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Jueves 4 de mayo de 2006
Afirman que tiene un sabor herbal con dejo arenoso
Rescatan en Italia método celta para la producción de vino
Robbio, Italia, 3 de mayo. El vino evoca la imagen de bebedores refinados sorbiendo delicadamente de un añejo con cuerpo.
Pero para dos aficionados a la historia con pasión por las copas, el norte de Italia debe agradecerles a los bárbaros por su larga tradición como fabricantes de vinos.
Luca Sormani, de Como, y Fulvio Pescarolo, de la pequeña ciudad de Robbio, cerca de Milán, han encontrado que la cultura vinatera de la región se remonta hasta sus raíces celtas y han comenzado a fabricarlo de acuerdo con los métodos antiguos.
Las tribus celtas de más al norte, conocidas para los romanos como los "bárbaros", conquistaron la parte norte de Italia hace unos 2 mil 500 años, se establecieron allí y comenzaron a desaguar los pantanos, sembrar la tierra y cultivar parras.
Sin cascos ni cuernos
"Hay algo de los bárbaros en nosotros", dice Pescarolo, de 51 años, quien pertenece a la novena generación de granjeros cultivadores de arroz de la parte oeste de Lombardía. "Sentimos que somos parte de esta naturaleza".
El interés por todo lo celta, desde la música a los rituales místicos, tomó vuelo en el norte de Italia a mediados de los años 90, avivado por el partido Liga del Norte, que adquirió renombre con las demandas de independencia.
Sormani y Pescarolo dicen que su interés por la cultura celta no tiene nada que ver con la política y que, en lugar de los símbolos y los rituales, ellos estudiaron lo que estaba cerca de sus corazones, una mezcla de agricultura y el cultivo de vinos.
"No es que nos queramos poner cascos con cuernos. No se trata de mitología o de cultos", dice Sormani, de 40 años, quien posee un doctorado en agricultura.
"Sentimos que pertenecemos a una tradición que data de los tiempos de los celtas", agrega.
Parado en un viñedo en una sierra artificial en medio de unos chatos campos de arroz en el oeste de Lombardía, Sormani recordó cómo pasó años estudiando la historia de la zona, lo que lo condujo a la idea de recrear una granja celta.
"En (las ciudades del norte de) Vigevano y Mortara vivimos como si no tuviéramos historia, como si un día nos encontráramos acá y fuéramos a trabajar a Milán. No me gustaba. Quería averiguar de dónde venimos, quiénes somos", dijo Sormani.
"Y no siendo un filósofo o un poeta o un escritor, sino un agrónomo, comencé mi investigación por la agricultura", añadió.
Su proyecto tomó vuelo en el año 2000 después de conocer a Pescarolo. Ellos usaron sus propios ahorros para construir una réplica de una granja celta, basados en antiguos manuscritos.
Quisieron revivir la historia de los celtas al descubrir sus hábitos y gustos y, de forma típicamente italiana, los placeres que encontraban en la comida y el vino.
Seis años más tarde, ambos hombres pueden gozar de los frutos más atesorados de sus esfuerzos: vino celta, producido de acuerdo con recetas antiguas de cultivo de uvas.
El vino rojo oscuro tiene un gusto rico con una fuerte nota herbal y un inusual dejo de sabor arenoso.
"Este vino te proporciona una sensación de pertenencia a esta tierra, a tus raíces. Cuenta la historia de las personas que vivieron aquí, de nuestros ancestros", dice Sormani.
Sormani y Pescarolo presentaron su primer vino de la cosecha de 2004 en una feria internacional en Verona y dijeron que obtuvo críticas positivas de parte de los enólogos.
Ellos planean vender 300 litros de la próxima producción de añejo. Será embotellado en jarrones de cerámica con un antiguo diseño celta.
Esperan vender el vino a restaurantes, bares, casas de subastas y a conocedores de la cultura celta, dispuestos a pagar entre 140 y 160 euros, 170 a 195 dólares, por un jarrón de 80 centilitros.
