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Jueves 4 de mayo de 2006

Octavio Rodríguez Araujo

Los primeros de mayo

Hace muchos años vi a un hombre en la calle que golpeaba a una mujer. Quise intervenir para evitarlo, y la mujer me dijo que no me metiera, que era su marido. Así están los trabajadores mineros y metalúrgicos: defienden a Gómez Urrutia, aunque sea un charro, pero es su charro y el gobierno intervino para sustituirlo por otro peor. De aquí, entre otras razones, la demanda de cesar al secretario de Trabajo, Francisco Javier Salazar. Y esta demanda fue general en las marchas de este 1º de mayo. Mientras tanto el solitario de Los Pinos declaraba que "la democracia no negocia el cumplimiento de la ley", y uno de los presentes pensó que eso era relativo, que dependía de qué ley se tratara; pero no lo dijo.

La defensa de Napoleón Gómez Urrutia, en mi modesta interpretación, es más simbólica que real, y un mensaje al gobierno: no te metas en la vida sindical, nuestras organizaciones son nuestras y si queremos que el líder nos pegue es también asunto nuestro. La idea es ganar primero esta demanda, la restitución de su líder, luego ya verán cómo se las arreglan con él. Igual hubieran defendido a Fidel Velázquez o a Juan Ortega Arenas, muy diferentes entre sí, pero suyos, según el sindicato de que se tratara. Así son los obreros, y no sólo en México. Recuérdese el apoyo que tuvo James Hoffa en Estados Unidos, el líder de los teamsters, y era también un gángster. Quizá piensan que para que la cuña apriete debe ser del mismo palo.

Los obreros, a diferencia de los que piensan que son semejantes a los campesinos, ven las cosas de otro modo. Ellos no quieren que se vayan los ricos, sino que inviertan en ramas productivas y les den trabajo. Ya con éste quieren mejores salarios y prestaciones, además de contratos colectivos justos en los que estén contempladas la seguridad social, educación para ellos y sus hijos, vivienda, etcétera. No quieren para ellos las fábricas, pues saben que para hacerlas funcionar y comercializar sus productos necesitan capital; los campesinos, en cambio, quieren tierra, agua, fertilizantes, precios justos para sus productos y créditos baratos.

Hay desde luego excepciones: en México, Pascual; en España, Mondragón, para sólo poner dos ejemplos. Pero ambas empresas autogestionarias están inmersas en el circuito capitalista de producción (insumos y tecnología) y de comercialización. Otra cosa sería si el mundo fuera socialista, pero no lo es, y la economía de Estado tampoco es socialista: la domina y controla la burocracia estatal-partidaria que, necia como es, no le ha hecho caso a John Holloway ni al delegado Zero (con Z de cero pronunciado por Marta Sahagún) que quieren que se vayan todos, los políticos y los capitalistas, así nada más y nada menos (a cambio de nada, pues ni siquiera, en el caso del segundo, se propone el socialismo como alternativa).

Y a propósito del delegado Zero, ¿por qué los líderes y la gente común marcharon codo con codo y el zapatista solo, resguardado por los machetes de Atenco y una de las divisiones del Frente Popular Francisco Villa, sin permitir que alguien se le acercara, como Luis Miguel? Un misterio y algo raro en quien dice que los otros los desprecian por ser "morenos, gordos y chaparros" (La Jornada, 28/4/06). Quizá porque Marcos es, comparativamente, alto (1.75 de estatura), blanco y delgado (pues en la friega de la otra ya perdió la panza).

Pero regresemos al 1º de mayo. Este fue diferente. La nota principal la dieron los inmigrantes, principalmente latinos (o hispanos, como les llaman allá), en Estados Unidos. Incluso aquí no pocas de las referencias en los discursos estuvieron dedicadas a ellos.

También, a diferencia del pasado, cuando los desfiles de trabajadores eran para agradecer al gobierno, ahora han sido para repudiarlo, con las excepciones del sindicalismo oficial de siempre, ahora muy disminuido (tanto que cupo en un salón de Los Pinos). Lo que este lunes ocurrió fue la protesta, el repudio de miles y miles de trabajadores fabriles, del campo y de los servicios, incluso de oficinas de gobierno. Ni un voto al PRI ni al PAN, fue una de las consignas entre los muy pocos que persisten en sus llamados al abstencionismo y que se van a arrepentir si la ultraderecha panista, la repudiada por los trabajadores mayoritarios, gana las elecciones "porque todos los candidatos son iguales".

¿Iguales? Sólo háganse unas cuantas preguntas: Si se hubiera respetado el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, ¿tendríamos un tratado comercial con Estados Unidos y Canadá como el que se nos impuso? ¿Se hubiera reformado la Constitución como hizo Salinas? ¿Se habría dado el levantamiento zapatista en Chiapas? ¿Hubiera existido el Fobaproa? ¿Se habrían reprivatizado los bancos? ¿Estos serían fundamentalmente de capital extranjero? ¿Existirían las mismas amenazas actuales de privatización de la energía eléctrica y del petróleo? ¿El número de súper millonarios habría pasado de dos que había en 1991 a 22 en 1994? Y podría seguir. Iguales pero distintos, diría un sofista. Yo, modestamente y sin ser líder de nada, prefiero al distinto aunque sea igual "porque no es anticapitalista" ni es lo mismo.


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