la devastación y de la falta de ofertas culturales y artísticas en Cuernavaca; con el peso asfixiante de un gobierno que mide el progreso por kilómetro de tierra destruido bajo el cemento y la industria, La Tallera y la última obra de David Alfaro Siqueiros se levantan como un desafío a la barbarie. En ellas uno puede leer lo que algún día Napoléon dijo a Fontanes: "¿Sabes lo que más admiro en el mundo? La impotencia de la fuerza para fundar algo. No hay más que dos poderes en el mundo: el sable [léase en la Cuernavaca neoliberal: los trascabos, los buldozers , las inversiones cataclísmicas de los consorcios trasnacionales, el lavado de dinero y los vínculos del poder judicial con el crimen organizado, formas en que el sable ha degenerado] y el espíritu. A la larga el sable es siempre vencido por el espíritu."

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez y sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro.