Número 118 | Jueves 4 de mayo de 2006
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

TARAA
Esquema que incrementa tiempo y calidad de vida

*Este potente tratamiento puede originar una respuesta inflamatoria generalmente transitoria.

En el Hospital de Infectología del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en el Centro Médico Nacional La Raza, con el tratamiento antirretroviral altamente activo (TARAA) se ha logrado una sobrevida de quince y hasta más años en personas con VIH/sida, con una mejor calidad de vida, al grado de que se han incorporado a sus actividades sociales y productivas, y tienen menor riesgo de sufrir infecciones recurrentes.

“Este tratamiento es benéfico inclusive para pacientes desahuciados, aunque en éstos la respuesta no es tan rápida y espectacular, pero al menos les mejora la calidad de vida”, señaló la médica Rocío Torres Ibarra, adscrita al Servicio de Adultos de ese nosocomio en el que el noventa por ciento de los pacientes con VIH/sida se manejan con el TARAA. El diez por ciento restante no lo requiere.

Con el VIH se altera el número y función de las defensas, conocidas como linfocitos CD4+, que son los que previenen las infecciones, por lo que al destruirse, el paciente queda propenso a sufrir procesos infecciosos de todo tipo.

Rocío Torres dijo que aproximadamente entre 20 y 25 por ciento de los pacientes con linfocitos CD4+ bajos que inician el TARAA presentan el síndrome de reconstitución inmune (SRI), el cual se origina al incrementarse la cifra de esos linfocitos, pues se mejora la función inmune, lo que produce molestos síntomas en diversos órganos ya afectados por alguna infección oportunista que hasta entonces no se había manifestado.

Cuando el tratamiento antirretroviral se inicia en pacientes con una infección oportunista sin síntomas, por el daño al sistema inmunológico, al mejorar éste se tiene una respuesta inflamatoria. A la diversidad de los órganos comprometidos por esa infección se debe la gran gama de signos y síntomas que pueden presentarse.

Con el SRI se registra la paradoja de que el paciente se deteriora clínicamente pero mejoran sus defensas, al elevarse los niveles de linfocitos CD4+ y disminuir la carga viral, como se comprueba en exámenes de laboratorio.

Torres Ibarra añadió que existen dos situaciones en las que se puede presentar este síndrome: una es cuando el tratamiento antirretroviral se inicia en pacientes que cursaban con una infección oportunista sin síntomas por el daño al sistema inmunológico, por lo que al mejorar el sistema inmune se tiene una respuesta inflamatoria de la infección previamente existente.

La otra situación, prosiguió, es la de pacientes estables que requieren profilaxis primaria. En algunos con infecciones oportunistas activas se suspende el tratamiento antirretroviral por un periodo de una a tres semanas.

Es necesario considerar, precisó la doctora Torres Ibarra, la posibilidad de suspender el tratamiento antirretroviral, sin embargo en la mayor parte de los casos se prefiere continuarlo si el conteo de linfocitos CD4+ está por debajo de 100 células/ml o si el SRI se presenta varios meses después de haber iniciado el tratamiento antirretroviral.

El SRI por lo general se presenta entre cuatro a ocho semanas después del inicio del TARAA. Dentro de las infecciones más frecuentes sobresalen la tuberculosis con afección en cualquier órgano; el pneumocystis carinii, que compromete los pulmones; algunos tipos de hongos como histoplasma o cryptococo; y algunos virus como el citomegalovirus, que puede afectar a cualquier órgano. Por fortuna, en general es adecuada la respuesta a las diferentes infecciones oportunistas y una vez superado este episodio, la regulación de las defensas del paciente tiende a normalizarse.

Es de suma importancia que al iniciar el TARAA, el paciente esté consciente de que existe la posibilidad de que se presente el síndrome, por lo que ante cualquier signo o síntoma deberá acudir a su médico, a fin de adoptar las medidas preventivas ya que puede ser el inicio de complicaciones mayores.
Torres Ibarra comentó que una vez resuelto el SRI es importante no suspender el tratamiento antirretroviral, el cual es de por vida, toda vez que el VIH es una enfermedad crónica, al igual que la diabetes o la hipertensión.

“Este tratamiento debe ser continuo aunque en algún momento se tiene que cambiar el esquema porque dejó de ser efectivo en la supresión viral o el paciente no soporta los efectos secundarios. Para ello se dispone de un arsenal terapéutico muy amplio que permite sustituir los medicamentos”, subrayó.
La especialista en VIH agregó que hasta 98 por ciento de los pacientes con el TARAA tienen mayor sobrevida y mejor calidad de vida pues se apegan al tratamiento y toman sus medicamentos como se les indica, ya que de lo contrario el virus se vuelve resistente. El dos por ciento restante presenta una resistencia natural, aún sin haber recibido ningún tipo de tratamiento. La efectividad del tratamiento depende de la oportunidad del diagnóstico y del inicio de la medicación, de la edad del paciente y de las enfermedades subyacentes que tenga, por ejemplo diabetes, hipertensión arterial, triglicéridos y colesterol altos en sangre y males cardiovasculares.

La doctora Torres Ibarra expresó que con hechos se confirma, una vez más, que el Hospital de Infectología se mantiene a la vanguardia de la atención a pacientes con VIH/sida, gracias a la calidad humana y profesional de su personal y al esfuerzo económico del IMSS para tener los esquemas de tratamiento más novedosos que con dosis menores producen menos efectos colaterales.