Usted está aquí: domingo 7 de mayo de 2006 Estados Pesca de arena y grava, el sustento para cien familias en Huimanguillo

La actividad se ha heredado de padres a hijos desde hace 40 años; tienen un sindicato

Pesca de arena y grava, el sustento para cien familias en Huimanguillo

En los últimos dos años, lamentan, el ayuntamiento no les ha comprado material de construcción

RENE ALBERTO LOPEZ CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Acopio de arena en las orillas del río Mezcalapa, en Tabasco Foto: René Alberto López

Huimanguillo, Tab., 6 de mayo. Del río Mezcalapa, que atraviesa esta región de La Chontalpa tabasqueña, a 62 kilómetros de la capital del estado, los pobladores no sólo capturan peces. Aquí se encuentran los llamados pescadores de arena y grava.

Son hombres que desde las cuatro de la mañana se embarcan en sus rústicos cayucos en busca del sustento. Hace 40 años formaron un sindicato y el trabajo de ''sacarle fruto a la madre naturaleza'' ha pasado de padres a hijos.

A la orilla del río, en el sitio conocido como Paso de Convivencia, se observa a varios sacar afanosamente arena y grava en sus embarcaciones.

Todos evitan hablar sobre el tema. ''Mejor pregúntele a Mercedes. Es el dirigente, el de la voz cantante'', sugieren.

''Dicen que somos los pescadores de arena y grava. De eso vivimos aquí 100 familias'', dice Mercedes Jiménez Ovando, secretario general del Sindicato Unico de Areneros y Graveros, fundado en 1966, quien explica que tienen permiso para la explotación del río.

El sindicato está afiliado a la Federación Unica de Trabajadores del Estado de Tabasco. La directiva cambia cada tres años. Actualmente realizan asambleas el primer domingo de mes y cada socio aporta una cuota de 20 pesos mensuales.

En la agrupación hay socios hasta de 70 años de edad. Walter Aguilar Silero es el decano de la organización y sigue activo. Cada madrugada, con cayuco y remos, sale a desafiar las corrientes del río. Pero también asoman las nuevas generaciones, como Santos Hernández Barahona, de 15 años, el socio más joven, quien es miembro del consejo de vigilancia del sindicato.

Los socios que aún no son propietarios de cayucos alquilan las embarcaciones por 100 pesos a la semana.

Los trabajadores se quejan de una baja en las ventas, que hasta hace un par de años eran de 700 metros cúbicos de arena al día.

En las labores también participan niños que ayudan a sus padres, como José Armando y Yaznar Acosta Pimienta, de nueve y 11 años, respectivamente.

Desde la orilla del río se ven los cayucos y a sus ocupantes con medio cuerpo en la corriente, sacando el material de bancos de arena y grava que estén en las partes bajas del Mezcalapa, que en algunas partes tiene hasta ocho metros de profundidad.

Un socio que se identificó sólo como Pedro, sin parar de palear arena de su cayuco, explica que este material es el más fácil de conseguir ''porque se encuentra aquí, apenas 10 metros río adentro, pero para encontrar los bancos de grava hay que adentrarse hasta uno o dos kilómetros''.

Otros pescadores explican que además de la embarcación, usan latas o botes de plástico perforados para escurrir el agua, y cribas.

Para el mediodía ya hay montículos de arena y grava a la orilla del río, adonde llegan camionetas de empresas materialistas y particulares. La compraventa se realiza ahí mismo, en efectivo. ''Cayendo el muerto, soltando el llanto. Chivo brincado, chivo pagado, y no hay fiado'', dice Jiménez Ovando.

Luego explica que a los particulares les venden la arena a 40 pesos el metro y los materialistas, que compran por mayoreo, pagan 100 pesos por tres metros de arena.

La grava, en cambio, se cotiza aun precio más alto: 250 pesos el metro. ''Es cara porque con mucho esfuerzo se logra recolectar un metro. Estamos hablando de unas 50 latas de grava, dos viajes de cayuco, de 25 cada uno. Esta tarea nos lleva toda una jornada de trabajo, porque se tiene que ir a buscar los bancos de grava, unos dos kilómetros río arriba''. La arena, añade, se consigue cerca de la orilla, por eso es más barata. Dice que cada socio logra reunir hasta tres metros de arena por día.

Jiménez Ovando tiene 20 años de enfrentarse a diario con la corriente del río, pues desde los 10 aprendió de su padre, Mariano Jiménez Cruz. Por eso sabe que esta actividad es de altibajos.

''Tenemos dos malas temporadas. Una es en vacaciones de Semana Santa. Con la llegada de bañistas que abarrotan estos playones no podemos trabajar durante más de dos semanas.

''Luego, en agosto y septiembre, cuando entran los nortes, el mal tiempo, las fuertes lluvias y las inundaciones nos dan en la torre y muchos prefieren no trabajar. Hay que esperar que pase el temporal''.

Además, ''hay veces que pasan hasta cuatro meses y no encuentras grava por ningún lado. No hay piedra ni para remedio''.

Jiménez Ovando responsabiliza de la baja del negocio en los últimos dos años a la administración municipal del ganadero perredista Walter Herrera, quien la última semana de marzo dejó el cargo para contender por una diputación federal.

El gobierno municipal entró en funciones en enero de 2004 y desde entonces no le compra ''ni un grano de arena'' al sindicato, dice.

''Antes, con los gobiernos municipales priístas, llegamos a venderle al ayuntamiento hasta 700 metros diarios de arena, cantidad que juntábamos entre todos los socios, pero eso se acabó.''

Sin embargo, asevera que este golpe no los desanima porque ''finalmente tenemos de nuestro lado al río Mezcalapa y a la madre naturaleza, que siempre serán nuestra fuente de trabajo''.

El dirigente, empapado tras salir del río con un cayuco más de arena, mira al horizonte y dice: ''Hoy, aunque poquito, sale para el sustento de la familia, pero ya vendrán tiempos mejores''.

 
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